Decir que San Benito ya está en la calle es sinónimo de que La Calzada al completo también lo está. Bien lo saben los devotos que pacientemente guardaron el sitio -durante una hora y media- para ver en primera fila a los tres pasos de San Benito, cofradía que ayer estrenó faldones en el Cristo de la Sangre y el tocado de Nuestra Señora de la Encarnación Coronada. También se estrenaba, en este caso como costalero, José María Coca. Hermano de San Benito "desde chiquitito" esperaba en la Puerta de Carmona el relevo de costaleros del misterio de Lastrucci.

Un momento de emoción que pudo vivir por primera vez cuando el Pilato se arrió ante una Puerta de Carmona que disfrutó del buen andar de este misterio con una chicotá, que al toque de la Agrupación Musical María Santísima de la Encarnación, cruzó los últimos cien metros de la calle para adentrarse en Muro de los Navarros. Una vez se apagaron los aplausos, junto a los sones de cornetas y tambores de la banda del Cristo de la Sangre retumbaban en la avenida. Mientras, los vendedores de globos hacían negocio en una calle repleta de niños.

Con tan sólo cinco meses, Lola ya ha vestido a su nieto de costalero, indumentaria que su padre Alfredo lleva para cargar sobre su cuello al Cristo de la Sangre que, con solemnidad, pasó entre el murmullo de quienes conocían el 25 aniversario de la muerte de su autor, Buiza. Con la Virgen de la Encarnación llegaron las lagrimas y los momentos para recordar a los que ya no están. Patricia es un ejemplo más de los devotos que quisieron entregar una ofrenda florar a su virgen "de toda la vida".