Visto y Oído

Fútbol

Dices Piqué y, a modo de acto reflejo, te suben automáticamente las audiencias. A mí no se me ha olvidado que el pasado 1 de octubre el único nombre propio que se incluyó en el sumario de los informativos nacionales fue el de este hombre. Las lágrimas de Piqué, decían. De un jugador de fútbol. Y es que hoy por hoy la atención mediática que es capaz de acaparar un jugador de fútbol no la acumula nadie.

Visto desde fuera, como es mi caso, el hecho es insólito y da que pensar. Por supuesto que no es un fenómeno local o nacional, sino planetario. Lo que todavía le da más enjundia. Soy y estoy tan ajeno a todo lo que tenga que ver con el universo futbolístico que todavía a fecha de hoy sigo asistiendo con extrañeza a la desmesura con la que se aborda todo lo relacionado con este deporte.

Tanto es así, que confieso que el día de marras, la primera vez que escuché en un sumario aludir a Piqué, y dado que en ese momento no estaba atendiendo a la pantalla, sólo escuchando como fondo, mi cabeza fue a parar al rostro de Josep Piqué. Mis neuronas me llevaron instantáneamente hacia él porque consideraron que en ese contexto de alta tensión lo realmente relevante era lo que dijese un político. Incluso pensé en Josep Borrell sin necesidad de que lo mentaran.

Gerard Piqué, el protagonista del que hablaban todos, era el jugador de la selección, y sus lágrimas, una cuestión de estado. En este reality en directo en que se ha convertido para las televisiones la cuestión catalana los jugadores de la selección, todos y cada uno de ellos, han ido teniendo tanta carga simbólica, tanta significación o más que determinados líderes políticos que son los que tienen las responsabilidades. Podríamos reflexionar un poco sobre ello y extraer sus consecuencias. Lo dice este humilde extraterrestre, siempre un espectador atónito, que ve desde lejísimos el planeta fútbol.

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