Sevilla fc-racing de santander

Un divorcio confirmado (1-1)

  • El Sevilla desaprovecha todo lo buena que se le puso la noche para acabar enfadando a su gente por dar vida a otro rival muy inferior. La imagen no concuerda con un equipo imbatido y bien colocado

No es capaz de buscar el término medio este Sevilla. No es capaz de que su relación con la grada tenga tintes de tranquilidad, de sosiego o de simple expectación por lo que pueda dar de sí. Quizá porque el aficionado no sabe lo que tiene delante. No sabe si es lo que ve por la televisión cuando juega fuera o lo que ve sentado en su localidad del Ramón Sánchez-Pizjuán, esa que dice pagar a precio de Champions sin que por el momento le hayan demostrado que lo que con sufrimiento desembolsa es lo justo. 

No sabe si es el que veía ayer en la primera mitad, cuando se le ponía la cosa muy fácil y lo tenía todo de cara para convertirse en líder, un líder de despecho por todas las críticas que había soportado el proyecto, o el que aparecía tras el descanso e incluso unos minutitos antes: un Sevilla a merced absolutamente de un rival ínfinitamamente inferior que se iba creciendo y creciendo desde las sensaciones que le daba su rival desde el otro rincón. El equipo de Antonio Álvarez vive en un atasco confirmado y, visto lo ocurrido anoche, apelar a la varita mágica del denostado Luis Fabiano puede ser ya no se sabe si la única solución o la solución obligada para intentar que la grada se identifique con su equipo. La imagen de Palop encarándose con el público con el pitido de Ayza Gámez aún resonando en Nervión, en teoría, sólo en teoría, no debería corresponderse con la de un Sevilla hasta ahora imbatido en la Liga en un puesto de privilegio. Pero, claro, la afición quiere ver a su equipo ganar y la verdad es que los días van cayendo y la bonanza del calendario va llegando a su fin. Ahora queda el Hércules fuera, como le gusta a este Sevilla de Álvarez, y llega ya lo gordo: Dortmund, Atlético de Madrid... 

Y lo mejor que le podía venir a este Sevilla de la indefinición era un rival que se presentara en Nervión entregado como corderito esperando ser degollado. Prácticamente así llegó un Racing que soñaba con imitar el orden con que sacó el Deportivo su puntito en el mismo escenario hace menos de dos semanas, pero si el portero del Dépor le dio la noche a Negredo, el del Racing puso cuesta abajo la carrera del Sevilla en su búsqueda de ese primer puesto honorífico que ofrecía muchos beneficios terapéuticos desde el punto de vista psicológico por aquello de la autoestima y el refuerzo de los conceptos. Un puñetazo de Toño en pleno rostro de Alfaro ponía las cosas muy a favor de los locales, pues el clarísimo penalti no iba a ser desperdiciado por Negredo en su segundo acierto ya desde los once metros esta temporada. 

Todo se convertía en mucho más fácil para un Sevilla que había encontrado por fin -o al menos lo parecía- una variante táctica que solidificaba lo que antes estaba estado gaseoso. Con Guarente a mitad de camino entre Zokora y los mediapuntas, el Sevilla mejoraba notablemente en la ocupación correcta de los espacios y los errores del sistema defensivo, aunque los había, parecían estar más controlados. Así más o menos había ocurrido en Málaga y de esa forma controlaba ante la tranquilidad de su gente el Sevilla el partido. 

Daba la sensación de que todo lo que se acarreaba en el juego de ataque no se iba a ir tan alegremente por el agujero de la talega. Guarente, bien es cierto que a su manera, parecía haber cosido una parte de ese roto en la tela del zurrón, aunque faltaba dar la puntada final. Ésta estuvo en las botas de Perotti, otras veces ese futbolista que volaba entre los defensas y que se entendió muy bien con los mejores minutos de Negredo. La combinación con el vallecano en una gran galopada de todo el Sevilla dejó solo al argentino ante el guardameta cántabro, que tapó la llegada de su oponente y marcó con esa jugada el principio del fin de un equipo que sin hacer absolutamente nada del otro mundo podía haberse ido al descanso con el pecho inflado. 

Pero el 2-0 y tener medio agarrado el liderato y el que hubiera sido el mejor arranque de Liga en cuarenta año no llegó y pasó como otras tantas veces, que los adversarios se empiezan a mirar unos a otros y a preguntarse por qué no van a por el partido en vista de que el Sevilla no va de verdad. Les pasó a los jugadores del Sporting de Braga, les pasó a los del PSG y les pasó a los del Racing. Con el miedo inicial ya descendiendo por los husillos de las duchas, Antonio Álvarez iba viendo cómo se les subían a las barbas. Entonces los nervios aparecen, las ideas se nublan, el rival empata, Luis Fabiano sale cabreado y la ocasión de dar el golpe en la mesa se esfuma. Analizándola fríamente, la situación no es para que esté como está. Quinto en la Liga e imbatido, pero con la afición cabreada y los jugadores encarándose con ella. Mala cosa

- Ficha técnica:

1 - Sevilla: Palop; Konko, Alexis, Escudé, Fernando Navarro; Alfaro (Acosta, m.80), Zokora, Guarente, Perotti; Cigarini (José Carlos, m.69) y Negredo (Luis Fabiano, m.75).

1 - Racing de Santander: Toño; Pinillos, Henrique, Torrejón, Cisma; Munitis, Diop, Tziolis, Arana (Edu Bedia, m.84); Adrián (Lacen, m.70) y Rosenberg (Ariel, m.59).

Goles: 1-0, m.13: Negredo, de penalti. 1-1, m.54: Pinillos.

Árbitro: Ayza Gámez (Comité Valenciano). Amonestó a los visitantes Toño (m.11), Tziolis (m.20).

Incidencias: Partido correspondiente a la cuarta jornada de Liga de Primera División disputado en el Ramón Sánchez Pizjuán ante cerca de 35.000 espectadores. Terreno de juego en buenas condiciones.

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