Semana Santa

El paso a las tinieblas

  • La muerte de Cristo oscurece la jornada en el color de sus cortejos y el cielo, que al final de la noche dejó alguna precipitación

  • Santo Traslado estrenó los trajes de la centuria romana

F IN a la Pasión. Sólo queda la muerte. Apenas el silencio consuela a la Virgen María cuando todo ha terminado y nada puede hacer que el Mesías vuelva a la vida. La luz se apaga y se consume para confundirse en la noche del Viernes Santo con la penumbra. Pero, ¿dónde está, oh muerte, tu victoria? Es un espejismo escondido entre procesiones de sabores distintos, de riquezas bajo el capirote. Ayer fue el momento de la inmolación del Cordero. Hoy es Domingo. Y Cristo te ha vencido.

DOLORES DE SAN JUAN

La casi imperceptible cruz de San Juan que se ubica en el nuevo pavimento frente al templo desconocía aún el carácter de la hermandad de los Dolores. Como ella, parte del público congregado en torno a la puerta de la que parten los tronos no entendía que el silencio es parte del sello de esta corporación. Puntual a su cita se abrieron las puertas para que la torre diese los toques de duelo. El cortejo iniciaba su caminar mirando al frente, con los cirios encendidos y al cuadril, para que la ciudad pudiese vestir su corazón de luto.

El Santísimo Cristo de la Redención y su trono procesional protagonizan una de las estampas más esperadas de la jornada. Cuidada al milímetro su salida, con las voces justas de los capataces, pues su objetivo es llegar a la Catedral para realizar su estación de penitencia. Bajo los sones de una capilla musical propia, las andas se dirigieron hacia San Juan para buscar el convento de las Hermanas de la Cruz en la próxima plaza de Arriola.

Unos minutos más tardes lo haría la Virgen de los Dolores, ataviada con exquisito gusto por su hermano mayor, Rafael de las Peñas, y con el manto de procesión que estrenó en 2017 como si llevase toda la vida a sus espaldas. Las piñas de flores, con claveles blancos, aportaron el contraste al conjunto, medido en ejecución al extremo. La corporación mantuvo un constante ritmo hasta llegar al recorrido oficial y, una vez de vuelta a su templo, tuvo que sobreponerse al difícil público en un entorno que no es el más apropiado para la hermandad, como la Tribuna de los Pobres. La silueta del Cristo de espaldas, recordando al cartel de la Semana Santa, quedaba enmarcada por la luz en Comedias para retornar al templo.

monte calvario

La maratoniana jornada de Viernes Santo pone de entre aviso las pocas fuerzas que quedan con el inicio de las primeras de las procesiones a las 15:00 de la tarde. La salida del Monte Calvario desde el Santuario de la Victoria congrega al auténtico público cofrade superviviente del día anterior. El Cristo salió a los sones de Benigne Fac Domine, gustosamente exornado el catafalco con un frisio de lirios morados. Durante el recorrido oficial, la banda de Mena interpretaría Ione, dentro de un enclave que poco o nada acompaña al luto por culpa de los niños que -otro día más- volvían a corretear por la zona. La combinación de tramos en silencio con marcha embellece el discurrir del primero de los tronos por las calles de la ciudad.

La hermandad volvió a poner en la calle la compostura y seriedad que tanto les caracteriza, aunque con un escaso cortejo en la primera de las secciones. No ocurrió lo mismo en la Virgen donde, además de presentarse más numeroso, se pudo ver a una sección de niños con capirote, signo inequívoco de un futuro asegurado. La Virgen del Monte Calvario pisó las primeras rosas del barrio mientras sonaba Flor del Calvario, de FJ Criado, escoltada bellísimamente por unas piñas de rosas. Especialmente cuidado el detalle de las velas de la candelería que lució la durante la procesión además de las clásicas tres cruces del Calvario, la cruz de Jerusalén y el Cháritas. Las velas más cercanas a la Virgen estaban pintadas con el emblema "Lágrimas de vida" (en referencia a los donantes de órganos) y llevaba dibujada a la Victoria en el templete, obra de Francisco Navarro.

El conjunto de la Virgen se vio especialmente embellecido bajo el cobijo un palio bordado al completo (a falta de la gloria) que relucía con el brillar de la cera.

DESCENDIMIENTO

El marco por el que cada Viernes Santo transita la hermandad del Descendimiento es uno de sus principales atractivos para los espectadores que, en busca de entornos distintos, acuden al largo trazado que separan el hospital Noble del centro histórico. La cúpula del Paseo del Parque o la fachada del Museo de Málaga envuelven su cortejo en una dimensión que lo reduce, por la grandeza de las construcciones humanas y naturales, a un tamaño que no corresponde con la realidad. Su camino es complicado y, lejos de buscar momentos de interés, la corporación debe centrar su objetivo en fidelizar público y hermanos a lo largo del año para explotar su imán en la calle.

