Salud y Bienestar

"Vacunarse de la gripe A es una obligación ética en los sanitarios"

  • De paso por Andalucía para participar en un curso sobre avances en Neumología pediátrica, este experto cree que invertir en salud infantil es proteger el futuro

-Usted es experto en infecciones causadas por el Virus Respiratorio Sincitial, el VRS, responsable de graves problemas pediátricos...

-Sabemos de la existencia del VRS desde la década de 1960, y sabemos algunas cosas importantes sobre él. Es relativamente simple, sólo diez genes ARN, y muy escurridizo. No deja memoria en el sistema inmunológico y además, parece que tiene un efecto inmunosupresor. Esto dificulta enormemente plantearse una estrategia vacunal; quizá se oye poco hablar de él precisamente porque aún no tenemos una vacuna, pero el VRS es la primera causa de hospitalización en niños menores de un año. Afortunadamente, desde hace algunos años contamos con un anticuerpo monoclonal de gran eficacia preventiva, que utilizamos en la población de mayor riesgo: niños prematuros o con patologías cardiológicas y pulmonares de base. Eso significa que, aunque no tengamos una vacuna, podemos prevenir muchas infecciones respiratorias que cursan como bronquiolitis. Además, evitamos que el virus se quede acantonado en los pulmones y dé origen a problemas respiratorios posteriores a la infección.

-¿Es eficiente dedicar tantos recursos a la salud infantil?

-Es que no se dedican aún todos los que merece. Me explico: es una cuestión de perspectiva. Invertir ahora en la salud de los niños es evitar problemas y gastos en la población adulta. Tenga en cuenta que es muy probable que las grandes mortandades infantiles del pasado, cuando llegaba el invierno, tuvieran que ver con agentes infecciosos como el VRS; es cierto que los nuevos medicamentos son caros, porque su proceso de elaboración es complicado y costoso. Pero, insisto, aunque el foco asistencial se ponga en los problemas de la población envejecida, la atención pediátrica es una pieza clave en la estrategia de salud global. Otra cuestión es que a veces esto no entre en las prioridades políticas; quizá se deba a que los niños no votan...

-¿Se está gestionando bien la pandemia del H1N1?

-Me ha sorprendido mucho la controversia que hay en España. En Estados Unidos ha habido momentos en que se ha duplicado la asistencia en las Urgencias pediátricas, ha habido fallecimientos de niños obesos o con asma, pero también sin factores de riesgo previos. Y no se ha desatado la alarma que se ha dado en España. Me sorprende también que los sanitarios españoles hayan sido reacios a vacunarse; en mi hospital, la vacunación ha sido obligatoria, sin que haya habido resistencias: porque ese asunto se ha entendido como una obligación ética. No se puede jugar con la nueva gripe; no podemos bajar la guardia, porque puede haber un segundo pico de incidencia potente. Tampoco pienso que se haya exagerado en la valoración del riesgo: si se hubiese colapsado el sistema, hubiese sido un caos. Si nos hemos pasado de la raya en la alerta, pienso que eso es preferible a no estar preparados.

-Hace usted referencia a la sensatez de Estados Unidos ante la gripe. ¿Cómo explica que eso se dé precisamente en un país donde hay problemas para ampliar la cobertura sanitaria pública?

-Ante todo, debo decir que Obama tiene mucho mérito, porque el sistema político americano es muy complejo, exige negociar, incluso dentro del propio partido. Es un país en el que los jubilados y las personas sin recursos están bajo un paraguas asistencial público razonable; luego, están los empleados en grandes compañías, que están asegurados por sus empresas. El gran problema está en las empresas pequeñas, en las personas autoempleadas: es muy caro para esa gente hacerse un buen seguro de salud. Hay que entender que se trata de una cultura en la que el concepto de la libertad individual es irrenunciable y donde, en buena parte de la población menos informada, se entiende que una gran presencia de lo público implica una derivación hacia el comienzo del socialismo; no en el sentido en el que se entiende en Europa la socialdemocracia parlamentaria, sino en una acepción muy próxima al comunismo, el viejo enemigo.

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