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Jóvenes atemorizan a vecinos de Torremolinos con sus robos

  • Los turistas despistados son sus principales víctimas · Actúan en la calle San Miguel, la Cuesta del Tajo, el pasaje María Teresa y la Plaza de la Nogalera

Los vecinos del entorno de la calle San Miguel de Torremolinos viven atemorizados. Cuando cae la noche temen salir de sus casas por los continuos robos que se producen en la zona. Los residentes explican que durante los fines de semana es rara la noche que no se despiertan al escuchar el grito de alguna persona a la que han asaltado. Así lo cuenta Francisco Tirado, que vive cerca de la Cuesta del Tajo y asegura que un grupo de jóvenes extranjeros, entre los que hay menores, "tiene atemorizado el barrio".

"Son unos ocho magrebíes y rumanos. Están organizados y se colocan de forma estratégica en las calles cercanas a la iglesia de San Miguel donde atracan principalmente a turistas", comenta Tirado. Hace varios meses comenzaron a sufrir pequeños hurtos, pero cada vez son más habituales y ahora también reciben amenazas.

La popular calle San Miguel y la Cuesta del Tajo -vías comerciales y turísticas del municipio- así como el pasaje María Teresa y la Plaza de la Nogalera, son el área que controlan estos supuestos delincuentes. Cuando termina la actividad comercial, la zona se queda casi desierta y los turistas despistados o que vienen de cenar y tomar una copa son un objetivo fácil. "Me despierto muchas noches escuchando el grito de alguien al que han robado, incluso algunas veces alerto a algún turista para que tenga precaución", comenta Francisco.

Los jóvenes se dividen en grupos y atraen la atención de los turistas. "La confianza de los turistas acaba en asalto", indica este vecino, que afirma que en la mayoría de los casos no denuncian porque no quieren perder tiempo durante sus vacaciones.

Otra de las residentes, Marian Hillman, comenta que el entorno de la iglesia "lo tienen totalmente controlado". Además del botellón que cada fin de semana tiene en la propia puerta de su vivienda, esta vecina comenta que la ausencia de vigilancia policial hace que estos jóvenes puedan actuar con total libertad. "No les da tiempo a llegar porque pueden huir por cualquiera de las calles estrechas o por la escalinata de la Cuesta del Tajo", indica.

La solución para los vecinos pasa por más control de la Policía Local. Piden al Ayuntamiento que una patrulla permanezca a la altura de la iglesia durante las noches de los viernes y los sábados. "Hemos denunciado robos en la Policía, hemos llamado al teléfono de atención al ciudadano y hemos comunicado la situación en el Ayuntamiento", comenta Tirado, que critica la pasividad del equipo de gobierno.

"No salgo por la noche si no sé de antemano que alguien me va a acompañar a casa". Para Elin Hoglund, una joven que lleva seis años residiendo en pleno centro de Torremolinos, toda precaución es poca. Después de varios sustos, Elin reconoce sin ambages que cada día, cuando se levanta a las seis de la mañana para ir a su trabajo en el aeropuerto, se le hace eterno el trayecto desde su casa hasta la estación del Cercanías. En su bolso no lleva la cartera para evitar que se la roben, pero sí un spray de autodefensa. "Durante el día, las calles están repletas de gente, pero por la noche esto es la boca del lobo", asegura.

Como ella, muchos vecinos de la zona aseguran estar hartos de vivir atemorizados por el incremento de la delincuencia y sufrir una situación que "va a más". "Vamos con miedo", afirma Paloma, quien hace un par de semanas se topó con ellos cuando iba con una amiga. "Nos pararon para pedirnos tabaco y ya teníamos a otros dos detrás, pero en cuanto vieron que por la calle venía más gente, se marcharon".

El grupo siempre actúa de la misma forma. Su radio de acción tiene como eje central las estrechas calles próximas a la iglesia de San Miguel y, sobre todo, la Cuesta del Tajo, paso obligado de los turistas cuando de madrugada vuelven a los hoteles después de tomar unas copas. Suelen seguir a sus víctimas, mayoritariamente extranjeros, hasta que llegan a una zona poco concurrida. Entonces, uno de ellos se acerca para pedirles un cigarrillo o hacerle alguna pregunta. En segundos, se ven rodeados.

Francisco Tirado comenta que como se trata de pequeños hurtos, al día siguiente están en la calle. Los vecinos no descartan la posibilidad de organizar patrullas callejeras "si esto no mejora".

En términos similares se expresa Miguel Cosano. "No sabemos qué hacer. Cada fin de semana veo desde mi terraza cómo intentan dar el palo a parejas y turistas, e incluso he visto cómo se acercaban a mi novia. Lo único que pedimos es una mayor presencia policial para que al menos se marchen de aquí, ya que de lo contrario, la única opción que nos queda es enfrentarnos a ellos", subraya.

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