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Sueños colectivos y sueños individuales

  • El Sevilla, como saciado a falta de 7 jornadas, desperdicia una buena ocasión de ganar en Mestalla y afloja en su pugna por ser tercero

  • Sampaoli y la AFA crean un contexto dañino

N'Zonzi recorta usando su cuerpo ante la entrada del insistente Zaza.

N'Zonzi recorta usando su cuerpo ante la entrada del insistente Zaza. / kai försterling / efe

Mestalla es un estadio difícil. De hecho, el Sevilla ha perdido allí en las últimas cuatro temporadas, coincidiendo con un periodo exitoso del equipo. Es más, el empate podría haberse denotado positivamente en otro contexto, puesto que el Valencia llevaba seis victorias consecutivas allí hasta la visita del equipo de Jorge Sampaoli. Sin embargo, el resultado, y la forma en que el técnico y sus jugadores encararon el tramo final, con un cambio por hacer, dos delanteros sentados en el banquillo sin jugar y poca llegada, poca hambre, evidenciaron una llamativa falta de entusiasmo, de pujanza, en un equipo que quiso luchar por ser campeón de Liga hace apenas mes y medio aproximadamente. ¿Qué ha saciado el hambre del Sevilla?

Hay que irse a los contextos, tan necesarios para explicar acontecimientos tan dispares como un partido de fútbol o los incidentes de la Madrugada del Viernes Santo en Sevilla, para encontrar respuestas. A los contextos y a los individuos que provocan esos contextos. El Sevilla de otros años era un grupo que soñaba unido con alguna meta. Eran sueños colectivos, fraguados sobre el esfuerzo de un grupo que se consideraba a sí mismo una familia. Y en la primavera esos sueños comenzaban a cuajar. El Sevilla actual ha dejado de ser esa familia que soñaba unida. Empezando por el entrenador, que no supo parar en julio el caudal de noticias procedentes de Argentina vinculándolo al banquillo de la selección de Messi.

El mero hecho de reiterar que su sueño es entrenar algún día a Messi ya ha venido siendo un matiz negativo en este contexto que el entrenador no supo frenar. Tiene derecho a soñar, pero demostrar que sus sueños son distintos a los del equipo que dirige, tan palmariamente como en aquel abrazo a Neymar -Ney lo llamó cariñosamente en la rueda de prensa del Camp Nou-, el hombre que expulsó a Vitolo, acaba produciendo una desintegración interior que impide dar ese plus necesario para luchar de verdad por ser el tercero de la Liga. Ganar en un campo como Mestalla, además, requiere algo más que sacar a Montoya por Franco Vázquez en el minuto 82, con Ben Yedder y Vietto calentando banquillo...

Cuando el Sevilla remontó al Madrid en la Liga fue muy llamativa la imagen de Ben Yedder y Nasri lanzándose como posesos por el balón dentro de la portería tras el autogol de Sergio Ramos. Esa hambre es lo que le falta a un Sevilla actual que, desde fuera, parece algo huérfano de liderazgo. Conserva la posesión del balón como seña de identidad, ha mejorado en el robo adelantado con la vuelta de Franco Vázquez -propició la ocasión más diáfana del Sevilla, el disparo al palo de Jovetic-, y supo amarrar a un equipo inquieto y en racha. Pero... acabó conformándose con un empate que lo aleja del Atlético.

En la previa del partido se habló más de la reunión del abogado de Sampaoli con el presidente de la AFA que de la necesidad de ganar tras el triunfo del Atlético. Y al jugador eso le llega, claro que le llega. Monchi no pudo impedir que desde la Roma filtraran sus reuniones con los dirigentes del club italiano, pero al menos zanjó el asunto anunciando su marcha. Quizá el momento no fue idóneo, pero tuvo poca elección. Sampaoli no ha sabido manejar el rumor sobre su futuro. Y las medias verdades son tan dañinas como las mentiras y los abrazos a Ney. Que le pregunten a su abogado...

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