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La calma lo hizo ganador

  • El Sevilla logra un triunfo que zanja las dudas en un momento y un escenario complicados. Álvarez se decantó por la lógica, dio galones a los italianos y el equipo tuvo capacidad de reacción y fuerza para controlar

Pocas veces un triunfo  puede considerarse más balsámico que el que logró el Sevilla en La Rosaleda. En un momento muy delicado, por las dudas que el mismo Antonio Álvarez despertó con sus bandazos de criterio ante el París Saint-Germain, el técnico apostó por una alineación lógica ante la situación creada, reforzó la medular, les dio galones a los dos italianos de la plantilla y el equipo respondió con enorme fuerza mental en un escenario complicado, como siempre es el estadio malacitano.

Fue un triunfo trabajado  sobre la premisa de la calma, una cualidad que se echó de menos el jueves pasado. Algo conservadora, quizá, pero basada en la tranquilidad y hasta en la frialdad que transmiten Guarente o Cigarini, que nunca quisieron arriesgar pese a que el equipo incluso se puso por detrás en el marcador. Esta apuesta y la combinación de madurez y calidad de Perotti hicieron al Sevilla ganador

Ante la situación que provocó la derrota ante el PSG y las bajas acumuladas del equipo, Álvarez apostó por un esquema con el  que reforzó la línea medular, con carácter italiano. La idea era que Cigarini y Guarente actuaran de interiores, aunque en realidad, el jugador zurdo, ante la libertad de movimientos de los medios malaguistas, tuvo que dar un paso atrás y vigilar las incursiones de Fernando. Es decir, en realidad, el técnico sevillista dibujó un sistema nuevo, un 4-2-3-1 en el que los italianos dieron con una puesta en escena algo reservona. Con mucho más control que llegada.

 

El Málaga, en cambio, aprovechó la movilidad de Eliseu por la izquierda para hacer daño por ahí. Así llegó el córner en el que el equipo de Jesualdo Ferreira se adelantó. Dabo no pudo evitar el cabezazo del alto central Kris y Rondón cazó un espectacular remate,  tras paradón de Palop, ante los lamentos de Zokora, la pareja del venezolano. Aquello podía barruntar tormenta, por las dudas que se le podían presumir al Sevilla. Pero el equipo no se descompuso. No se fue arriba a loco y pudo empatar al poco, con una buena penetración de Perotti. Es más, incluso pudo darle la vuelta al marcador dos minutos después, en otra incursión de Perotti en la que Alfaro, solo en el área, se topó con Galatto, y en unas claras manos de Fernando tras cabezazo de Martín Cáceres que Delgado Ferreiro no quiso ver.

 

De esa forma, el encuentro continuó sin cerrarse. El Málaga seguía amagando. La movilidad de Rondón, Juanmi y Dabo privaba de poder fijar las marcas y atrás el Sevilla sufría cuando  era  superada la primera línea de presión. Así, hubo una fase de amagos por las dos partes, en un duelo que cobraba intensidad poco a poco. Hasta que llegó la jugada de fortuna al filo del descanso, en la que medió la enorme calidad con que Guarente botó una falta y la verdad con la que fue al remate Martín Cáceres, que peinó lo justo el esférico. Quedaba ver cómo aguantaba el Sevilla la previsible reacción malaguista. Y la respuesta fue óptima pese a que en algunos momentos llegara a peligrar el escueto margen logrado en el marcador.

 

Sobre todo por el flanco que debía cubrir Dabo, poco ayudado ante el que cayera por allí, el Sevilla sufrió algunos arreones de un Málaga que siguió apostando por la movilidad de sus piezas atacantes  con la idea de que los defensores sevillistas no pudieran fijar las marcas. Pero  el equipo se mostró firme ante estos arreones de un rival que, lógicamente, apretó por momentos. Pero el centro del campo sevillista se mostró firme, Zokora  supo anclarse por delante de la defensa y el eje de ésta estuvo concentrada para diluir el peligro que llegaba sobre todo desde esa banda derecha en la que Dabo más de una vez se vio descolocado ante los desdobles malaguistas, que fueron de más a menos.

 

Esa firmeza fue clave, como también lo fue que ni Cigarini ni Guarente arriesgaran nunca el balón más de lo debido. Ante cualquier situación de agobio, o de incertidumbre, eligieron quitarse la pelota de encima antes que propiciar que ésta cayera en la línea de tres cuartos del rival. Así, el Málaga fue cejando en sus intentonas, al tiempo que el Sevilla, después de su gran reacción antes del descanso, fue madurando el encuentro.

 

Perotti se echó el equipo encima conforme su calidad y su fuerza le fue comiendo la moral a Jesús Gámez. El argentino fue siempre una gran vía de salida, una referencia a la que se agarraban sus compañeros para que él solito, con sus conducciones, sus regates, sus gambetos, aguantara la posesión del balón. Y esta realidad se fue haciendo cada vez más palpable conforme pasaban los minutos y el Málaga  observaba que cada vez encontraba menos espacios por donde buscarle las cosquillas a la retaguardia sevillista, salvo algún que otro sustillo a balón parado.

 

De esa forma, el Sevilla fue haciéndose con el mando. Sin rifar la pelota, con apoyos en corto para evitar la presión del Málaga, el equipo de Álvarez cada vez jugaba más en el campo contrario, hasta el punto de que el equipo local, pese a ir por detrás en el marcador, sólo salía ya en contados contragolpes. Y para eso fue clave la apuesta italiana de la medular. Ni Cigarini ni Guarente brillaron, pero supieron leer su papel y su equipo se vio ganador hasta cerrar el pleito... Y las dudas.

Ficha técnica: 

1 - Málaga: Galatto; Gámez, Kris, Weligton, Mtiliga; Fernando (Edinho, m.81), Eliseu, Apoño (Sandro, m.70), Juanmi (Luque, m.61), Quincy y Rondón. 

2 - Sevilla: Palop, Dabo, Escudé, Cáceres, Fernando Navarro; Alfaro (Acosta, m.65), Zokora, Cigarini (Romaric, m.82), Perotti, Guarente y Negredo (Kanouté, m.88). 

Goles: 1-0, M.14: Rondón. 1-1, M.19: Alfaro. 1-2, M.46+: Martín Cáceres. 

Árbitro: Delgado Ferreiro (Comité Vasco). Amonestó a Cigarini (m.31), Escudé (m.48), Jesús Gámez (m.52), Dabo (m.59), Perotti (m.69), Acosta (m.77) y Romaric, (m.85). 

Incidencias: Partido de la tercera jornada disputado en La Rosaleda. 

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