La crónica

Más que a celebrar invita a reflexionar (3-2)

  • El Sevilla se impone al Villarreal en un partido competido y deja en el aire la pregunta de por qué está a 8 puntos en la tabla · El final, con los locales fallando goles hechos, fue lamentable por los balones que caían del graderío.

Triunfo de mérito del Sevilla ante un Villarreal que se dejó hasta la última gota de sudor a pesar de su cita europea del próximo jueves. El conjunto de Gregorio Manzano retornó a la senda de la victoria en un partido que tiene más motivos para la reflexión que para la celebración. ¿Por qué? Por una sencilla razón, porque cabe preguntarse hasta dónde podía haber llegado este equipo en el presente curso de haber desarrollado las cosas con un criterio más lógico, sólo más coherente, desde el principio hasta el final, desde la primera jornada del campeonato hasta que se cumpla la que hace 38 en todos los calendarios.

Aparte de leer la estupidez de que el rendimiento ofrecido por Cigarini, uno de los refuerzos estrella, ha sido correcto cuando ha jugado, son muchas las cosas que han influido para que este Sevilla no peleara ayer por una de las dos plazas que dan derecho a disputar la próxima Liga de Campeones, que era lo que debería haber litigado, y ganado, al Villarreal en el vibrante encuentro que se pudo presenciar en el Sánchez-Pizjuán. Y también en el análisis de esos noventaitantos minutos, que es de lo que se trata, comparece otra circunstancia para esa reflexión. A saber, ¿por qué un equipo que comienza de una manera tan brillante por la calidad de sus futbolistas puede sufrir tanto por la dejadez de funciones de su banquillo? ¿Cómo se puede tardar tanto en responder a un cambio táctico del adversario de tanto calado como fue cambiar la defensa para meter más elementos en el centro del campo? Marchena ya era un medio más cuando Negredo metió el 2-0, pues el madrileño pelea el balón con el central Catalá, no el lateral izquierdo, y eso sucedió en el minuto 14. Pero Gregorio Manzano no alteró la disposición de sus piezas hasta que entró Romaric por Rodri en el minuto 59, cuando Marchena ya había recortado las distancias y se oteaba un horizonte inquietante para los blancos. ¿Tan difícil era buscar la fórmula adecuada para sacar provecho en una contra de los riesgos que estaba tomando el Villarreal?

Son preguntas que surgen de forma apresurada, entre el sonrojo que supone ver la actitud de una grada que se dedica a lanzar unos pocos de balones al campo en una costumbre que tiene mucho más de perjuicio que de beneficio para quien la ejecuta, pero que sólo pueden conducir a valorar a un grupo de futbolistas capaz de anotar dos goles como los que ayer contabilizaron Rakitic y Negredo en el primer cuarto de hora del encuentro.

Este Sevilla, a pesar de sus múltiples carencias, que las tiene, efectivamente; incluso pese a las importantes bajas de Kanoute, Jesús Navas y Medel, tres de sus mejores hombres, y hasta Luis Fabiano, si alguien se quiere acoger al derecho de lamentar su marcha en plena temporada; contaba con un potencial humano suficiente para estar un escalón superior. Cierto que está lejos, a años luz, de los dos grandes, pero la distancia con Valencia y Villarreal no tenía que ser tan sideral a estas alturas y basta comprobarlo cuando se ha medido a los dos equipos levantinos en el presente curso. El problema, por tanto, ha estado en la actitud, o en las decisiones técnicas tomadas por quien sea, y aquí se incluye el ras de hierba y los despachos, para que días como el de Getafe se hayan podido producir con cierta frecuencia.

En fin, son las reflexiones a las que conduce este Sevilla-Villarreal en el que los sevillistas arrancaron de una manera pletórica gracias a la excelsa calidad de Rakitic y Negredo, y de Perotti, que fue quien le dio el pase de 30 metros al vallecano. Pero entonces aparecieron algunas carencias desde el banquillo, pues el Sevilla, que monopolizó el balón en el arranque, se quedó sin él cuando Marchena pasó al mediocampo junto a Bruno y Matilla, Catalá hizo de central y Wakaso se encargó de toda la banda izquierda.

El Villarreal, con semejantes riesgos, recuperó la pelota ante un Sevilla que no hallaba ninguna solución desde su banquillo, pues Rodri seguía perdido junto a Negredo y jamás aprovechó la superioridad que había podido haber creado en la zona de Wakaso. El partido, tal y como lo había propuesto Garrido, era ideal para dar un paso atrás y salir a la contra. Claro que eso era imposible con cuatro delanteros, Diego Capel, Perotti, Negredo y Rodri, sobre el terreno de juego.

Ni siquiera el intermedio, ese tiempo de pensar, sirvió para resolver la cuestión. Romaric ya calentaba, pero el 2-1 lo aceleró todo y a partir de ahí el Sevilla al menos tuvo ocasiones de gol, igual que el rival, cierto. Y eso que Romaric jugó casi de delantero centro muchas veces... Afortunadamente, para el Sevilla, los tres puntos se quedaron en casa, pues lo contrario habría sido particularmente lastimoso con las circunstancias que se dieron, es decir, 2-0 en el minuto 14. Y que la rama del espectáculo lamentable de los balones no sirva para tapar el bosque. El Sevilla es, cuando menos, casi igual que el Villarreal y está a 8 puntos de él.

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