Un clamor por la unidad de España

La manifestación fue la más multitudinaria de la historia que se recuerda en Barcelona en contra de la independencia

Las movilizaciones contra el separatismo catalán y las concentraciones de blanco reivindicando diálogo en todo el país, el sábado pasado, fueron sólo un aperitivo de la marcha que recorrió las calles de Barcelona, ayer, en contra de la independencia de Cataluña y a favor de la unidad de España. Tan sólo una semana después del referéndum ilegal, casi un millón de personas, en la manifestación más multitudinaria de toda la historia que se recuerda, se echaron a la calle y dejaron patente que la sociedad no está dispuesta a que se negocie con la unidad de España. Los participantes, muchos de ellos también llegados desde otros puntos del país, demandaron en bloque a los dirigentes políticos que recuperen la cordura y el sentido común para poner fin a este disparate soberanista.

Con su permanente huida hacia delante, los independentistas ya han logrado acentuar la fractura social. Y en paralelo, han sometido la economía catalana a una auténtica sacudida, de consecuencias inimaginables, lo que ha instalado el nerviosismo entre buena parte de la población y, por supuesto, la mayoría de los empresarios. En tiempo récord, los mercados han castigado con toda crudeza a sus principales entidades financieras y los efectos son demoledores. La retirada de fondos y la caída de sus acciones les ha forzado a trasladar su sede fuera de Cataluña, una medida de la que se han contagiado centenares de empresas.

Bajo este escenario de incertidumbre, la convocatoria de la Sociedad Civil Catalana superó sus mejores expectativas. La masiva marcha, encabezada por Mario Vargas Llosa y Josep Borrell, exigió una vez más a los líderes separatistas que entierren su desafío independentista, reivindicando el papel de muchos catalanes que también se sienten españoles. Los ciudadanos, bajo el lema Basta, recuperemos la sensatez, también defendieron la Constitución y mostraron su apoyo a las fuerzas de seguridad del Estado.

El repunte del nacionalismo español se observó como por efecto rebote frente al independentismo. Y a partir de ahora, Carles Puigdemont no ha de ignorar que los catalanes no nacionalistas también forman parte de la sociedad catalana. Desde el respeto y sin incidentes, reclamaron con firmeza su derecho a ser escuchados y tenidos en cuenta. Y el presidente de la Generalitat y sus acólitos harían bien en escuchar su llamada a la unidad, antes de adoptar decisiones precipitadas, como sería la Declaración Unilateral de Independencia, mañana martes. La única salida al conflicto pasa, en primer lugar, por restaurar el orden constitucional.

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