EL ZOCO

Juan López Cohard

¡De vergüenza!

MIENTRAS en Madrid se libra la guerra de los Titanes de la derecha por el poder y Cronos, metamorfoseado en el dios Paro, engulle a sus hispanos hijos con una voracidad aterradora, Artemisa, la diosa virgen de la caza, asume la función de Temis impartiendo justicia a los mortales transformándose en el ministro Bermejo. De todo lo que pasa en este Olimpo en el que nos encontramos, lo verdaderamente importante, lo único importante, es la incurable bulimia de Cronos. Los conservadores titánicos de Madrid tienen un gran problema que resolver y que han de clarificar a los dioses, semidioses, héroes y mortales de este rincón olímpico llamado España. Pero allá se las entiendan entre ellos y con la justicia, que cada pájaro debe estar en su nido y muchos el nido lo deben tener en Alcalá, (Meco, se sobreentiende). El ministro Bermejo, haciendo honor a su representada diosa de la Justicia, no se quita la venda ni para mirar los carteles indicadores de las autovías. Si se la quitase con una cierta dosis de humildad, virtud de la que carece y se empeña en demostrarlo, vería que tiene su administración hecha unos zorros -o mejor unos venados- y que, cuando se fue de caza para hablar con Garzón y compañía, estaba en la Comunidad Autónoma de Andalucía y, si tuviese el más mínimo sentido de la responsabilidad, algo bastante necesario para ser ministro de Justicia, se hubiese percatado de que tenía que haber solicitado la correspondiente licencia de caza y, si abrigase la más leve convicción de lo que supone ser ministro de un Gobierno socialista para la mayoría de los trabajadores españoles, jamás los hubiese ofendido cazando venados mientras ellos están sin trabajo y pasando dificultades. El ministro Bermejo tiene también su nido, en el que debe estar: ¡en su casa! Y todavía duele más que el Gobierno, como un coro de tragedia, (rectifico) de comedia griega, le defienda en bloque como al héroe al que injustamente se maltrata. Ya va siendo hora, quizás cuando hayan pasado las elecciones de Galicia y el País Vasco, de clarificar un Gobierno en el que la mitad de sus ministros, léase el de Economía, Industria o Justicia, están más quemados que la Troya de la que huyó Eneas con su esposa Creúsa.

Y mientras en nuestro particular olimpo nacional, en el que cada vez más tenemos una sociedad tal que Petronio podría reescribir su Satiricón, nos distraemos con guerra de titanes, cazadores furtivos, titanes contra cazadores y titanes y cazadores contra los mortales de a pie, los problemas reales de las familias, las empresas, las administraciones y de todos en general se acrecientan a pasos agigantados. Con todo, eso no es óbice para que las entidades financieras, las eléctricas, las grandes compañías de seguros y algunas que otras, anuncien a bombo y platillo extraordinarios beneficios, a la vez que, muchas de ellas, reciben ayuda estatal, y algunas reducen sus plantillas, engrosando así las cifras del paro. Y no hablemos de los ingresos de sus ejecutivos, como el presidente de Iberdrola, del que se ha publicado una cifra de 16 millones de euros el año pasado. ¡De vergüenza!

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