La austríaca Natascha Kampusch lleva ya cuatro años en libertad, pero el revuelo mediático que la rodea parece no tener fin. Ahora, la joven cuenta sus vivencias en una biografía titulada 3096 Tage, los 3.096 días que estuvo cautiva en un sótano. El libro sale a la venta en alemán este miércoles 8 de septiembre. Antes de que llegue a las librerías, Kampusch contó como fue aquella etapa de su vida en una entrevista exclusiva con dpa.
–¿Por qué decidió escribir este libro?
–Quería poner punto y final a la historia. Y también quería que ciertas personas que se interesan por el tema tengan material para poder orientarse. Para que no crean siempre lo que difunden los teóricos de la conspiración. Para que tengan un relato auténtico de lo que sucedió.
–¿Qué aspectos cree que se entienden normalmente mal?
–En el libro hay partes de mi infancia. Muchos han criticado a mi madre, pero la veían de modo totalmente erróneo (...) Así, ya no se podrá decir que por ejemplo me pegaba o se comportaba conmigo con brutalidad. Y también quería contar algo sobre el secuestro (...) que sirva por sí mismo. Y no quería cansar a la gente que me conoce, a quienes he contado detalles. Ahora pueden tomar el libro, leerlo, y cuando no puedan más, lo cierran.
–¿Cuenta en él cosas que por ejemplo no sepa su familia?
–Sí, algunas. Además, me he dado cuenta de que no querían saberlas del todo. Creo que es más fácil leerlo de un libro y poder cerrarlo en cierta página que escucharlo directamente. Porque uno no sabe exactamente cómo debe reaccionar, y se genera una cierta inhibición. Creo que el libro es un escenario neutral que no exige nada. No moraliza.
–¿Hubo algo que quisiera recordar con el libro?
–Al principio, todo conducía a distintas direcciones que eran en algún modo extremas. Quería mostrar que el raptor es una persona y que el sufrimiento y los malos tiempos no deben ser disfrazados. Que la cárcel va también por dentro cuando alguien rapta a una niña de diez, once o doce años. Que una no puede defenderse o tramar planes de fuga cuando se está en un sótano. Quizá hubiera bastado con que fuera una puerta totalmente normal.
–¿Cómo fue exactamente el proceso de creación del libro?
–Al principio, pensaba que podría escribirlo yo misma. Pero después me bloqueé, simplemente porque no quería sacar todo lo que llevo dentro. No quería ser yo quien lo escribiera y verlo sobre un papel. Era más fácil contárselo a otra persona. Además, al principio tampoco sabía cómo valorarlo todo, para que otros pudieran entenderlo. Porque es muy muy (...), apenas han pasado un par de años desde que he vuelto y (...) sí, fue muy, muy difícil. Si hubiera tenido que escribir una novela, lo habría podido hacer más fácilmente, pero ¿una historia real, y que para colmo me ha sucedido a mí? Necesitaba a alguien que fuera objetivo.
–¿Trabajar en el libro le ayudó a asimilar su etapa en cautividad?
–Sí, ayudó bastante. Necesitábamos hacer pausas, porque durante la narración normal había muchos aspectos que yo reprimía o sobre los que no había reflexionado. Todo se me vino encima otra vez (...) Antes, cuando la tenía bien guardada ahí arriba -se señala la cabeza- o no sé dónde, podía convencerme de que no había sido tan horrible. Y que lo había superado bien. Pero cuando lo leí, me quedó claro lo terrible que fue todo (...).
–¿Ha cambiado el libro su visión de lo ocurrido?
–Muchas de las ideas ya las tenía antes, pero el libro las hizo más claras de nuevo. Tuve que volver a contarlo todo. Que aquello se llevó mucho de mí, que fueron violaciones ininterrumpidas de los derechos humanos, ya sabía. Pero la trascendencia y lo trágico a nivel de sentimientos, eso no me quedó claro hasta el libro.
–Se refiere a Wolfgang Priklopil sólo como "autor". ¿A qué se debe?
–Eso fue muy complicado. Porque, ¡¿cómo se le podía llamar?! Habría sido raro llamarlo Wolfgang. El libro está escrito para otras personas, y no quería que se confrontaran con el autor de "tú a tú". No habría sido adecuado y le habría restado un poco de seriedad, desviándose de lo que me ocurrió y cómo fue para mí. Es mi libro, no el suyo. Y apenas hay suposiciones en él sobre por qué actuó de esta forma o de la otra (...). Por eso autor me parece bien, porque pone de manifiesto una cierta distancia. El lector tiene una cierta distancia ante el autor, y yo también. Eso es importante.
–¿Siguen estando muy presentes él y aquella época?
–Gracias a Dios ya no tanto, aunque sus consecuencias aún un poco. Me he ido dando cuenta de que soy mucho más polifacética y flexible que él. Me interesan la vida, las personas, las culturas y las distintas formas de vida. El autor -ahora yo digo incluso el autor- era muy conservador e intentó crearme una imagen del mundo ingenua, extraña, rara, radical. Cuanto más vuelvo a ser yo -como era ya de niña- más me alejo de eso (...)
–¿De dónde sacó la fuerza para superarlo todo y confrontarlo?
–Creo que uno simplemente la tiene, sólo que no la usa. Pero de pronto todo explota, todo el sistema. Porque entonces el autor está cada vez más frustrado, y una misma, y entonces todo se acelera y llega un final tremendamente horrible. Y una es entonces alguien roto, vacío. De niña tenía tantos planes, quería vivir y lograr algo, y quise hacer de todo esto algo positivo. Y también quería que de algún modo el autor viera los lados positivos. Que no se viera a sí mismo demasiado como un criminal y ese sentimiento de culpa lo llevara a aferrarse aún más a ese ser criminal y agresivo.
–Eso suena muy comprensivo y a perdón
–De niña me gustaba mucho la clase de religión y se me quedó el recuerdo de la profesora diciendo que Dios quiere de algún modo más a los pecadores. Todos los niños se escandalizaron y preguntaron por qué, pero para mí estaba claro. Porque de alguna forma, ellos tienen un déficit (...) y hay que mostrar comprensión. Para mí era importante que el autor supiera que lo perdono y que es posible perdonarse a sí mismo. Creo que para mí fue importante que el autor pudiera perdonarse en parte a sí mismo. Si no, ya que él era tan frágil, todo habría degenerado.
–¿Cree que él se arrepintió de su secuestro?
–Creo que sí, que desde el principio fue consciente de que estaba mal. Seguro que se arrepintió desde el principio, y se le hizo demasiado. Al principio estaba muy conmocionado por todo lo que hizo. Y para colmo, verlo: que una niña pequeña depende de que él le lleve comida. Que destrozó a toda mi familia. Que no es una idea, sino que las lágrimas son de verdad. Padres de verdad, que no tienen a su hija. Y que él no lo podía controlar, aunque lo deseara.
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