Tribuna

Manuel Fco. sánchez Blanco

Arquitecto

No puede ser

España no será balcanizada, no lo permitiremos los españoles por mucho que algunos lo quieran y deseen, no se sabe muy bien con qué ocultas e interesadas intenciones

No puede ser No puede ser

No puede ser / rosell

Lo que no puede ser, no puedes ser y además es imposible. Sirva esta frase de uso común y hasta vulgar, como respuesta a los procesos de independencia que se promueven en nuestro país. Unos, violentos y unilaterales como el movimiento independentista vasco, afortunadamente en fase no violenta, después de asesinar a mas de 800 personas a lo largo de 50 años y causar el dolor extremo en miles de familias inocentes; otros, pacifista y unilateral como el recién acabado procés catalán, con el resultado que está a la vista de todos en estos días (permítaseme este paréntesis para denunciar una actitud cobarde y traicionera a su causa , como la del señor Puigdemont y la opuesta del señor Junqueras, asumiendo sus actos con valentía y hombría. Extensivo también a unos y otros consellers).

Ahora nos avisan de que toca lo bilateral, lo pactado, pues bien, el resultado será de nuevo el mismo: fracaso de sus pretensiones. Y todo ello por una sencilla razón: los españoles no lo queremos. Y para desgracia de estos promotores no lo quieren nuestros vecinos y socios de la UE y toda la comunidad internacional. Hoy se trata de unir, de ceder parte de la soberanía de los países miembros de la UE en pos de logra una unión más efectiva y real. Dividir los estados en microestados es inviable además de imposible (J. C. Juncker).

No hay que negarles a estos promotores indepes una cierta inteligencia, pues partían de posiciones en las que carecían de un enemigo contra el que ir. Ya que incluso el régimen franquista, que sí fue un enemigo común para todos los demócratas, les favoreció de forma descarada. ¿Qué hacer pues, si resulta que somos los más ricos y con un alto nivel de modernidad, cultural y político y con un autogobierno que es la envidia de medio mundo? Pues debemos crear al enemigo (teoría de Umberto Eco) que no es otro que el pueblo español (aunque a Savater no le guste este término y prefiera, como yo, ciudadanos). Y se pusieron manos a la obra propagando información falsa y tendenciosa desde las escuelas primarias hasta las universidades durante años. Los independentistas catalanes lo iniciaron con aquello de "España no nos entiende" para acabar con "España nos roba". Aquí los vascos guardan silencio interesado pues ellos poseen su famoso, injusto e insolidario Cupo, que siempre tratan de blindar mediante el chantaje, asumido este por los distintos gobiernos del PP y del PSOE. Chantaje del que no nos podremos librar nunca si no cambiamos la ley electoral, que prima a los partidos mayoritarios y a los regionalistas. Dándoles a estos últimos un poder de representación en las cámaras del todo punto desproporcionada y antidemocrática.

España no será balcanizada, no lo permitiremos los españoles por mucho que algunos lo quieran y deseen, no se sabe muy bien con qué ocultas e interesadas intenciones. Los nacionalismos sean del signo que sean deben desaparecer, porque los ciudadanos no queremos el odio entre nuestra gente, ni la discriminación entre nosotros. Ni hablar de supremacismos y mucho menos de pureza étnica (¡uf! Esto suena a dolor, sangre, genocidio…).

Los españoles amamos las tierras y gentes catalanas y vascas, sus paisajes, su comida, su modo de expresarse y de ser. Amamos su identidad cultural, su lengua y su arte como una riqueza de todos y no como elemento separador y excluyente. De la misma forma y con la misma intensidad que amamos otras tierras de España y la nuestra propia. Seamos ciudadanos del mundo y no de nuestras ciudades amuralladas y en continuas guerras con nuestros vecinos (B. Russell). Ahí radica la autentica libertad. La tecnología que se avecina unirá a las naciones de este planeta, para poder abordar entre todas los desafíos de los próximos siglos, queda lejos, sí, pero no tanto. Por eso mantener hoy día posiciones nacionalistas además de retrogradas, reaccionarias (Sartorius) e infantiles son catetas y contrarias a la razón que debe guiar al hombre moderno y sus sociedades.

Hay que luchar por una sociedad española más igualitaria y más solidaria, con la desaparición de los privilegios que son la semilla del odio y la enemistad. No debe haber ciudadanos de primera categoría y ciudadanos de segunda, pues todos tenemos los mismos derechos que nos otorgan nuestras leyes. Esto no tiene nada que ver con defender lo propio y lo peculiar porque eso es riqueza y diversidad.

No inventemos enemigos a base de falsedades, sembremos la solidaridad e igualdad entre nosotros. Identifiquemos a quienes promueven lo contrario, para no seguirles. A ellos les decimos: no, nunca lo conseguiréis.

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