OPINIÓN. AUTOPISTA 61

La tierra es redonda

Scott Fitzgerald, en una frase que no me canso de repetir, decía que el signo inequívoco de la inteligencia era que uno fuera capaz de albergar dos ideas contradictorias al mismo tiempo. En estos días de campaña electoral, un aviador debería ir trazando esta frase con humo de colores por el cielo de toda Andalucía, a ver si pudiera servir para que los electores reflexionaran un poco sobre los prejuicios que guían su voto. ¿Es que nadie ha caído en la cuenta de que todos los candidatos –por distinta que sea su posición ideológica– tienen alguna propuesta razonable? ¿Es que nadie cree que el otro, aunque sólo sea en parte o de forma aproximada, pueda también tener razón?

Desde luego, viendo lo que se dice y lo que se grita en los debates y en los mítines, no parece que esto sea posible. Muchos electores parecen estar seguros de que la posibilidad –siquiera sea remota– de albergar dos ideas contradictorias al mismo tiempo puede provocarles un fulminante derrame cerebral. Si un candidato del PSOE afirmara que la Tierra es redonda, muchos militantes del PP lo acusarían de tergiversación y de mentira o incluso de calumnia, y quizá hasta intentarían ponerle una querella criminal. Y al revés, si un candidato del PP dijera que los seres humanos somos mamíferos, no faltaría el militante de otro partido que lo acusase de contar pamplinas, ya que todo el mundo sabe que los seres humanos somos en realidad ovíparos.

Una de las cosas que más me molestan de nuestra ley electoral es que nos obliga a votar listas cerradas. Yo votaría a candidatos que me parecen competentes y sensatos, aunque militen en partidos enfrentados o que incluso se llevan a muerte. Tal vez sea fruto de un extraño trastorno bipolar –no descarto ninguna posibilidad–, pero encuentro gente atractiva en partidos que en principio me parecen muy alejados de lo que suelo pensar. Y al revés, en partidos más próximos a lo que pienso me encuentro con gente que me parece no ya simplona o delirante, sino algo mucho peor, deshonesta y despreciable.

Aprecio el sentido del humor, la sutileza intelectual y sobre todo la elegancia con la que se aceptan las propuestas ajenas, siempre que contengan una parte importante de verdad. Si alguien me dice que la tierra es redonda, por lo general tiendo a creerle, con independencia del partido en el que milite. Y lo mismo me pasa si alguien intenta convencerme de que soy un mamífero. ¿A usted no?

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