Semana Santa

Nuevas estampas para el dolor

  • Con San Juan en obras, el Sepulcro buscó una cochera para hacerla capilla

Las obras de San Juan, cerrada al culto desde finales del pasado año, han obligado a que una decena de cofradías busquen nueva sede, y para estos días, a montar los tinglados ya que no podían iniciar su estación de penitencia desde el interior del templo. Esto impidió a los veleños ver cómo Los Vigías, el Cristo del Mar, Angustias o el Sepulcro cruzaban el dintel, sin embargo, dejó otras estampas para la retina cofrade marcadas por los nuevos itinerarios. Ello hizo que el público se dispersase más ya que antes se concentraban en el entorno de la plaza de la Constitución. También hubo cambio de horarios para adaptarse a estos nuevos recorridos

Seis cofradías recorrieron el Viernes Santo las calles y llenaron el centro histórico de luto riguroso, tambores roncos y rezos. La primera en iniciar su estación de penitencia fue la Cofradía del Santísimo Cristo de los Vigías y Nuestra Señora del Mayor Dolor que tuvo que buscar la plaza del Carmen - en el tinglado ocupado por El Rico y la Piedad -como punto de salida. La adelantó a las 18:20 para sí poder tener plantada la cruz guía en la plaza de la Constitución como en años anteriores.

Por primera vez, al Cristo de Los Faroles se le pudo ver subir calle Romero Pozo. Por poco tiempo se espera que lo haga El sólo, ya que la hermandad trabaja en la posible salida de su Virgen bajo palio y ya cuenta con un proyecto para adaptar el trono del Señor. Por tercer año consecutivo le acompañó la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Piedad y María Santisima de la Estrella de Jaén que sonó sublime con su Requiem Vigía.

Tras esta cofradía de imponente Crucificado comenzaba su caminar la Cofradía Franciscana del Santísimo Cristo del Amor en su Sagrado Descendimiento y María Santísima de la Caridad. Ambos tronos lo hacían desde la plaza de la Constitución. Al de la Señora se apreciaba una reestructuración de los arbotantes delanteros posiblemente para facilitar las maniobras en las estrechas calles veleñas. Lució con mucho gusto la nueva toca de sobremanto en oro bordada por Ruiz Carmona. Perfecta conjunción con su banda, la de cornetas y tambores de Nuestra Señora de la Caridad que este año celebran el 25 aniversario de su fundación con el Cristo y la Banda de Música de Las Golondrinas con la Virgen.

La tercera de las cofradías que iniciaba su salida penitencial fue la Real, Venerable, y Muy Antigua Cofradía del Santísimo Cristo del Mar, María Santísima de las Penas, San Juan Evangelista y Santa María Magdalena. Un año muy especial porque las obras de San Juan le han obligado a volver, como lo hiciese hace diez años a la calle Carrera. Fue impresionante el paseo de los horquilleros en cualquier punto del centro histórico y emocionante cuando se escuchaba a su Banda, la de cornetas y tambores del Santisimo Cristo del Mar interpretando temas como Cristo del Mar, Mar de Penas o Madre y Señora de mis penas.

Muy esperada era la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias Coronada. El pasado año consiguió está distinción canónica que lució esplendorosa y que la hizo convertirse en la primera de las Vírgenes de la Semana Santa veleña. No fue posible verla desde San Juan pero los hermanos le buscaron un enclave en su plaza, y muy cerca de la de la Constitución. Tras Ella se ponía en marcha el cortejo de la Real y la Cofradía del Santo Sepulcro. Es la Oficial de Vélez - Málaga y por ello le acompañan los miembros de la corporación municipal. De todas las de San Juan fue la que eligió el lugar de salida más lejano de su sede canónica. Lo hizo desde calle Cristo, lo que permitió abrir todavía más los recorridos. Para ello, los hermanos acondicionaron a modo de capilla una cochera que le prestó un vecino de la ciudad. Solemne fue su paso con las marchas fúnebres y los tambores roncos que incluyeron además un peculiar redoble. Como manda la tradición, sus cofrades les entregaron a los Servitas antes de comenzar la estación de penitencia la corona de espinas y los clavos de Cristo.

El cierre lo puso de madrugada la Muy Antigua e Ilustre Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y San José del Carmen. La Virgen de Servitas caminaba llorando la pérdida de su Hijo por las estrechas calles veleñas que se apagaban a modo de pésame. Sonaba un tambor ronco de cola y el estruendo de las matracas y carracas que todavía conservan de siglos para rememorar el momento en el que Cristo expiró.

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