jill abramson. ex directora del 'new york times'

"La gente quiere información creíble sobre el lugar en el que vive"

  • Desde la atalaya que supone haber dirigido una de las cabeceras más influyentes del mundo, la periodista neoyorquina da su receta para preservar el futuro de la profesión: la calidad

Lo que en un hombre son dotes de liderazgo y carisma, en una mujer se considera frialdad, dureza y ambición. Con 160 años a sus espaldas, The New York Times hizo historia en 2011 situando a una mujer al frente de uno de los periódicos más influyentes y admirados del mundo. Jill Abramson se convirtió en la dama de hierro de la prensa. Le dieron poder y lo ejerció. Sin titubeos. Arropada de leales y con firmeza. No se ha mantenido en el cargo ni tres años. El presidente ejecutivo la despidió el pasado mes de mayo y, un año después, la periodista neoyorquina confiesa que sigue sin saber por qué perdió su empleo: "Realmente no soy la mejor persona para contestar a esta pregunta. No tengo información de por qué me despidieron. No conozco la historia que hay detrás. Es algo que habría que preguntarle a otras personas".

Procura ser amable pero es incapaz de disimular que no es una entrevista lo que más le apetece hacer nada más aterrizar en Madrid, especialmente cuando es la primera vez que visita España. La Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra la ha invitado para que dé una conferencia sobre la importancia de la narrativa en la profesión periodística dentro del ciclo Conversaciones con… y, la tarde de antes, accede a conversar con este diario. Con unos efectos del jet lag más que visibles, deja al fotógrafo plantado y al día siguiente anula todas las citas comprometidas con otros medios. Es una de las cien mujeres más poderosas del mundo según la revista Forbes y se lo puede permitir. Tanto como, con sus 60 años cumplidos y el orgullo de saber que "ya ha hecho historia", ser tan coqueta y seductora como agresiva e implacable.

¿Estaba preparada la redacción del Times para tener una directora mujer? Abramson quiere pensar que sí… pero duda: "Sabía cuando me nombraron cómo trabajaba y sabían que era mujer. Deberían estar preparados". En el documental Page One, inside The New York Times ya se vive con cierto dramatismo la marcha voluntaria de Bill Keller y su relevo por quien, después de dar el salto a la competencia desde su puesto como periodista de investigación en el Wall Street Journal, se convertiría en la jefa de la oficina de la Dama Gris en Washington y en mano derecha de la dirección durante los años de profunda transformación de modelo, caída de ventas, recortes y despidos que ha marcado todo el sector desde el cambio de milenio.

-¿Qué da más vértigo llegar a la cima del periodismo o caer?

-Lo primero fue una experiencia muy feliz par mí y la otra fue un revés. Algo muy importante para todo el que alcanza una posición muy popular o tan alta en periodismo, o en cualquier otra profesión, es tratar de mostrar de qué estás hecha cuando recibes un revés. Debes saber comportarte y ser consistente en tus valores. Y yo siento que lo hice así. Creo que adaptarte, resistir, es muy importante. Y en periodismo esto es particularmente importante, porque es una profesión de altibajos y tienes que aprender a afrontarlo. Yo soy un persona firmemente adaptativa y eso me ayudó a encajar el revés. Cuando me convertí en directora del NYT me sentí muy preparada para el trabajo, tenía una amplia experiencia como periodista de mesa y como reportera de noticias. Hubo mucha atención exterior enfocada en mí porque fui la primera mujer en este puesto. Estoy muy orgullosa de esta distinción, inmensamente orgullosa de tener un lugar en la historia, de ser la primera mujer en conseguir ser directora del NYT.

-Aunque en más de una ocasión ha recalcado que ninguna noticia va en la portada del Times porque usted sea mujer, una cuestión bien distinta es cómo se llega, cómo se dirige el proyecto y cómo se gestiona una redacción. En algún momento la han tachado de agresiva, de ser demasiado exigente y temperamental. ¿Hay un doble rasero?

-Lo acertaste. Y, honestamente, no estoy segura de por qué, pero hay cualidades que en el hombre están vistas como una exhibición de liderazgo y en la mujer de una forma negativa. Es algo que termina impidiendo a la mujer subir a los primeros puestos.

-¿No tiene la sensación de que no hay solidaridad entre las mujeres? Que nosotras somos especialmente duras...

