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Plaza de España · VIZCAYA

Desde Isla Cristina a Bermeo, ida y vuelta

  • Rafael Iglesias Carrasco. El mayor de nueve hermanos. El único que nació en el País Vasco, en un Baracaldo que no viene en el mapa del 29 y marcó el destino de este peregrino del Guggenheim.

NACIÓ en la tierra de Ybarra y trabaja en la de Bonaplata, pero la Feria de Rafael Iglesias (Baracaldo, 1963) es la calle que va de los Perdigones, donde vive, hasta Regina y las setas de la Encarnación, donde regenta por amor una tienda de camisetas de la que han salido joyas de diseño como Ocho Apellidos Béticos -ocho vascos que jugaron en el Betis- o un Darth Vader para un regalo matrimonial entre frikis de La guerra de las galaxias.

Los padres de Rafael, Jerónimo Iglesias y Dolores Carrasco, se recorrieron España entera, de sur a norte, de Isla Cristina a Bermeo, para ganarse el sustento con el duro fruto de la mar. En el mapa de la Expo del 29 todavía no venía Baracaldo. "En Bilbao sería como Coca de la Piñera". Después daría un premio Planeta (Juan Manuel de Prada), un campeón de Liga y Copa (Javier Clemente) y este nombre imprescindible del cómic internacional y del diseño y la publicidad.

Rafael es el mayor de los nueve hijos de Jerónimo y Dolores. El único que nació en el País Vasco. "Con año y pico nos volvimos al Sur". Se instalan en el barrio del Arenal. "Con lo izquierdoso y rojete que soy, a la gente le extraña que me gusten los toros. Me crié junto a la plaza y de niño me llevaba mi abuelo Antonio". Una paradoja ideológica que superaba cada vez que veía en el tendido a Manolo Grosso o a Perico Romero de Solís, ese rojo viscontiniano y aristocrático. Su padre deja los barcos y se pone a trabajar de camarero. "Estuvo en bares tan conocidos como La Trocha". Estudió en el instituto San Isidoro, el más antiguo de Andalucía. "Tuve de compañero de banco a Emilio Moeckel. He estado muchas veces en la casa de don Otto Moeckel. Le honra que con su posición económica quisiera para sus hijos un colegio público. Con su hijo Joaquín estoy en las antípodas políticas, pero le tengo muchísimo cariño".

Dos recuerdos de su adolescencia. Uno, cuando con "catorce o quince años" trabajó de camarero en La Traíña, el bar de su tío Rafael en Isla Cristina. La época en la que las familias de los marineros convivían con el sinvivir de los naufragios. En los ochenta, el del Islamar dejó dos supervivientes. "Los marineros traían fajos de billetes así de grandes. El riesgo era grande y el sentido de la vida muy intenso. Al día siguiente tenían que volver a la mar y no sabían si iban a regresar a casa".

El otro tiene relación con su decantación artística y profesional. Le echaba una mano a Manuel, un minusválido que tenía un quiosco donde se vendían novelas de Marcial Lafuente Estefanía, cómics y tebeos. Fue su primer contacto con la herramienta estética que pulió en revistas como El Víbora. El cómic lo llevó al diseño y éste a la publicidad.

Compara la vida de la mujer del marinero con la madre del torero. "Nunca sabe si va a volver con vida". Fue la desazón de su madre, que apuntaba maneras como cantaora "pero se dedicó a la crianza de los hijos". Los ocho que vinieron después de Rafael. Amén de dos fallidos. Dolores Carrasco ganó algún concurso radiofónico. El niño de Baracaldo, el infante de Bermeo se encargó de que no permaneciera inédita. "Concepto Gráfico, en Almirante Apodaca, era el estudio donde más carátulas de discos se hacían de toda Andalucía. Trabajamos para la Warner, la Universal, Discos Senador. De allí salieron el último disco de Silvio o la Antología Inédita de Camarón, donde fusioné en la portada los rostros del Che y el de Camarón. Estoy muy contento con esos dos discos, pero más contento con haberle podido editar a mi madre Mi sueño en platino, donde canta temas como Ojos Verdes o Yo soy esa". El marinero isleño no vino en un barco de nombre extranjero. "Nazario hizo historietas ilustradas de Tatuaje y Ojos Verdes".

A Bilbao va "al menos una vez al año y me paso un día entero en el Guggenheim". A Barcelona acude con más frecuencia. Entre los clientes de Confidence+Comunication, agencia para la que trabaja con Jaume Masferrer, el Barça o el Ministerio de Interior de Kuwait. "Pagan muy bien y respetan el trabajo, cosa que no pasa aquí". Habla como emprendedor, "ese eufemismo de parado que se busca la vida donde abundan diseñadores y publicistas". En su ideario estético, dos afanes: "Hacer reír y hacer pensar".

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