La conclusión del extenso ciclo de Historia de nuestro cine, que a lo largo de este año recién estrenado alcanzará los 800 largometrajes emitidos, brinda una oportunidad de oro a los responsables de la cadena que lo acoge. Es el momento de llevarla a la ITV.

A nadie se le escapa que La 2 huele a naftalina. Que funciona por inercia ¿Hasta qué punto La 2 está siendo reflejo del momento histórico del que debiera ser testigo y espejo? No hace falta ser un experto para apreciar cómo la cadena emite en modo 'atemporal'. Pasando de la realidad circundante. Ni un programa en directo (salvo los 25 minutos diarios de las noticias). Ni un debate ni una tertulia que aterrice en los asuntos del día.

La sensación al sintonizarla es de canal temático que vive en su limbo. En el matinal, western añejos, una serie estadounidense de 2008, documentales repetidos y un programa infravalorado. El resto del día, una amalgama de documentales emitidos sin orden ni concierto.

Si de mí dependiera, aprovechando la excusa del final del ciclo Historia de nuestro cine, pondría en manos de un Fernando Jerez la puesta en marcha de un nuevo canal. Que reinvente La 2 a la manera de #0, pero en versión servicio público y ADN de televisión pública. ¿Que no hay dinero para ello? ¿Y sí lo hay para contratar programas a productoras privadas a golpe de talonario?

A nadie se le escapa que a Saber y ganar le falta algo más que una capa de pintura. Lo vemos por fidelidad. Pero es un programa del siglo pasado. ¿Y Cachitos? Los presuntamente geniales sobretítulos que ilustran las canciones me parecen más que sobrevalorados. Compárenlos con los que ponía Guillermo Summers en Mitomanía. Ello por hablar de los dos formatos más vistos de la cadena, los más relevantes. El resto de La 2, para el espectador medio, es irrelevante.

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