Sevilla | espanyol · marcaje al hombre

La locomotora del frenesí

  • Zokora, inicialmente apretando más arriba, ejecuta su fútbol de furiosos arrebatos para subir el ritmo del ataque · A veces, parece caer en trance y no controlar sus pies

Aquello de las pilas Duracell le vendría como anillo al dedo. Desde luego, si las natillas fueron cosa de Messi y de Ronaldinho, las pólizas de seguro de Casillas o la moda para Fernando Torres, a este negrito incansable no le cabe mejor anuncio que el del entrañable conejito al que la energía le dura, y le dura, y le dura...

Didier Zokora aburre a cualquiera. Los rivales resoplan al verlo acercarse y los aficionados jalean cada uno de sus arreones de fuerza. Una locomotora que demasiadas veces se deja llevar por el frenesí, lo que unas es bueno y otras no tanto. Ese delirio furioso le impide pensar en fútbol, porque lo que muchas veces le pasa al costamarfileño es que piensa en cualquier modalidad atlética lo más alejada posible del deporte que se juega con los pies y un balón. Y eso no es bueno siempre.

Ayer probó con él Jiménez esa modalidad en la que hace más daño al rival. La variante de que Zokora sea el segundo medio centro adelanta una barbaridad la línea de presión, le acelera los pulsos a los partidos y convierte el juego en un constante ir y venir. Por eso se asemejó el de anoche por momentos a uno de la Premier League. Y de ahí le vienen a Zokora muchos de sus vicios.

Jiménez tentó la suerte y se atrevió a mentar la bicha, algo que a vuelta de Mestalla le hubiera costado una manta de palos desde la trinchera periodística: colocar a Renato de delantero y quitar un punta. Claro que esto último fue lo que le aplaudieron en Alemania, así que...

Los enfados de Luis Fabiano, a quien ya se conoce en Sevilla, son como las botellas de gaseosa cuando se abren. El cambio maestro con que, según todas las crónicas, Jiménez ganó al Stuttgart el pasado martes tuvo su proyección en el partido que el de Arahal planteó anoche. Y no sólo por la ausencia del brasileño. Oficialmente griposo -el parte médico anunciaba un proceso vírico-, el Iluminado no se vistió ni de corto, para que cada cual haga sus conjeturas. Castigo o resfriado, lo cierto es que Jiménez aprovechó la coyuntura para variar el planteamiento y apeló a la fuerza de Zokora en esa franja de primera línea de tiro en la que se alineaba igual con Renato que daba un paso hacia atrás y lo hacía con Duscher. Buscando, aunque fuera de manera indirecta, cierta superioridad numérica en el centro del campo, el Sevilla hacía de Stuttgart, mientras Pochettino, para equilibrar el movimiento, mandaba a calentar a De la Peña para que hiciera lo que Duscher el día del enfado de Luis Fabiano.

El Sevilla así generó muchísimo fútbol. Hizo que Perotti y Jesús Navas multiplicaran por tres y por cuatro sus internadas y pases al área, pero como no hay planteamiento perfecto esta vez falló la eficacia. No hubo delanteros con mayúsculas sobre la hierba del Pizjuán. Luis Fabiano y Kanoute agrandaron aún más su leyenda en la noche de ayer. Negredo tuvo un día para dormir bien tapado con la almohada y las actuaciones de Kone y de Chevantón resultaron, más que nada, tristísimas.

Pero siempre nos quedarán las furiosas carreras de Zokora, ya sea en segunda o en primera línea de tiro. Pero si las fieras pensaran a la vez que intimidan...

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