Las tres vías del PSOE

Con una socialdemocracia en mínimos, el debate entre los aspirantes a heredar las cenizas del PSOE es increíble

Escribí poco después del Comité Federal del PSOE que decapitó a Pedro Sánchez, que el ex secretario general socialista sería con el paso de los días un muerto viviente, pero el problema es que están de moda las series de zombies. Y esa eventualidad no la contemplaron los que diseñaron la estrategia de estas primarias, en la confianza de que el paso del tiempo diluiría la figura del anterior dirigente.

Pedro Sánchez careció de carisma suficiente para atraer a un electorado y compensar el rencor que sentían millones de votantes ante un partido que entendió les había traicionado cuando más lo necesitaban: en la pasada crisis. No era el culpable de la sangría, pero tampoco su empatía y su capacidad para comunicar y transmitir credibilidad consiguieron mitigarla. Ha sido el propio PSOE el que consiguió otorgarle la patente de líder, de la que hasta entonces nunca había disfrutado, con su defenestración. Y, además, mártir del aparato. Con lo que ahora miles de militantes frustrados con el devenir de esta alternativa política desde hace más de tres lustros, ven el momento de pasar factura como si ya nada tuvieran que perder.

Con una socialdemocracia europea en mínimos históricos, el debate entre los aspirantes a heredar las cenizas de este partido centenario en España gira sobre unos postulados increíbles. Sánchez con su "no es no", transmutado en "sí es sí", que denota su facilidad para adaptarse a una cosa y la contraria mientras supuestamente defiende esencias de izquierda. Su valor de mercado se hubiera resistido a la investidura de Rajoy, independientemente del número de elecciones que hubieran tenido que celebrarse. Y ahí le doy la razón. Por higiene política el PSOE debió exigir otro candidato. Pero tampoco la trayectoria de los socialistas en materia de prácticas irregulares soporta el algodón que no engaña del famoso producto de limpieza.

Susana Díaz intenta contraponer que ella significa triunfo. Ganar y ganar es el axioma. "Ya cambiaremos las cosas cuando gobernemos", le atribuyo en sentido figurado a ese posibilismo o pragmatismo que paulatinamente se fue apoderando del PSOE en su época dorada, hasta desnaturalizarlo casi por completo. El problema es que ni siquiera puede sacar músculo por su gestión. Si me resulta incomprensible que Rajoy continúe al frente de este país, es de tratado enciclopédico determinar las razones por las que los socialistas se mantienen en Andalucía. Y Patxi López quiere la tercera vía, la de la unidad. Pero el PSOE desde sus orígenes siempre ha sido una formación dividida. Lo único que ha sido capaz de supurar ha sido el poder. Pero hoy en día, en el escenario actual, resulta una quimera que lo alcancen.

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