-Yo he sentido que las mujeres de la redacción del NYT me han apoyado mucho. Al menos es mi sensación. Pero igual estoy equivocada…

Sólo unas horas más tarde, ante medio millar de futuros periodistas, en un abarrotado auditorio de la Fundación Rafael Del Pino, la reportera neoyorquina se mostraría optimista sobre el futuro del oficio aun siendo consciente de la incertidumbre que generan los nuevos soportes y las dificultades que todas las empresas están encontrando para hallar un camino de rentabilidad. Las presiones y la censura, del poder político pero también del económico, tampoco ayudan. Pero el hambre de información, de buen periodismo, es creciente. Y es ahí donde los medios, los periodistas, los viejos y los nuevos, siguen teniendo una oportunidad. Lo suyo es adrenalina, es vocación, y desde que salió del NYT no ha parado de hacer lo que más le gusta: contar historias. Ha vuelto a las aulas para dar un seminario sobre Periodismo en Harvard y antes de final de año saldrá a la calle una revista de reportajes en profundidad que está preparando con Steven Brill, fundador de CourtTV, y que recoge su visión sobre la esencia del oficio.

-La prensa está en el ojo del huracán: crisis económica, crisis de modelo, crisis de credibilidad, usuarios que rompen las reglas del juego y se convierten con prosumidores… ¿Cuál es su diagnóstico y su pronóstico de futuro?

-Creo que el futuro de la profesión ha de ser la preservación de lo que yo llamo periodismo de calidad: reportajes precisos y en profundidad, noticias que tengan en cuenta la inteligencia de los lectores, historias bien hilvanadas… Esto va a sobrevivir. Debe sobrevivir. Es cierto que estamos viviendo una transición. Pero en esta transición real hay un enorme apetito por las cosas nuevas, por un universo de noticias clicables (multimedia) y noticias de entretenimiento. En este panorama los medios son más importantes que nunca. Los contenidos que se pueden compartir son muy valorados.

-¿Lo ve en positivo?

-No creo que esta situación sea necesariamente lamentable. Creo que este tipo de periodismo tiene que apostar por la calidad, por las noticias, por el periodismo de reflexión… El brillante poeta y crítico de hace un siglo Arnold Mathew definió el periodismo como contar historias con un propósito. Y este es el tipo de periodismo por el que yo he apostado durante toda mi carrera y por el que seguiré apostando. Realmente no tengo miedos de que en este tiempo de transición este tipo de periodismo vaya a desaparecer.

-Todos los gurús que hasta ahora han vaticinado la muerte del papel se han equivocado. Desde Bill Gates hasta Philip Meyers. ¿Cómo ve usted los periódicos dentro de, por ejemplo, 20 años?

-Cuando pienso en periodismo no me fijo demasiado en un soporte en particular. No pierdo demasiado tiempo preocupándome sobre cuánto tiempo van a durar los periódicos. Creo que lo importante es la supervivencia del periodismo de calidad. Esto es una cuestión diferente de qué tienen los periódicos o si los periódicos van a sobrevivir. Pero, como dije, no tengo ninguna duda de que el periodismo de calidad va a sobrevivir. Creo que los periódicos impresos los vamos a tener cerca por mucho tiempo, porque todavía hay mucha gente a la que le gusta leerlos y están dispuestos a pagarlos.

-El sector se ha volcado con la apuesta por las ediciones digitales, pero ¿es una fase ya superada por las redes sociales? ¿Cree que se puede hacer periodismo en Twitter?

-Creo que puede producir buen periodismo. Twitter funciona como un surtidor de noticias. Y algo que es difundido instantáneamente es completamente actual. Lo que la gente valora de Twitter es la información instantánea. Pero la información instantánea es diferente del periodismo 'reportado' y 'editado'. Son dos cosas diferentes.

-¿Podríamos decir que Twitter es más una fuente de información y un instrumento para el periodista que un medio en sí mismo?

-Twitter puede ser una buena fuente de información si la gente se da cuenta de lo que es: un suministrador de información instantánea que es transmitida por todo tipo de gente, ya sea periodista o no. Hay periodistas que ofrecen información precisa, pero no sugiero que todos los periodistas son proveedores de información precisa de lo que está ocurriendo en el mundo. Tampoco creo que Twitter sirva a los lectores que quieren conocer los detalles importantes de las noticias, pero está bien para los que no buscan una dimensión extra cuando están leyendo las noticias. Creo que twitter es muy válido. Y es una buena herramienta para los buenos periodistas, como los del NYT, que pueden usar Twitter como altavoz de sus noticias en el periódico para aumentar la audiencia.

