LA pasada semana nos sorprendía el Alcalde de Málaga con un consejo de amigo a sus exconcejales: Hay vida después de la política. Evidentemente, en circunstancias normales de una democracia madura, esto sería de perogrullo, pero parece que actualmente la cosa es más bien delicada. Si bien el consejo es claro y adecuado, hay que reconocer que la clase política requiere de una importante operación de imagen para que su regreso a la sociedad esté rodeado de nuevas oportunidades profesionales.

Decía Aristóteles en su tratado sobre la democracia, que la función pública debe ser ocupada por las personas en la edad madura, y el sacerdocio por los ancianos. En ambos casos se intuye la importancia de la experiencia personal antes de la llegada a la vida política. Hechos como haber tenido una profesión, crear una familia, fundar una empresa, participar en el voluntariado o poseer la formación adecuada para la tarea a desarrollar, no deberían ser ajenos a la opción política. Sin embargo, contamos con innumerables ejemplos de personas jóvenes cuya primera y única opción es la vida pública, y quieren volcar toda su experiencia basándose en su propia inexperiencia. De ahí que muchas decisiones sean más fruto de la ignorancia que de la maleficencia.

Por otra parte, principios como la limitación temporal en los cargos, el acceso libre de todas las personas a la gestión política y el recambio permanente en las instituciones, son herramientas que enriquecen la propia democracia. Tengamos en cuenta que siempre son higiénicos los cambios, ya que impiden que aquellas personas que pasan demasiado tiempo en los cargos públicos se pueden llegar a creer imprescindibles. Por otra parte, la vida fuera de los cargos de responsabilidad permite comprobar que no todo son intrigas palaciegas, amenazas de los contrarios o disparos de fuego amigo.

De ahí que apreciar de nuevo la vida entre los ciudadanos de a pie, recuperar la profesión, las relaciones familiares y los amigos de siempre es muy aconsejable. Así nuestros políticos valorarán más sus decisiones y procurarán buscar prioritariamente el bien más urgente y universal, por encima de cualesquiera consideraciones personales. En el fondo no es más que vivir la política intensamente para llegar a ser ciudadanos comprometidos con su futuro. Como decía Mahatma Gandhi, vive como si fueras a morir mañana. Aprende como si fueras a vivir siempre.

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