Tribuna

Antonio montero alcaide

Inspector de Educación

La tradición de repetir curso

Uno de los mejores antídotos contra la repetición de curso es la atención preventiva y temprana a las dificultades educativas del alumnado

La tradición de repetir curso La tradición de repetir curso

La tradición de repetir curso / rosell

Cuando no se cuenta con explicaciones razonables, salvo que se acuda a las difusas entelequias de los misterios, puede asistir el argumento de las tradiciones o de las costumbres. Fuentes del derecho consuetudinario estas últimas, ya se sabe, pero acaso, de manera más concreta y particular, también de la repetición de curso por los estudiantes, principalmente en la educación obligatoria.

En una acertada iniciativa, dos fundaciones españolas (la Fundación Areces y la Fundación Europea Sociedad y Educación) publican anualmente un documento de análisis con título Indicadores comentados sobre el estado del sistema educativo español. En la edición correspondiente a 2017, Julio Carabaña, sociólogo y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, presta atención a la repetición de curso a partir de una evidencia bien documentada: la dificultad de explicar unos altos y estables porcentajes de repetición de curso. A modo de muestra, considerada la "tasa de idoneidad" -el porcentaje de alumnado que está en el curso que le corresponde por edad, sin repeticiones ni retrasos-, en nuestro país era, a los quince años de edad, del 60,6% durante el curso 1992-93 y alcanzó el 63,9% en el 2014-15.

Es evidente que estos bajos registros aminoran durante la Educación Secundaria Obligatoria, dado que a los 12 años, en el inicio de esa etapa y para el mismo periodo, son del 77,8% y del 85,3%. Como resultado, España se encuentra en el furgón de cola -junto a Bélgica, Luxemburgo, Portugal y Holanda- del conjunto de países de la OCDE que participaron en el Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA) en 2015, con una tasa de repetición por encima del 30%.

La permanencia, con solo ligeras oscilaciones, e incluso el incremento de esta repetición de curso, tal como se deduce de la evolución del porcentaje de alumnado que permanece en el curso que le corresponde por edad, podría explicarse, razonable que no misteriosamente, por diversas causas. Así, cabría formular la hipótesis de que, en sistemas con trayectorias diferenciadas, la idoneidad se alcanzará de mejor modo y, por esto mismo, disminuirá la repetición. Sin embargo, tal relación no es directa, sino a veces hasta inversa, dado que en los países, generalmente centroeuropeos, con sistemas diferenciados, la repetición es alta y en los nórdicos, con modelos comprensivos, prácticamente no se repite de curso.

Algo parecido podría decirse de la agrupación del alumnado por capacidades o niveles de conocimiento en el mismo curso; pero, aunque en este caso sí se aprecia alguna correlación, no queda explicada con ella buena parte de la diferencia. Por otro lado, cabría considerar que el currículo, las enseñanzas del sistema educativo de los distintos países, influyera de este modo: cuando los resultados en las evaluaciones de PISA, referidos a Lengua, Matemáticas y Ciencia, son menores es presumible una repetición mayor; si bien, como en el supuesto anterior, aunque haya alguna correlación apreciable, no adquiere significación estadística. En tal sentido, y por lo que afecta a España, no son los países con resultados en PISA más bajos los que también destacan en más alta repetición, sino que esta aparece en sistemas educativos, como el español, de puntuaciones medias en el PISA.

Luego, ante la falta de argumentos basados en evidencias, se echa mano de la tradición, si no de las supersticiones. La tradición de repetir, por ello, acaso se sostenga en la incuestionable asunción de que es una buena respuesta, cuando más bien convendría asumir, con carácter general, que casi ni es respuesta. Un logro principal del sistema educativo resulta seriamente afectado: la obtención de la titulación básica de la educación obligatoria, con las competencias y objetivos educativos consiguientes. Así como el esfuerzo necesario para reducir el abandono escolar temprano, en términos de población que continúa estudios formales una vez concluida la educación obligatoria. Aspectos, tanto el uno como el otro, en que el sistema educativo español presenta una situación todavía bastante mejorable, aunque las tendencias experimenten evoluciones positivas.

Por si acaso las explicaciones simples, a veces emparentadas con las supersticiones, salen al paso del cuestionamiento de la repetición, con el recurso de la "promoción automática", no se trata en absoluto de eso. Ya que, entonces, no sólo se darían las maneras habituales de la costumbres, sino también los automatismos indiferenciados. Al contrario, uno de los mejores antídotos contra la repetición de curso es la atención temprana a las dificultades educativas del alumnado, prestándola y concentrándola cuando, además de oportuna, resulta preventiva y aminora los efectos de repetir más de lo mismo.

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