El viento se convirtió en uno de los principales enemigos de la hermandad de La Malagueta. Las rachas dificultaron el movimiento a un cortejo nazareno que, casi en Molina Lario, debía sostenerse el capirote. El Cristo avanzó a tambor para recuperar tiempo y mantuvo su sello floral con tonos morados sin estridencias. La Virgen de las Angustias, ante la mirada del cardenal Herrera Oria -escoltado por dos antiestéticos urinarios- llegó con Cristo de la Agonía a los pies del Málaga Palacio a la voz del capataz, que pedía más esfuerzos para no llegar tarde a su posición en el recorrido oficial.

Destacable el exorno de la Virgen, compuesto principalmente por rosas, alhelíes y orquídeas, así como la presencia del cirio Lágrimas de Vida en su candelería, una labor solidaria que avanza imparable entre las hermandades de la ciudad. Su dedicatoria, para la emoción de sus hermanos, quedaba sellada para Kiko Rivas, quien trabajó para poner en el lugar que corresponde a la corporación nazarena.

TRASLADO

Dentro de las tinieblas del Viernes Santo que rodean a la cofradía trinitaria, la implorante Virgen de la Soledad de San Pablo abre la puerta a la esperanza dentro de la majestuosidad de su conjunto. Pocas cosas resultan tan estremecedoras como apreciar su discurrir a los sones de su marcha homónima. Sin embargo, este esplendor dentro del luto, no puede servir para desviar la atención de las carencias que rodean a la actitud de la hermandad en la calle, especialmente en la sección del Cristo. Pese a la cantidad de enseres, incluida pinacoteca, que la cofradía saca a la calle, se aprecia con pena la escasez de cirios que anteceden el paso de los tronos. Y, si además de la cantidad, nos referimos a ciertas actitudes, queda de manifiesto la necesaria reflexión que hay que tomar al respecto.

Estrenaba la cofradía los trajes de romano, tan característicos en el cortejo, que supone un paso al frente digno de reconocer.

La banda de cornetas del Cautivo acompañó al trono del Cristo, interpretando con gusto La Fe a la salida de calle Granada. Sin embargo, el foco de atención no recae en la calidad musical, -sabido es por todos el gran nivel del que goza la formación- sino sobre si debería llevar otro acompañamiento musical más acorde a lo que supone salir un Viernes Santo y con una escena pasionista como la que representa el misterio. Entre parada y parada, el tema de conversación de los hombres de trono parecía ser el punto negro de Tejón y Rodríguez.

La Virgen presentó un cortejo algo más numeroso que en el caso de la primera sección, aunque no por ello suficiente para una cofradía como la Soledad de San Pablo. Con todo esto, ver a la titular mariana enfilar calle Comedias a los sones de Aquella Virgen alcanza la categoría de delicia, constituyendo el núcleo de mayor brillantez de toda la procesión.

amor

Resulta apetecible comenzar la jornada de Viernes Santo en el barrio de la Victoria, especialmente para aquellas que encontraron el descanso de su cama con las primeras claras del día después de encerrar la Esperanza. Lo acorde de la hora (poco antes de las 18:00), junto con el sabor de un barrio con historia y la calidez de un sol que. que ya empezaba a decir adiós, ofrece un escenario único para presenciar la discurrir de la hermandad del Amor. No fue impedimento el viento -ligero, pero presente- para que muchos de los espectadores acompañaran su atención con un helado o una granizada, sirviendo como antesala de una primavera que desaparecería horas más tarde dejando paso al frío y la lluvia.

En cuanto a la procesión, se vio un cortejo nutrido que supo guardar la compostura durante todo el recorrido -posiblemente de lo mejor del día en todos los aspectos-. Los equipos penitenciales, con las referencias a los agustinos en la esclavina y la correa, invadió todo el barrio de la Victoria. Hasta tal punto que, cuando la Virgen se asomaba por el Compás, la cruz guía ya estaba en el Astoria.

La cofradía volvió a conjugar a la perfección el carácter fúnebre con una cruceta sobria y cuidada que, además de por la elección, brilló por la calidad musical de la banda de cornetas de la Esperanza. Otro día más, rozó la excelencia, especialmente interpretando marchas de corte clásico como Soledad de San Pablo. Exaltación sonaría más adelante, inmersa la procesión en una vorágine de luto. Además, el trono del Señor lució un monte de corcho exornado con flores silvestres moradas a juego con la cera de los fanales que escoltaban el cajillo. A destacar la tarea de los floristas de Pinsapo por la labor realizada en tantos tronos durante toda la Semana Santa.

Por su parte, la Virgen de la Caridad, con rosas del mismo color en las piñas, hizo alarde la voluminosidad de su trono al abandonar Fernando el Católico. Ya adentrado en la plaza del Santuario, Eloy García interpretó Málaga a su Virgen de la Victoria, pieza que se escuchó en reiteradas ocasiones durante los días anteriores en referencia a la Patrona de la ciudad. Desde México llegaban las oraciones de un joven novillero que en 2013 portó a la Virgen durante el Mater Dei y que todos los Viernes Santo le enviaba un mensaje a sus compañeros del otro lado del charco pidiendo una foto de la Dolorosa para reforzar aquel lazo de devoción. Otro año más, la tradición estaba consumada.

piedad

La hermandad del Molinillo sigue siendo nexo de unión entre un barrio y la devoción a su Virgen. Supone un enorme éxito ver como tanta gente se vuelca con esta cofradía dentro de un enclave en el que el descanso parece ser la mejor opción para muchos malagueños. Así, la Piedad lució tanto por el buen número de nazarenos que desfilaron por las calles de la ciudad, como de las cantidad de promesas que iban tras la imagen de Palma Burgos, al que por cierto, se le rindió homenaje durante la procesión con la representación que cerraba el cortejo. Desfilaron nazarenos de la Sangre, Zamarrilla, Mena, Gitanos, Humillación y la propia Hermandad, todas ellas vinculadas con el imaginero de alguna manera.

La referencia al escultor, del que se cumplen 100 años de su nacimiento, también estuvo presente en el plano musical, interpretando la banda de Zamarrilla -algo mejorable en calidad- la marcha Palma, divinas manos. Desde la lejanía de este armatoste de hierro que supone el fin del recorrido oficial,se escucha el sonida de una campana que sobrecoge. Ese ruido a muerto, a luto y a respeto manda callar a cualquiera que pretenda ver pasar a la cofradía, por mucho que el público en algunos tramos no sepa estar a la altura -otra vez-. Además, la implicación de la juventud en esta cofradía añade un plus a la labor realizada en la calle, viva expresión de una herencia que empieza a dar sus frutos. Llegó el trono a tambor ronco, y se marchó de la misma forma, ondeando el sudario de la cruz por el viento, estela inequívoca de un final que estaba llegando.

sepulcro

Lejos de las constantes idas y venidas de personas con demasiado afán de sentirse en una pasarela por calle Alcazabilla, la apertura de puertas e inicio de la procesión del Sepulcro hiela el ambiente mientras el cielo da paso a la noche en tonos rosas y azules. Cristo ha muerto y la cofradía oficial de Málaga pone el broche al luto con un cortejo excepcional en sus formas y continente. Es necesario que los mayores también se integren en la comitiva con capirote, como el caso de esta hermandad, o sean espectadores, sin formar parte de presidencias a cara descubierta.

La marcha fúnebre de Chopin en las notas de la Banda Municipal sacaron el catafalco de Granda y Moreno Carbonero a la calle para que el silencio reinase, salvo por el sonido de las palmeras. Los ciriales, en formación de barrera, pierden atractivo ante la falta de sentido de su posición. Desde la calle no hace falta adivinar la silueta del Cristo para entender quién procesiona arriba. Finalizada la marcha, el trono continuó avanzando en silencio.

Unos minutos más tarde saldría, para encoger la pirámide de cristal, el trono de la Virgen de la Soledad a los sones de su marcha propia creada por Perfecto Artola en los sones de la banda de la Esperanza. El conjunto procesional marca un sello propio que supera las espectativas de la jornada y cada elemento está en su justa medida. La Virgen estrenó un broche realizado por Manuel Fenoll en recuerdo de Antonio Moreno Quintero, así como la medalla del besacinta de la Virgen de la Victoria en un bonito guiño a las efemérides de la Patrona.

Antes del recorrido oficial se incorporaron, delante del trono del Cristo, las representaciones de las corporaciones públicas y civiles, mientras que el cortejo doliente lo abrieron los miembros más destacados de la curia malagueña, encabezados por el Obispo, y la Agrupación de Cofradías.

SERVITAS

Todo Viernes Santo culmina en San Felipe Neri. La Venerable Orden Tercera de Siervos de Nuestra Señora de los Dolores suponen un hito distinto para la expectante ciudad que, por unos minutos, pasa a formar parte de las tinieblas que buscan la nueva luz. El cortejo de Servitas recuerda una de las escenas de épocas pretéritas donde todo se basaba en el rezo y la contemplación a la luz de las velas trinas que sus nazarenos portan.

Lejos de tener el público deseado, una nota a mejorar desde la exigencia de respeto entre las propias corporaciones, siempre quedan los cofrades y las familias que contienen la respiración al paso de la Virgen de los Dolores. La misma que, apenas dos veces al año, sale de su capilla y transforma las amplias avenidas y calles, como Larios, en íntimos escenarios. Los flashes de los móviles saltan en fotos inservibles por todas partes mientras la imagen pide un cambio, como única medida a reseñar para mejorar, en su iluminación: más velas para resaltar su rostro.

Cuando el cortejo avanzaba por el recorrido oficial, los paraguas hicieron acto de presencia en uno de los pequeños chubascos que importunaron la jornada. Por su historia y patrimonio, los miembros de la Orden decidieron que el redoble de Bomberos acelerase y, en la tribuna principal, apenas durase un minuto más de lo debido el tránsito por este enclave, a oscuras, salvo por las grandes firmas. Esta situación llevó a que, en menos de media hora, las andas estuviesen de vuelta en su templo, culminando la jornada con antelación frente a lo previsto en los itinerarios de bolsillo.

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