Liga europa

Peros en la progresión (1-1)

  • El Sevilla se quema tras jugar con fuego durante toda la segunda parte frente a un Estoril claramente inferior. Los blancos acaban fundidos, aunque se clasifican pese al empate.

Jarro de agua fría en la progresión del Sevilla de Unai Emery. El empate final del Estoril no tendrá consecuencias en lo referente a la clasificación de los blancos para los dieciseisavos de final de la Liga Europa, que ya está sellada, pero sí puede ser trascendente con vistas a la senda que deberían desbrozar los nervionenses si quieren llegar lejos en esta Liga Europa. Quedar segundos clasificados en el grupo supone cruzarse con un rival procedente de la Liga de Campeones y ése es el peaje a pagar si el necesitado Friburgo se impone en la última jornada a los nervionenses en la Selva Negra alemana. 

Pero peor que esas cuentas, que ya tendrían realizadas con seguridad los profesionales que ocupan los despachos del Ramón Sánchez-Pizjuán, fue lo que tiene que ver con la imagen del equipo. Es incomprensible que el conjunto de Unai Emery acabara tan fundido ante un modesto Estoril contra el que se puso con ventaja muy prontito, concretamente en el minuto 7, cuando Gameiro remató a la red con seguridad un excepcional pase de Reyes tras una brillante jugada, caño incluido y otro regate posterior. Esa acción daría paso a una primera mitad bastante prometedora, con varias ocasiones de gol, pases del utrerano dignos de ser enmarcados y un dominio del juego que no auguraba, ni muchísimo menos, una segunda parte absolutamente en las antípodas.

El problema, sin duda, estuvo en el combustible y eso sí conduce a unas conclusiones extrañas, en un punto equidistante entre la incredulidad y la preocupación para todos los que sienten en sevillista. ¿Porque cómo se puede venir abajo de esa manera tan lamentable un equipo en el que sólo cinco futbolistas habían repetido titularidad respecto a la noche de la goleada al Betis? Emery sí había refrescado al once y sólo dejaba en el mismo a Fazio, Alberto Moreno, M'Bia, Rakitic y Reyes, medio equipo, y eso hace aún más incomprensible el bajón general en el segundo tiempo.

Sin embargo, a pesar de las explicaciones que puedan ofrecer los profesionales en esa materia física, fue un hecho incuestionable que el Sevilla se fue hundiendo poco a poco en esa parcela y permitió de esa manera que un grupo tan escaso de calidad como el Estoril fuera ganando metro a metro hasta llegar a Javi Varas. Seguro que habrá quien pueda argumentar que los portugueses no tuvieron apenas ocasiones de gol y que Vitolo sí tuvo un par de ellas bastante claras antes del empate final de Bruno Fernandes, pero era una sensación generalizada que esa igualada estaba bastante cerca en todo momento. Tanto que se consumó en el marcador después de un gravísimo error de Jairo, que perdió un balón muy fácil en la salida de los suyos para provocar una descolocación generalizada que conduciría al uno a uno final.

El yerro fue de Jairo, pero la verdad es que pudo ser de cualquier otro de los futbolistas que en esos momentos estaban sobre el terreno de juego, pues el Sevilla era una verdadera máquina de entregarle la pelota al Estoril, incapaz de conducir el esférico hasta zonas de seguridad que lo permitiera respirar. En eso, por supuesto, tuvo mucho que ver un apagón físico inesperado. Bueno, inesperado si se tienen en cuenta las cinco permutas en el once inicial, pero no tanto si se veía que Rakitic sencillamente no puede aguantar más sin un descanso. Está claro que Emery está exprimiendo en exceso al suizo-croata y esto le comienza a pasar factura al líder del grupo. A él y también a todo el equipo, que echaba en falta una vía para darle salida al balón para poder respirar en las zonas más atrasadas.

Es la responsabilidad del técnico vasco y ayer se vio incluso más claro que otras veces que Rakitic necesita parar, que su cuerpo le está mandando avisos sobre las exigencias de jugar casi todos los partidos de su equipo. Ya debió descansar en otras ocasiones con menos en juego, también ésta pudo ser oportuna después de la euforia generada tras la goleada del derbi y el buen momento de Reyes en la distribución, pero otra vez se le volvió a pedir un  esfuerzo a Rakitic. Si a los entrenadores se les llena la boca a la hora de proclamar que ningún futbolista es imprescindible, y Emery no es una excepción en este sentido, cuál es la razón para exprimir tanto a la estrella. El resultado fue el castigo a esa decisión y una vez que se cierra el debate sobre la posición del suizo ahora se abre con urgencia el que tiene que ver con ese físico que comienza a emitir señales de alarma.

Ahora ya queda el regusto amargo de la igualada del Estoril, que borra algunas de las buenas sensaciones generadas con anterioridad. Sobre todo en una primera mitad en la que Reyes volvía a abrir el tarro de las esencias a la hora de meter pases a los suyos y de superar a rivales con su gran calidad. El Sevilla, tras el gol de Gameiro, debió sentenciar aquello, pero siempre se quedó en el huy, incluidas las dos claras oportunidades con las que se encontró Vitolo en la recta final del encuentro. Además, pese a los intentos del Estoril, el equipo blanco parecía mucho más sólido y apenas concedía acercamientos a Javi Varas. Hasta que Jairo perdió ese balón cuando más fácil lo tenía para la contra y todo el edificio se derrumbó. Demasiados peros en el día de la clasificación, pero no fue el mejor día para este Sevilla en progresión.

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