CRÍTICA VIDEOJUEGOS

El perro del hortelano

Bolt | Avalanche Studios | +7 | 39,95€ | Wii

Tras los patinazos comerciales que supusieron juegos como High School Musical, Hannah Montana y Turok, y que han hundido un poco más a Disney en los temidos lodos de la quiebra, a la división de videojuegos de la macroempresa de entretenimiento le tocaba resarcirse con su nueva producción, desarrollada para todas las plataformas excepto para PSP. En esta ocasión la elegida sería la adaptación de la película Bolt, protagonizada por un perro con síndrome de Quijote (o de Buzz Lightyear), que cree vivir en la ficción televisiva llena de acción y aventuras de la que es protagonista, a pesar de que la vida real es bien distinta.

Efectivamente, la vida real es mucho más difícil que la de ficción, de ahí acaso que Disney, acuciado por aquellos problemas económicos, no haya invertido más de lo preciso en el desarrollo e innovación de un juego que bien merecía un mayor cuidado. De esta forma, la adaptación de un filme lleno hasta los bordes de furor metalingüístico, que podía haber multiplicado esta faceta gracias a sus recursos interactivos, se queda en correcto, aunque en ocasiones estéticamente impactante, ejercicio de aventura, que privilegia las secuencias de acción situadas en el mundo guionizado de Hollywood, en las que predominan los recursos físicos, antes que las correspondientes al mundo real de Nueva York, con más propensión al puzzle. No es que esa corrección, esa precisión académica, sea hoy por hoy una especie de crimen a evitar, pero las últimas producciones Disney (hablamos de videojuegos) parecen ancladas en aquellos mecanismos de relojería, eficaces pero monótonos, que oscurecieran al gigante con las sombras de un pasado ya en decadencia, antes de su renovación en los años 90.

Disney ha considerado que para recuperar el favor de su público gamer no es necesario emplear esfuerzos desmedidos, y lo más importante de todo es que puede que no se equivoque. Puede que la intensidad de la aventura y el carisma de los personajes (el que debemos al filme) deban por el momento ser suficiente acicate para llevar al público deseado a disfrutar de las aventuras de Bolt a los mandos de una consola. Puede que aquella máxima que tanto ha supuesto para Pixar y que ahora Disney se aplica en sus producciones cinematográficas, según la cual las películas de animación han de ser tan divertidas para los niños como para los adultos, tarde en transmitirse a los recursos, siempre en desventaja lingüística a pesar de su potencial, de la arquitectura de los videojuegos.

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