Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Miedo al miedo

La estrategia del miedo se ha convertido en la herramienta más utilizada por el poder para controlarnos a todos

Si tiene la oportunidad de padecer a un periodista frente a la televisión, especialmente mientras observa un programa de noticias tiene dos opciones: la más razonable es emprender la huida. La segunda, una vez fracasada la primera, pensar en qué otro lugar le gustaría estar, algo que no le resultará demasiado complicado. Un servidor, lo único que contempla, una vez detrás de otra, es una sucesión de informaciones que nos tocan el miedo en su máxima expresión. Todo es una llamada a justificar cuantas actuaciones lleve a cabo el poder que sea, con tal de que nos alivie del miedo a lo que sea. No sé si se acordarán, pero nosotros mismos, los medios de comunicación, pecamos de lo mismo cuando les advertimos hace años de que la Gripe A iba a devastar a la Humanidad, tanto como lo hizo la peste negra. Ea, pues . Ese mismo año murió más gente de gripe común que de eso. No espabilamos e insistimos con la aviar, con la de las vacas locas, con el ébola o con el ántrax.

Donde más se observa esto es cuando uno tiene la desgracia de entrar en un aeropuerto. Tan pronto pasa el umbral, se convierte en un sospechoso peligrosísimo que permite que, con todos los respetos, una azafata de una línea aérea le puede exigir que se identifique, labor hasta hace poco reservada sólo a la policía. Eso mismo le pasa cuando llega a un hotel, donde no dormirá jamás si antes no se ha identificado previamente. Siguiendo en el aeródromo, si es usted una mujer y comete la tropelía de llevar botas, le harán descalzarse, simplemente porque una vez alguien llevó un explosivo en sus zapatos. Es el miedo a algo y a todo, lo que nos atenaza y con el consabido "me parece bien si es por la seguridad" estamos perdidos. A alguien se le ocurrirá introducir un artefacto en su estómago y prepárense para la generalización de los tactos rectales cada vez que cojamos un avión.

Miedo al tiempo, que nos anuncian como alerta roja porque va a nevar en el mes de enero ¡en Burgos! algo que sucede hasta que el reportero de turno pregunta a un paisano que responde, "es lo normal" y a hacer puñetas la noticia. Es pánico a lo que nos transmiten a salir de casa, o a estar en ella, con recomendaciones por si usted vive en un piso 13 y pueda entrarle a robar Spiderman. Miedo a los animales, a los turbantes, a quien reza mirando a la Meca, a los de piel oscura, al del flequillo rubio, a lo que comemos y no comemos, al aborto y al transexual, a Susana, Pedro, Mariano o Pablo. Miedo a una vida que se empeñan en que no disfrutemos. Conmigo que no cuenten; no les tengo miedo.

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