Qué tufo a España rota y vieja exhala la señora Colau con toda la galería podemita y el señor Torrent con toda su corte secesionista. Qué poco sentido verdaderamente democrático, qué poco respeto a la Constitución y al Estado de Derecho, qué poca educación y qué poca responsabilidad para con sus obligaciones públicas tienen. Se pretenden modernos y son lo más rancio que sobrevive de una España afortunadamente superada. Son, como todos los podemitas, dinosaurios que han revivido gracias a las sacudidas del volcán de la crisis, como Godzilla. En otros países estas sacudidas han despertado a los dinosaurios de extrema derecha y aquí a los de extrema izquierda, hermanados ambos por el nacionalismo antieuropeísta.

La derecha cerril boicoteó la II República no reconociendo su legitimidad, ninguneando a sus representantes e incluso pretendiendo que no se participara en la vida política. Gil Robles fue insultado desde esa derecha que le acusaba de ser "compañero de viaje" de los republicanos y el sevillano Miguel García Bravo-Ferrer, católico, cofrade del Valle y diputado por la derecha republicana, fue tachado de traidor. Pues la actual izquierda cerril y la pandilla secesionista se parecen a aquella derecha en sus groseros, irresponsables y anticonstitucionales actitudes.

Lo de Torrent en el Colegio de Abogados de Barcelona y el desplante de Colau y Torrent al Rey al no acudir a su recibimiento tras su llegada a Barcelona recuerdan aquella España en la que, como escribió Machado, "de diez cabezas, nueve embisten y una piensa". ¿O no suena a antigualla que Colau considerara que recibir al Jefe del Estado es "un acto de pleitesía y vasallaje impropio de una democracia del siglo XXI"? Lo impropio, señora, es creerse que está en el París de 1789 o el Moscú de 1917, y que el Rey constitucional de España es Luis XVI o el Zar.

Con razón el Consejo General del Poder Judicial ha acusado a Torrent de atacar "frontalmente a nuestro modelo de convivencia basado en el respeto a la Ley" al afirmar que en España existen presos políticos. Con razón, cuando al final Colau se encontró con el Rey antes de la cena en el Palau de la Música -Torrent acudió pero no le saludó- y tuvo la desvergüenza de invitarle a que actuase como mediador, este le respondió: "Yo no puedo mediar entre quienes cumplen la ley y quienes no lo hacen. Yo estoy para defender la Constitución y el Estatut".

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