Tribuna

José Rodríguez de la Borbolla

Ex presidente de la Junta de Andalucía

Cataluña y el agravio del Gordo

El lenguaje no es neutro, como se puede comprobar. Los sentimientos de protagonismo, agravio y confrontación impregnan el relato

Cataluña y el agravio del Gordo Cataluña y el agravio del Gordo

Cataluña y el agravio del Gordo

En Cataluña, muchos dirigentes y formadores de opinión se han acostumbrado a transformar en agravio o agresión cualquier hecho ordinario e inocente. Es habitual que presenten "lo normal que pasa en la calle" como "gravísimos y agresivos eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa", por utilizar la perífrasis machadiana. No es de ahora. Hasta Vicens Vives, maestro de historiadores catalanes, para explicar el escaso éxito de la industrialización catalana de siglo XIX, llegó a decir, por ejemplo, que "es obvio que la explicación de este hecho no es otra que la parvedad mineral con que el suelo de Cataluña respondió a las exigencias de sus hijos". Siempre hay algún otro, aunque sea el propio solar patrio, culpable de los graves males catalanes. Son un poquito exagerados, catastrofistas y barroquizantes, y, a veces, se aproximan a lo ridículo en sus afirmaciones. El victimismo catalán llega hasta el relato de los premios del Gordo de Navidad.

El día 23 pasado, dos periódicos catalanes -normalmente fiables- titulaban, en portada: "Catalunya sólo recupera el 13% de lo invertido en la Lotería de Navidad. Los catalanes rescatan 53 de los 393 millones de euros jugados" (El Periódico, titulares de las 07:00, recibidos vía email); o "Catalunya sólo se lleva un pellizco del botín de Madrid" (La Vanguardia, Número 45.585, adquirido en Sevilla). No es tema de tribunales, pero no sé si es cuestión de consultar a los psiquiatras; o de reírse, simplemente; o de reclamar más rigor profesional. En cualquier caso me parece sintomático de algo grave y necesitado de tratamiento.

En primer lugar, es de resaltar la precisión terminológica, pero sesgada, en el uso de la lengua común de España. No se incluye ni un solo vocablo como producto de la casualidad: "Catalunya sólo recupera el 13% de lo invertido": o sea, Catalunya -la nación, la patria- resulta maltratada fuertemente en su inversión, en su esfuerzo positivo de generación de riqueza. No se habla de lo "jugado o arriesgado", sino de lo "invertido", que no es lo mismo. El que juega -y arriesga porque sí-, se la juega: allá él. Pero el que invierte -sobre la base de la iniciativa empresarial, el raciocinio y la previsión- tiene expectativas de retorno, y la pérdida será por culpa de otro, o de un azar maléfico. En este caso, podría deducirse, incluso, que la Lotería de Navidad no ha querido corresponder al esfuerzo inversor de Cataluña.

Siguiendo con El Periódico, "los catalanes rescatan 53 de los 393 millones de euros jugados": aquí sí entran los catalanes, que, ellos sí, son los que juegan. Pero ellos "rescatan", mientras que Cataluña "recupera". "Rescatar" es más fuerte que "recuperar": un rescate supone, siempre, una acción subjetiva -violenta o de otro tipo- por parte del rescatador, y la recuperación es un hecho objetivo, sin más. ¿Habría que entender, entonces, que el rescate ha sido debido a la decisión de los catalanes rescatadores y que la recuperación trae causa únicamente de los hados? En todo caso: Cataluña resulta maltratada, pero los catalanes son siempre merecedores de elogio. Ése es el mensaje subliminal, y explícito.

Vayamos ahora a La Vanguardia. "Catalunya sólo se lleva un pellizco del botín de Madrid", titulaban. Esto es más fuerte, si cabe. "Llevar (se)" es sinónimo de "arrebatar", "robar", "hurtar", "apropiarse", o "apoderarse". "Pellizco" puede ser, a la vez y entre otras cosas, "retorcimiento" o "insignificancia". Y "botín" -¡Ah, "el botín de Madrid"!- puede equivaler a "saqueo", "pillaje", "presa", "despojo" y "robo". Traduzcamos, entonces, el sentido del titular de La Vanguardia: "Cataluña arrebata una insignificancia del saqueo de Madrid". Ahí está el quid de la cuestión: se produce un hecho objetivo e inocente, cual es que el Gordo de Navidad ha tocado en Madrid; y se elabora la versión catalanista de dicho hecho: "Desde Cataluña hemos conseguido arrebatar una mínima parte de aquello de lo que Madrid nos ha despojado. Queda mucho por rescatar". El lenguaje no es neutro, como se puede comprobar. Los sentimientos de protagonismo, agravio y confrontación impregnan el relato.

En la relación entre Cataluña y el resto de España, los relatos suelen estar sesgados y las reconstrucciones históricas son habitualmente manipuladas, de un lado y de otro. Lo han demostrado, últimamente, Ricardo García Cárcel, Roberto Fernández Díaz o José Álvarez Junco. Y lo sabe cualquiera que haya leído Historias de España o de Cataluña, escritas por historiadores fervorosos o por panegiristas devotos.

De esos relatos y esas reconstrucciones no se puede partir para llegar a acuerdos, necesarios para proseguir con una vida serena en común. Estamos juntos y vamos a seguir juntos. Déjense los presuntos pasados irresueltos a un lado y váyase a los problemas solubles de hoy. "Ilustración frente a Romanticismo", como bien repite Roberto Fernández Díaz.

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