DUlce Nombre - SoCORRo - soledad

Belleza, fervor y recogimiento para cerrar la Pasión antequerana

  • Los de 'Arriba' y los de 'Abajo' corrieron las vegas, mientras la Soledad puso el duelo

Virgen de la Paz a su paso por la puerta del Ayuntamiento de Antequera.

Virgen de la Paz a su paso por la puerta del Ayuntamiento de Antequera.

El Viernes Santo antequerano no defraudó y las expectativas se cumplieron con la salida de tres cofradías, dejando imágenes de enorme bella en su recorrido por el casco antiguo de la ciudad del Torcal.

Además, las cofradías de Arriba y Abajo, como se conoce popularmente a Socorro y Dulce Nombre, volvieron a contar con acompañamiento militar, ya que infantes de marina y regulares volvieron a desfilar por las calles antequeranas, dejando ver dos estilos totalmente diferentes a su paso.

Antequeranos y visitantes, que abarrotaron las aceras de los diferentes recorridos procesionales, tuvieron la oportunidad de disfrutar de una jornada en la que diez tronos estuvieron en las calles de la ciudad del Torcal.

La primera en iniciar su estación de penitencia fue la cofradía del Dulce Nombre, que con sus cuatro tronos hizo vivir momentos muy intensos en su salida, con los arriba de los hermanacos (hombres de trono) que portan los tronos del Niño Perdido, Dulce Nombre, Cristo de la Buena Muerta y Virgen de la Paz. Tronos que posteriormente realizaron un encuentro en la plaza de San Sebastián bajo la escolta de los infantes de marina.

Esta cofradía también dejó a su paso algunas de las estampas de mayor riqueza visual se la Semana Santa Antequera, ya que a su paso junto al Arco de los Gigantes de puede vivir el atardecer al paso del Nazareno, la caída del sol en la Vega antequerana al llegar la Cruz de Jerusalén y la caída del manto negro de la noche, como si fuese un guiño al color de la saya de la Virgen del Socorro, al llegar su trono a este mismo punto.

Ambas cofradías también protagonizaron la tradición de correr las vegas, otro momento único de la Pasión antequerana que remonta su origen en el tiempo. Los hermanacos llevan a paso ligero a los tronos mientras corren también con ellos cientos de personas, en lo que se cree, como versión más extendida, que era una costumbre para llevar a las zonas más altas de la ciudad a las imágenes para bendecir los campos.

Tras ellos, el silencio y la oscuridad de la noche envolvía a la Soledad, cofradía que cerró el Viernes Santo y que tan solo procesiona con un tambor junto al trono de Cristo Yacente y música de capilla tras el trono de la Virgen de la Soledad.

Así se cerraba la Pasión antequerana con una gran afluencia de público y sin incidencias que resaltar, a las espera de que hoy procesione el Resucitado para finalizar la Semana Santa.

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