uso de las tic en el ámbito de la salud

En las minas de la información

  • El registro sistemático en la botica de los datos relacionados con la historia terapéutica de los pacientes es una oportunidad para desarrollar en términos realistas y concretos los servicios de atención farmacéutica.

Manuel Ojeda es boticario. Autor de la primera tesis doctoral (2010, Universidad de Sevilla) sobre las nuevas tecnologías y el modelo español de farmacia, es una de las pocas personas que pueden documentar fehacientemente su paternidad en la puesta en marcha de la receta electrónica en Andalucía. El licenciado (bueno, doctor) Ojeda entiende su inmersión en el mundo digital como una manera de redefinir y remarcar su identidad profesional de especialista en el medicamento al frente de una botica. Lo que siempre han hecho los farmacéuticos desde que, en el siglo XIII, empezaron a llamarse así, sólo que ahora con un ordenador y una línea de ADSL. Pero registrando esa actividad, porque en la cultura contemporánea de la calidad, lo que no se registra no existe. Por eso, Ojeda (titular de una de las pocas farmacias acreditadas por la Agencia de Calidad Sanitaria de la Junta) ve en las TIC una oportunidad para poner en práctica de manera sistemática y realista los contenidos de un discurso que abanderan las instituciones profesionales del colectivo como nuevo territorio de conquista del respaldo social: la atención farmacéutica. El objetivo es demostrarse y demostrar que al otro lado del mostrador hay pacientes, personas con demandas de salud, no sólo portadores de recetas de las que las boticas extraen un margen de beneficio.

"La crisis ha puesto muchas neuronas a funcionar", dice Ojeda. Las suyas y también las de los gestores de la Administración, la gran pagadora en un mercado intervenido. "Creo que el error de los gestores públicos es quedarse en lo fácil, en el hachazo a los beneficios de las oficinas de farmacia. Hay muchas bolsas de ineficiencia aún por gestionar antes de adoptar las medidas tan drásticas que padecemos, con rebajas de precios y erosiones de márgentes reales que nos lo están haciendo pasar mal a la gran mayoría de los boticarios. Pero -señala Ojeda- esa cortedad de miras es un problema de la otra orilla. Es verdad que cuando el SAS ha estornudado por la crisis, nosotros hemos pillado una pulmonía. Pero hay que mirar al medio y largo plazo. La crisis pasará y creo que lo más sensato es aprovechar esos estímulos que nos obligan a replantearnos muchas cosas para avanzar en nuestro propio desarrollo profesional".

Es precisamente en la crisis donde Ojeda ve una oportunidad para la alianza profesional con las TIC: "Hemos vivido mucho tiempo de un producto, el mero acto de dispensación del medicamento, cuya rentabilidad se ha ido agotando progresivamente, nos guste o no. Es el momento de entender que las personas no piden medicamentos, sino servicios asociados al medicamento y, en general, relacionados con el cuidado de la salud. Para identificar con certeza de qué estamos hablando, las TIC, incorporadas a la gestión cotidiana de la oficina de farmacia, se revelan como la herramienta crítica, la clave para efectuar la transición de un modelo profesional centrado en los márgenes del medicamento a otro basado en la atención personalizada. No queremos ser médicos -explica Ojeda- pero tenemos un mundo propio por desplegar".

"Soy un obseso de no trabajar más, sino de rentabilizar lo que hacemos", dice este boticario. Abrir una ficha a un paciente, registrar los pequeños pero ricos diálogos sobre el medicamento a dispensar y empezar a acumular información es "dejar constancia de lo que hemos hecho siempre". Las tecnologías informáticas crean yacimientos de conocimiento a los que, desde esta perspectiva, el farmacéutico se aproxima como un minero. Un minero de datos. Tal como lo entiende Ojeda, "todo esto no es más que una oportunidad para desarrollar ideas y valores en los que creo profesionalmente". En la explotación de esa información (con todas las garantías técnicas, éticas y legales, claro) puede estar el futuro de la farmacia: "Nos hemos escondido históricamente detrás de la caja del medicamento. Ahora estamos viendo la oportunidad de dar servicios. Todo lo que puede dar de sí -señala este boticario, vicepresidente del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla- la atención farmacéutica, lo que podemos y no podemos hacer, está ya muy bien definido. Pero aún no es operativo. Porque nos falta capacidad de registrar la información que manejamos: lo que queda es que nos entra por la puerta un cierto número de recetas. Sin embargo, las nuevas tecnologías permiten asociar entre sí datos clínicos, farmacológicos, demográficos, epidemiológicos... Es en esa riqueza de información, imposible de obtener ni de tratar sin las TIC, donde está la base operativa de la atención farmacéutica".

De los bytes a las personas. "La clave está en la estratificación de la atención farmacéutica, porque eso nos va a ayudar a tomar decisiones en la vida real. No sólo decisiones de compra. Lo que nos devuelve el registro cotidiano de la información que el paciente va facilitando es precisamente el conocimiento sobre el paciente, ése es el resultado". Y esto, en opinión de Ojeda, es muy valioso: "Es esa información, una vez aquilatada, destilada, estratificada, la que me va a decir qué intervenciones de salud puedo desarrollar en mi entorno, sobre qué personas concretas, qué recursos, materiales y humanos, podré destinar a ello. Y qué precio puedo pedir por ese servicio que ofrezco a la comunidad". Eso es atención farmacéutica en la época de Internet. Un camino que se abre y que, dice Ojeda, "hay que recorrer ahora hasta donde podamos, pensando en dejar parte del trabajo ya hecho a quienes vengan detrás".

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