La tribuna

Emilio Díaz Berenguer (Doctor Ingeniero) · Curro Troya Ropero (Periodista)

La verdad oficial

LA verdad oficial siempre ha sido, y será, una verdad de parte. No existe verdad objetiva que no pueda ser interpretada desde otra óptica o pensamiento, y no necesariamente desde la lógica. Por muy buena voluntad que se tenga, y no hay razones para dudar de la intención de Manuela Carmena -su mochila profesional y política le avala- nadie, tampoco la alcaldesa de Madrid, está en posesión de una verdad única.

Carmena se está convirtiendo en el punching bag de una vieja política que ha visto en su éxito electoral una intromisión en lo que creían su cortijo. Al mismo tiempo, su equipo de voluntariosos concejales parecería no estar por la labor de reforzarla. Han sido ellos y no la oposición quienes han creado en tiempo récord unos problemas, sean accidentales por su pasado o nuevos e innecesarios, que han servido para cuestionar una gestión que está aún casi por empezar. No se le ha dado la oportunidad de demostrar su capacidad de liderazgo para unas instituciones públicas que no tienen por qué estar siempre en manos de profesionales de la política.

Por este camino, no sería de extrañar que pudiera dejar de ser alcaldesa más por desavenencias con los suyos que por los méritos de su rival Aguirre. Aunque es verdad que, en cualquier caso, la regidora sería responsable de esa situación por no haber sido capaz de dirigir un equipo.

Enfrentarse con el cuarto poder nada más acceder a una responsabilidad institucional es un error de manual, aunque puedan haber medios interesados en el choque. Por otra parte, nadie ignora que la libertad de los profesionales de la comunicación está hoy bastante condicionada por la propiedad de los medios y sus necesidades económicas. Los políticos, aunque lo sean de forma circunstancial, deben respetar a la prensa, siempre y en todo lugar, tal como ellos aspiran al respeto y juicio individual y no a sentencias o causas periodísticas por generalizaciones propias de demagogias facilonas o populistas.

Por eso se entiende que, para abordar las discrepancias con un profesional o con un medio concreto, los representantes institucionales no deben hacerlo usurpando un terreno que democráticamente no le es propio. Si no aceptamos este principio elemental, poco respeto demostraríamos a la libertad de expresión y prensa.

En las últimas décadas, las instituciones se han venido dotando de departamentos de prensa, que luego pasaron a ser de comunicación, incluso de medios propios -ya fueran radio, televisión, medios impresos o ahora redes sociales- que arrancaron, inicialmente, con una vocación de servicio a la comunidad.

La perversión del uso de estos departamentos y canales, sin embargo, sirvió para que muchos políticos hicieran de ellos meros instrumentos de propaganda, cuyo objetivo fundamental era la autopromoción del regidor de turno o de su grupo político, llegando al paroxismo en los periodos electorales.

Este es el meollo de la cuestión y no que la web Versión Original vaya a realizar desmentidos o matizaciones de lo que publique o diga un medio de comunicación o un profesional concreto. El equipo de Carmena, integrado por neófitos de la praxis institucional, emulando a los que denominan despectivamente la casta, han pensado que podrían dar satisfacción a su labor de propaganda a través de la red, al margen de la web institucional del propio Ayuntamiento de Madrid. Pero, en el fondo, como cualquier otro partido, lo que desean es crear un departamento online de mera propaganda.

Al final, Podemos sigue dando pasos hacia su homologación como un partido político más y avanzando en sus contradicciones por la senda del empobrecimiento democrático. Es posible que, en su fuero interno, los responsables de Podemos en las instituciones no tengan la voluntad de provocar dicho debilitamiento, pero su falta de solidez les está provocando un aggiornamento muy discutible a sus cargos, intentando tapar sus lagunas con propuestas que provocan daños colaterales superiores a los beneficios.

Carmena, que consiguió medio millón de votos en Madrid desde una plataforma en la que los miembros de Podemos aparecían diluidos, apenas ha tenido tiempo de sentarse en su sillón y ya se encuentra con más problemas mediáticos que proceden de su propio equipo que los de los que de por sí ya tiene dirigir el consistorio. Se merece un margen de confianza, por supuesto, pero los madrileños no tienen por qué esperar cuatro años a que las piezas de su gobierno dejen de chirriar para empezar a ejercer como regidora full time. Ella es inteligente y sabe cuál el contexto de intereses en el que se mueve su poder. Si llega a la conclusión de empezar a sentir que está durmiendo con su enemigo, más pronto que tarde dejará que otros tomen el timón del barco que ahora capitanea.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios