Tribuna

Daniel guerra sesma

Profesor de Derecho de la Universidad de Sevilla

'Estatut' y 3%: yo recuerdo

El 'Estatut' se pactó porque Maragall retiró la acusación y se tapó lo que había que tapar. En otras palabras: el origen del 'Estatut' tiene un precio, y ese precio se llama 3%

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'Estatut' y 3%: yo recuerdo

Con motivo del juicio del caso Palau se recuerda estos días el rifirrafe protagonizado por Pasqual Maragall y Artur Mas el 24 de febrero de 2005. Yo recuerdo que Maragall le soltó a Mas: "Estamos tocando el moll de l'os. Ustedes tienen un problema, y ese problema se llama 3%". Mas le respondió que "enviaba la legislatura a hacer puñetas" y que si quería negociar el nuevo Estatuto de Autonomía debía retirar la expresión. Y recuerdo que Maragall, como un resorte, se levantó para proclamar: "Ilustre diputado, accedo a su demanda".

Recuerdo que en ese mismo debate se aprobó la comisión parlamentaria que debía investigar las circunstancias que rodearon la crisis del Carmelo. La caída de algunos edificios por la construcción de un túnel de la línea V del metro descubrió un sistema de contratación de la Generalitat, dirigida por CiU, en el que se sospechaba que algunas empresas eran favorecidas previo pago de una prima del 3%. Recuerdo que de esa comisión parlamentaria ya no se habló mucho más.

Recuerdo también cuál fue el origen formal del nuevo Estatut: las bases de reforma que en 2002 presentaron los tres partidos de izquierda (PSC, ERC e ICV) que se oponían al último Gobierno de Jordi Pujol, apoyado por el PP. Recuerdo que la ponencia parlamentaria que comenzó a redactarlo (y de la que el PP de Josep Piqué se retiró en breve) parecía el camarote de los Marx en el que todos se disputaban a ver quién era más nacionalista. Las sesiones fueron una delirante subasta en la que ganaba el que proponía lo más inaceptable para el Estado. Recuerdo que el proyecto se aprobó el 30 de septiembre de 2005 con más de sesenta enmiendas del PSC, y que la Disposición Adicional Novena obligaba a reformar siete leyes orgánicas del Estado, entre otras lindezas jurídicas.

Recuerdo que siempre se ha dicho que la famosa sentencia del Tribunal Constitucional 31/2010 provocó el auge del independentismo en Cataluña. Los números son que de 227 artículos del Estatut, el PP recurrió 187 y el TC anuló 14, interpretando otros 27. Recuerdo que de esos 14 anulados, seis formaban parte del capítulo que creaba un sistema judicial independiente.

Recuerdo la masiva manifestación en reacción a la sentencia: un millón de personas convocadas por el propio Montilla que se estudiaron la sentencia completa y les indignó. Recuerdo el clamor porque, decían, anulaba el Estatut votado por el pueblo. Pero también recuerdo que el 18 de junio de 2006 sólo un 48% de ciudadanos fueron a votarlo. Recuerdo que en un desayuno informativo, José Bono le espetó en la cara a Artur Mas que "al bautizo no fue ni la comadrona". Y recuerdo la cara de circunstancias que puso Mas, porque era verdad. Muchos de los que luego -y aún ahora- se rasgaron las vestiduras por la sentencia pidieron el no al Estatut en ese referéndum.

En mi opinión, lo que alentó el independentismo en Cataluña fue el rechazo de Rajoy al pacto fiscal dos años después. Eso llevó a CDC al derecho a decidir y a la secesión. Con CDC plenamente incorporada a la corriente de fondo independentista, ésta tuvo un crecimiento cualitativo. No podemos situar la sentencia del TC como el arranque de todos los males. La sentencia fue un punto y seguido de una historia que comenzó antes, y que fue la de su propio origen: un Estatut que se pactó porque Maragall retiró la acusación y se tapó lo que había que tapar. En otras palabras: el origen del Estatut tiene un precio, y ese precio se llama 3%.

Ni siquiera la historia empieza ahí, sino el 25 de abril de 1980. Ese día, el nuevo president, Jordi Pujol, sorprendente ganador de las primeras elecciones autonómicas, le preguntó a su hombre de confianza, Lluís Prenafeta: "Lluís, ¿qué es para ti la Generalitat?". Prenafeta, gran aficionado a la ópera, se puso trascendente y respondió: "Es la institución histórica del autogobierno de los catalanes, que desde el siglo XII ha tenido 125 presidentes". A lo que Pujol, más realista, le contestó: "No, Lluís, no: la Generalitat ahora somos tú y yo".

Esta historia no empieza con la sentencia del TC, ni siquiera con la aprobación del nuevo Estatut. La historia real empieza cuando Pujol y su hombre de confianza comenzaron la construcción nacional de Cataluña, que es como decir la construcción de la Generalitat como sistema de poder. Pero todo eso había que pagarlo, y ahora nos vamos enterando de cómo lo hicieron.

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