Cataluña: la independencia que no fue

Puigdemont debe dejarse de triquiñuelas para ganar tiempo y poner fin a un 'procés' que acerca a Cataluña al abismo

En uno de los plenos parlamentarios más extraños que se recuerdan en la historia de la democracia española, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, proclamó y suspendió ayer la independencia de Cataluña al mismo tiempo. Tres factores han malogrado durante esta angustiosa semana la declaración unilateral de independencia (DUI). El primero ha sido la espectacular fuga de empresas producida en los últimos días, un hecho que dejó claro la desconfianza de los mercados y de la economía en general hacia un procés que colocaría a Cataluña fuera del paraguas de la UE. El dinero es cobarde y no iba a hacer una excepción con los sueños nacionalistas de Puigdemont. El segundo factor, sin duda, se ha debido al enorme éxito de la manifestación convocada en Barcelona el pasado domingo en defensa de la unidad de España y la Constitución, un acontecimiento que visibilizó a esa mayoría silenciosa que hasta la fecha había permanecido en sus casas -el propio Puigdemont calificó el evento como "masivo"-. Por último, el tercer factor ha sido la presión internacional, especialmente de Europa, cuyos líderes dejaron claro que no reconocerían una república independiente catalana que naciese de una violación de la legalidad española. El movimiento soberanista, hoy por hoy, está muy tocado.

Ante esta desastrosa situación, Puigdemont intenta ganar tiempo para favorecer una mediación internacional que legitime de alguna manera un referéndum que él mejor que nadie sabe que fue un paripé sin ninguna respetabilidad democrática. En vez de dar por terminado el procés, volver a la legalidad e intentar alcanzar sus objetivos por la senda constitucional, Puigdemont opta por un confuso camino que no tapona la sangría de empresas de Cataluña y que seguirá fracturando socialmente a la sociedad catalana. El Grupo Planeta, uno de los buques insignia de la gran empresa catalana, anunció después del discurso de Puigdemont que se marchaba de Cataluña.

Por su parte, el Gobierno siguió anoche en su línea de firmeza al recordarle a Puigdemont que el diálogo se producirá sólo dentro de la ley. Rajoy habló anoche con Pedro Sánchez y Albert Rivera para consensuar en lo posible los siguientes pasos a dar y que se decidirán, finalmente, en un Consejo de Ministros que se desarrollará esta mañana. Por la tarde, Rajoy acudirá al Parlamento a explicar las medidas. Todavía existen muchas incógnitas y la jornada de hoy volverá a ser intensa. Lo peor de todo lo ocurrido es el enorme daño que se ha hecho a la imagen de Cataluña y de toda España como país moderno y democrático. Tardaremos mucho en recuperar el terreno perdido. Hay que empezar a trabajar en ello cuanto antes.

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