Hay veces que la defensa juega un buen partido -entendiéndose como defensa a los cuatro hombres que más cerca tienen al portero- y, al mismo tiempo, el sistema defensivo no funciona a la perfección. O al revés. Lo primero fue lo que le ocurrió al Sevilla ante el Zaragoza, un equipo que dominó demasiado los tiempos del encuentro y que no obtuvo un mejor resultado por no tener a un delantero de garantías.

El cuadro de Manzano ganó un partido con muchas lecturas aunque lógicamente deben pesar las positivas porque sumó los tres puntos, pero que no deben enterrar del todo algunos errores quizá de planteamiento o quién sabe si de evolución que pudieron haber tenido consecuencias en el marcador final.

Defensa

El cuarteto de atrás fue la línea más completa del equipo y la encargada de frenar al Zaragoza cuando el Sevilla tenía que haberlo hecho unos metros más adelante. Pero ahí el desequilibrio fue patente auspiciado por el esquema y los hombres que escogió Javier Aguirre, que planteó un 4-1-4-1 que le dio muchos problemas a Medel. En la zona del chileno al Zaragoza no le costaba nada crear superioridad numérica con Gabi, N'Daw y Ander Herrera renunciando a una de las bandas. Como Rakitic, muy bajo de revoluciones todo el partido, apenas ayudó, el dominio en muchas fases del juego fue maño.

Manzano tardó mucho en sentar al suizo-croata y que antes saliera Medel del campo pudo haber costado caro porque Zokora, ya se sabe, no guarda la posición nunca y convierte en peligrosísimas las transiciones del rival. Eso sí, lo de la defensa fue impecable.

Ataque

El primer problema también tenía que ver con lo anterior, pues Kanoute, a la vez que no conectaba, aportaba poca ayuda a los medio centros en esa pelea que perdían. Al lyonés se le pegaba Ponzio para impedirle recibir y pivotar y tampoco se le ocurría retrasar su posición unos cinco metros que hubiesen sido suficientes. A Negredo le pasaba casi lo mismo con Jarosik e iban a ser los costados los que decidieran: un Perotti activo en la primera mitad y una banda derecha decisiva con un Jesús Navas guadianesco pero actor en dos goles y un Cáceres incansable y valiente.

Virtudes

No era un duelo fácil y el Sevilla tuvo claridad mental para domarlo.

Talón de aquiles

Los partidos internacionales dejaron plomo en las piernas y hubo demasiada inferioridad numérica en zonas clave y demasiados minutos.