-En los últimos años, el audiovisual y el multimedia está marcando las innovaciones más exitosas de la profesión. ¿Podríamos hablar del periodismo transmedia como un escalón más de futuro para los medios? ¿Va por ahí el futuro del sector?

-Cuando estaba en el NYT estuve involucrada en muchos proyectos transmedia con vídeo, gráficos y otras herramientas de story telling. Así que sí creo que es una forma muy emocionante de contar ciertas noticias. No creo que para todas las noticias, no creo que todas las noticias necesiten un vídeo o un gráfico. Pero a veces se puede profundizar en una noticia con herramientas multimedia y eso es maravilloso porque crea una nueva y excitante experiencia de lectura.

-Usted ha estado al frente de un medio global que basa buena parte de su prestigio en su liderazgo e impacto mundial. ¿No cree que, justo en el lado contrario, en el periodismo hiperlocal, se halla otra pieza fundamental de la profesión? En este mundo global de desinformación, es creciente la necesidad de saber lo que ocurre en tu comunidad, en tu barrio…

-La gente quiere información creíble sobre el lugar en el que vive. Y necesita también que las instituciones locales sean 'controladas' por la prensa. Sí creo que existe hambre por noticias locales y que tienen un buen futuro. En EEUU, por ejemplo, las redacciones cubren los ayuntamientos. Yo soy defensora de este tipo de periodismo.

-A pesar del descrédito de los medios, de lo que ha perjudicado a la profesión la manipulación de la información, la connivencia con el poder y hasta las malas praxis de algunos periodistas que se han saltado los principios éticos más básicos exagerando e inventándose noticias para conseguir audiencia, ¿sigue defendiendo el periodismo como pilar de la democracia?

-Por supuesto que los medios siguen siendo un pilar de la democracia. La prensa juega un rol muy válido, de cara a la ciudadanía y de control de las instituciones. Son más importantes que nunca. No fue casual que los fundadores de los EE UU reflejaran la libertad de prensa en la Primera Enmienda de la Constitución.

-Como periodista política y de investigación siempre se ha mostrado especialmente sensibilizada con la defensa de la libertad de expresión y con el papel de los medios como vigilantes del poder y como servicio público. ¿No cree que en las democracias más consolidadas, tal vez nos estemos relajando, adormeciendo, y sea más peligrosa la autocensura que la censura?

-El daño que hace la autocensura es importante, pero lo que a mí más me preocupa es la censura de los gobiernos. Por ejemplo, en mi trabajo en el NYT tuve que sufrir que el Gobierno de China cerrara por completo nuestra página web. Es la mayor población del mundo y muchos lectores que buscaban el buen periodismo del NYT no podían acceder a él en China. Esto es terrible. En España, me resultó sorprendente que algunos periódicos no publicaran la noticia que hemos sabido en los últimos días sobre las cuentas en bancos de Suiza, sobre el dinero que algunos españoles tienen allí y que no pagan impuestos. Creo que era una noticia que merecía la pena ser publicada. Es un ejemplo de autocensura lamentable.

-En España, evocando el We can americano ha surgido una nueva formación, Podemos, que está transformando por completo el tablero político con un mensaje muy agresivo contra lo que ellos llaman casta, los partidos tradicionales, el stablishment… En alguna ocasión sus críticas también arremeten contra los medios…

-Yo puedo hablar desde la experiencia de mi trabajo en EEUU y creo, sinceramente, que los periodistas no son corruptos, que son inventivos y que están abiertos a nuevas corrientes en la profesión. No estoy de acuerdo con esa visión.

-Tal vez termine siendo el Quinto Poder sobre el que reflexiona Ramonet, la gente, las audiencias, las que terminen por ocupar el espacio de los medios si no se responde con solvencia y credibilidad a unas necesidades de información, de buen periodismo, cada vez más exigentes.

-Mi visión es que son precisamente los cambios en el periodismo que han propiciado los soportes digitales los que han permitido la participación de la gente y los que han democratizado la prensa.

Tan sólido como su carácter es su discurso. Jill Abramson siempre ha defendido los principios más nobles de la profesión y lo sigue haciendo. Al frente de una centenaria cabecera, dando clase en la universidad o apostando por la innovación con productos multimedia capaces de envolver en modernidad las historias de siempre sin traicionar la esencia del oficio. Sin convertir la información en espectáculo y sin olvidar, como escribió su colega Ben Bradlee, que el fundamento del periodismo no es otra cosa que "buscar la verdad y contarla". O, como corregiría Bernstein, contar "la mejor versión posible".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios