Envejecimiento y sanidad

Vemos cómo el sistema asume con dificultad cuestiones más allá de la salud

El consumo de alcohol es algo que está profundamente arraigado con las costumbres sociales más extendidas. No hay celebración social que no esté vinculada al consumo de alguna o algunas bebidas alcohólicas, sea en la cantidad que sea. La accesibilidad al alcohol es algo ampliamente aceptado hasta el punto que incluso la población más vulnerable, los menores, tienen muchas opciones de conseguir bebidas alcohólicas y consumirlas en sus momentos de ocio. Las recientes noticias sobre los efectos del consumo de alcohol en la población de menores adolescentes han sembrado de preocupación de nuevo a la sociedad española por las consecuencias dramáticas que para la salud de nuestros niños y niñas adolescentes tiene dicho consumo.

El perjuicio irreversible que el consumo de alcohol produce en la maduración neuronal y por tanto, sobre la salud de los menores, es una cuestión que nadie discute en el ámbito del conocimiento medico y sanitario. Las amplias posibilidades de acceso que los menores tienen al alcohol y sus consecuencias sobre la salud de los mismos, sea un problema de salud pública.

Es este un fenómeno complejo en el que influyen factores sociales o factores educativos entre otros, al tiempo que también influyen elementos que se han de regular con eficacia tanto en lo relativo al acceso y venta de alcohol en esta población, como la exposición a la publicidad de bebidas alcohólicas que reciben los menores adolescentes en su vida cotidiana.

Son aspectos que requieren un abordaje integral para asegurar la protección eficaz de los menores adolescentes haciendo posible la prevención del consumo de alcohol evitando su acceso a estos productos dañinos para su salud. Pero si queremos conseguir que nuestros menores adolescentes no consuman bebidas alcohólicas y que no se perjudique su salud, es fundamental tomar conciencia de que tenemos un problema real en nuestra sociedad hoy. Un problema real tanto desde el punto de vista cuantitativo porque son muchos los mejores que consumen alcohol de manera habitual, pero también un problema serio desde el punto de vista cualitativo porque es serio el daño que sufre la salud de los menores adolescentes por este motivo. A partir de tomar conciencia de que tenemos un enorme problema en términos de salud pública y en términos sociales, podemos plantearnos actuar con medidas eficaces.

Varios son los ámbitos de actuación. Para empezar, la educación en salud y en hábitos saludables que implica a las familias y al ámbito escolar. Es en el campo de la educación y la prevención donde mayores esfuerzos debemos hacer. Después es necesario asegurar normas que impidan la exposición de nuestros menores a los estímulos publicitarios favorables al consumo de bebidas alcohólicas y a la compra de las mismas en establecimientos comerciales.

Por todo ello se necesita una acción integral frente al consumo de alcohol en los menores adolescentes y una norma legal de carácter estatal que contenga las medidas necesarias para prevenir y evitar el consumo de alcohol en los menores adolescentes.

Una norma con el apoyo suficiente para vencer las resistencias que en 2007 consiguieron paralizar una iniciativa en este sentido. La lucha por la salud pública a veces necesita varios intentos como sucedió con el tabaco. Que está vez sea posible en beneficio de la salud de nuestros menores adolescentes.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios