Muchos de los beneficios del ejercicio aeróbico proceden de la sesión de ejercicio realizada más recientemente (aunque existan semanas, meses e incluso años de entrenamiento), y la naturaleza de estos beneficios pueden verse muy afectada por los alimentos que cada persona ingiere después, según un estudio publicado en el Journal of Applied Physiology el pasado mes de enero. "Las diferencias en lo que se come después del ejercicio puede producir diferentes efectos sobre el metabolismo del cuerpo" , afirma el autor principal del estudio, Jeffrey Horowitz, investigador pertenciente a la Universidad de Michigan, en Estados Unidos.

Este estudio realiza una revisión de varios trabajos de investigación anteriores que demuestran que muchos de los beneficios saludables que aporta el ejercicio son transitorios: una sesión de ejercicio produce beneficios para el cuerpo que van dejando de notarse, generalmente, tras unas horas o unos días.

En concreto, el estudio encontró que el ejercicio mejora la sensibilidad a la insulina, en particular cuando las comidas después de la sesión de ejercicio tienen un contenido relativamente bajo de hidratos de carbono. Mayor sensibilidad a la insulina significa que será más fácil para el cuerpo absorber azúcar de la sangre en los tejidos musculares, donde puede ser almacenado o utilizado como combustible. La resistencia a la insulina es una característica de la diabetes tipo II, así como de ser un factor de riesgo importante para otras enfermedades crónicas, como enfermedades del corazón.

Curiosamente, cuando los sujetos que particpiparon en los los estudios comían comidas relativamente bajas en calorías después del ejercicio, esto no mejoraba la sensibilidad a la insulina más que cuando comían las calorías suficientes para cubrir lo que gasta durante el ejercicio. Esto sugiere que las personas no tienen porqué pasar hambre después del ejercicio para disfrutar de algunos de los beneficios que éste aporta al organismo.