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Previsión El tiempo en Sevilla para este Viernes Santo

Las Penas

Donde sólo hablan los niños

  • Casi un centenar de niños ponen una nota de color en un cortejo tan sobrio como el que sale de San Vicente

"Papi, ¿por qué va descalzo ese nazareno?". "Porque irá de promesa". "Huy, qué dolor de pies" . "Schsssss, cállate ya, que está saliendo el Señor". En la calle Cardenal Cisneros sólo hablan cuatro monaguillos y el padre de uno de ellos cuando sale el Señor de las Penas. Suena Tejera con la marcha de Pantión. También hablan el capataz y el periodista de la radio que retransmite la salida.

Antes había salido la Cruz de Guía con la saeta cantada por Manuel Espera, que lleva más de 20 años cantándole a la cruz que abre el cortejo y que tomó el relevo de otro cantaor que se pasó décadas haciendo lo mismo. Dicen que es una tradición que se remonta a los mismos orígenes del Lunes Santo como día con procesiones, allá por los primeros años veinte del pasado siglo.

Sale el Señor de las Penas, caído en tierra y mirando hacia la fachada de la iglesia, hacia la esquina con San Vicente y hacia donde se arremolina la multitud porque esta imagen va creando una bulla asimétrica. "Ponte en el otro lado, que le podamos ver la cara al Cristo". Y así se va formando una muchedumbre en la que por un lado y por el otro se puede andar junto al paso.

El Lunes Santo es el día grande de San Vicente. Tres cofradías en 500 metros: Vera-Cruz, Las Penas y el Museo. En dos horas, sin demasiada espera y sin apenas moverse se pueden ver seis pasos. Así que hay lugares estratégicos que se abarrotan, como la esquina de Cardenal Cisneros con Jesús de la Vera Cruz y la de Alfonso XII con San Vicente.

Mientras, en la puerta de la parroquia siguen saliendo nazarenos, ahora los penitentes descalzos que tanto llamaron la atención del niño. Casi cien monaguillos acompañan a los dos pasos de esta hermandad y allí andan todos en una algarabía que contrasta con la sobriedad del cortejo. "Te he visto en la tele", le dice un niño al otro mientras sale la Virgen de los Dolores.

Antonio Santiago, el capataz, saca del bolsillo de su chaqueta un cuadrante en el que tiene a todos los costaleros de su cuadrilla con foto incluida. Se asegura de quién es el patero y le da ánimos. "Así, Manuel, acuérdate de tu padre". Dicen que este hombre, que saca pasos todos los días incluido el Viernes de Dolores y el Domingo de Resurrección, tiene una lista actualizada con fotografía de todos sus costaleros, que son más de mil. Todo un ejemplo de previsión que se traduce en el andar del palio, elegante y con las mecidas muy cortas. Si posee un archivo de la gente que tiene en nómina, todavía debe serlo más para tener perfectamente ensayado cada movimiento.

La cofradía se pierde por San Vicente con una brisa que se convierte en viento. Tanto que el hermano que se encarga de encender los faroles de la pared de la parroquia desiste al tercer intento. Un viento que presagia frío para la vuelta.

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