Sociedad

La tragedia del penal hondureño culmina una larga lista de desastres

  • Las autoridades cifran en 355 el número de presos fallecidos en el incendio del penal de Comayagua · Las 24 cárceles que constituyen el sistema penitenciario se encuentran colapsadas desde hace años

Un total de 355 presos murieron el martes en el incendio registrado en la Granja Penal de Comayagua, situada en el centro de Honduras, informó ayer oficialmente la Fiscalía.

Una fuente del Ministerio Público dijo que esa cifra incluye a dos reclusos que fallecieron en hospitales donde eran atendidos por las heridas que sufrieron durante el siniestro, cuyas causas investigan las autoridades.

La tragedia de la cárcel hondureña evidenció de nuevo que las prisiones de este país solamente son seguras en los planes y diseños en papel.

Las 24 cárceles que constituyen el sistema penitenciario hondureño están colapsadas desde hace varios años, pero las autoridades solamente retoman el asunto cuando ocurren matanzas o incendios que dejan muertes y ruinas materiales.

El asesinato el 5 de abril de 2003 de 66 reos y tres mujeres, incluida una niña, que visitaban a parientes suyos en la Granja Penal de El Porvenir, en el Caribe hondureño, hizo creer a muchos ciudadanos del país centroamericano que el trágico suceso marcaría una verdadera reforma de todas las cárceles.

Pero un año después, el 17 de mayo de 2004, morían quemados en un incendio 107 reos del presidio de San Pedro Sula, la segunda ciudad más importante de Honduras, en el norte, por fallas estructurales.

Tras los dos hechos sangrientos, abundaron las declaraciones oficiales anunciando medidas preventivas y la mejora de la seguridad interna, y sobraron proyectos de cárceles seguras para garantizar la completa rehabilitación de los reos.

La sociedad civil y otros sectores, entre ellos la Iglesia católica representada por el obispo auxiliar de San Pedro Sula, Rómulo Emiliani, propusieron un sitio seguro para el nuevo presidio de esa ciudad, cuya construcción ofrecieron empresarios israelíes, pero el proyecto aún no tiene puestos ni siquiera los cimientos.

Las muertes violentas en los centros penales no cesan, aun cuando con alguna frecuencia sus autoridades hacen operaciones de limpieza en las que decomisan armas blancas y de fuego, drogas y teléfonos móviles, entre otros objetos, como evidencias, en algunos casos, del movimiento del crimen detrás de las rejas.

El hacinamiento es otro de los problemas que caracterizan el sistema penitenciario de Honduras, donde las cárceles a veces tienen más del doble de reos de los que son capaces de albergar.

En todo el país hay más de 12.000 presos, algunos de los cuales llevan varios años encerrados sin que todavía se les haya sometido a un juicio.

En julio de 2010, el presidente Porfirio Lobo declaró una "emergencia" carcelaria para afrontar el hacinamiento en el sistema, pero el problema en las prisiones sigue igual.

De todas las cárceles, la única con una relativa seguridad es la Penitenciaría Nacional, cercana a Tegucigalpa, aunque con alguna frecuencia, también aquí, aparecen reos asesinados o ahorcados, sin que nadie haya visto nada, según informes de las mismas autoridades.

Los últimos gobiernos han recibido planos y modelos de cárceles seguras de países como Israel y Estados Unidos, entre otros, que al final no han pasado de ser proyectos de buenas intenciones para una nación sin recursos económicos suficientes para hacer frente a los múltiples problemas que aquejan a la mayoría de sus ciudadanos.

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