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Alarma roja y parpadeando (2-0)

  • El Sevilla escarba aún más en su crisis y se empeña en no defender. Álvarez, destituido a medianoche, les dio galones a Acosta y Romaric desenterrando el 4-4-2 y acabó bailado por un don nadie

¿Cómo explicar esto? A la situación en la que se encuentra el Sevilla se llega de muchas maneras. Con un mal entrenador, que es lo que está pensando todo el mundo, también. Pero no sólo por eso. El entrenador, que a medianoche fue destituido y relegado por Gregorio Manzano, es sólo una de las patas de esta mesa que lleva cojeando desde el mes de agosto. Y mucho antes incluso.  

 

Lo que pasa es que la situación ya es muy llamativa. La alarma estaba avisando con encenderse. Bueno, no. Estaba encendida. Lo de anoche en Alicante, vergonzoso para quien esté esperando carnaza, lo que ha hecho es poner a parpadear esa luz que si ya estaba roja, ha tomado un tinte encarnado aún más fuerte. Y después del parpadeo lo que viene ya se sabe: la bomba estallando. Porque además el jueves lo que le espera al Sevilla es leña de verdad.  El Borussia Dortmund ha ganado sus últimos seis partidos (cinco de liga y el de Europa en Ucrania). Los alemanes están lanzadísimos y ya se sabe las consecuencias de una derrota, que sería la segunda, en la liguilla de la Europa League. 

 

Pero vayamos a lo de ayer. El Hércules, un don nadie, se merendó a un Sevilla entregado, un Sevilla que provocó que se entonara el "que bote el Rico Pérez", lo cual debería sonrojar a más de uno y de dos futbolistas que pisaban ayer su cuidada hierba alicantina, aunque también a algunos de los que estaban en el palco, tan culpables como el entrenador de hasta dónde ha llegado esto.

 

El entrenador puso bastante de su parte ayer, todo hay que decirlo. Y no porque sacara a Romaric. Hasta cierto punto el once que presentó era entendible. Con lo del jueves era lógico que Álvarez moviera el banquillo y también que si su deseo era recuperarlo, el de ayer fuera el partido más indicado para ello. Que jugara en una cita poco exigente y fuera de casa para que no le chillaran, era irlo metiendo con un poquito de anestesia. Pero lo que no entraba en el cajón de lo justificable era lo de Acosta, su titularidad, y mucho menos volver a ese 4-4-2 que parecía casi enterrado. Se le veía al técnico intenciones de querer darle bola, pero sacrificar para ello a un centrocampista era volver al punto de otras tantas veces y otras tantos desastres, ya contados y analizados.

 

El resultado fue el diluvio universal en el peor momento y con el peor enemigo, un recién ascendido. Porque el Sevilla no sabe defender y los equipos siempre se ha dicho que empiezan a contruirse desde atrás. Así es imposible y con Zokora de ancla siempre lo será. Nada está controlado, todo está en el aire y la moneda lo mismo puede salir cara si los de arriba están acertados -con Acosta esto es imposible- o cruz, ocurriendo esto último las más de las veces. Los laterales del equipo rival llegan siempre. Ante el Racing fue Pinillos el que marcó, ayer Cortés entraba cuando quería y Kiko Femenía fue esta vez el que pasaba por allí para poner el balón del segundo gol de Trezeguet, un delantero semiacabado que antes de irse a Qatar o la liga estadounidense ha querido parar aquí porque la familia de su mujer es de Alicante. Bueno, pues ése hizo lo que quiso con Alexis.

 

El partido del Sevilla en la tierra del turrón se pareció mucho al del debut de Antonio Álvarez en Villarreal. Y ya no debería haber cometido errores de debutante. Aquel día Romaric, que es un jugador que habría que aprovechar pero que también hay que arroparlo con más gente a su lado, llegaba tarde a todos los cruces, no seguía a ningún rival y el Sevilla, como ayer, se iba al descanso con 2-0 en contra y la gente de la grada haciendo la ola. 

 

Aunque es verdad que anoche todo podía haber acabado de otra manera si el Sevilla no hubiera desperdiciado una ocasión de libro cuando los cuerpos no habían empezado a sudar. El Sevilla le buscaba con falicidad la espalda a la zaga local, pero el que estaba por allí porque lo había alineado su entrenador era... Acosta.

 

El Sevilla fue siempre a remolque. Horriblemente organizado y con un agujero tremendo en el centro, cada jugada sin peligro acababa con facilidad en el área de Palop. El poder de reacción, sencillamente, no existió. Ni Perotti, ni Negredo, ni Guarente pudieron arreglar aquello y el segundo tiempo, más que de amor propio nervionense, fue un correcalles indigno de un equipo que ha sido lo que ha sido. 

 

Injusto o no, en estos casos la cabeza que rueda suele ser siempre la misma y la verdad es que se ya se le veía muy mala pinta al cuello de Álvarez. Su destitución como técnico era la única forma de zanjar una crisis pero de las gordas. Y así fue a medianoche. Llega Manzano

- Ficha técnica:

2 - Hércules: Calatayud; Cortés, Abraham Paz, Pamarot, Peña, Fritzler, Abel Aguilar, Kiko Femenía (Rufete, m.84), Tiago Gomes, Drenthe (Sendoa, m.76) y Trezeguet (Portillo, m.73).

0 - Sevilla: Palop; Dabo, Escudé, Alexis, Navarro, Alfaro (Perotti, m.55), Romaric, Zokora (Guarente, m.75), Capel, Acosta (Negredo, m.55) y Luis Fabiano.

Goles: 1-0, m.20: Trezeguet, de penalti. 2-0, m.37: Trezeguet.

Árbitro: Teixeira Vitienes, F. (Colegio Cántabro). Amonestó a Trezeguet y Abel Aguilar, por el Hércules; y a Dabo, por el Sevilla.

Incidencias: Partido correspondiente a la quinta jornada de Liga en Primera División, disputado en el estadio Rico Pérez ante unos 20.000 espectadores. Los jugadores del Hércules saltaron al campo con una camiseta en la que se leía "Ánimo Ruz", compañero en el ascenso a Primera y ahora en el Gimnàstic de Tarragona, que ha sufrido una grave lesión de rodilla.

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