La Sexta acertó consigo misma y con sus fieles en darle tanta cobertura del World Pride Madrid, del Orgullo internacional celebrado en la capital. Va con su ADN, como dicen los cursis. Para esta cadena era inevitable seguir el acontecimiento en directo, en un compromiso editorial con la causa, y le dedicó su buen número de horas el sábado, con sus reporteros y con dos rostros de la impostura inconformista del canal, Iñaki López y Cristina Pardo (sobre todo ella), a los que se le sumó García Ferreras y todo. Banda sonora particular para cada conexión y un tono distendido pero a la vez implicado, de fiesta pero sin dejar de darle al cencerro. La emisión de La Sexta refleja a su vez una tolerancia que se ha fraguado con naturalidad en el seno de la sociedad española. En el asunto de la equiparación de derechos de los homosexuales ha primado la filosofía del vive y deja vivir, pensamiento que debería prodigarse en muchas otras vertientes para un país que se escuece con cualquier adjetivo y con cualquier mirada de reojo. La tolerancia y la empatía se echan en falta en nuestra clase política, de una punta a otra, veteranos y noveles.

El sábado de francachela madrileña nos terminó sumiendo en la indiferencia, aunque bien está si muchos se lo pasaron bien sin más. A su aire. La Sexta lo contó de manera convencida aunque el canal más favorecido por esta retransmisión de esa estruendosa normalidad fue Telemadrid. La autonómica madrileña, portavoz durante tantos años de lo más sectario de la visión centralista del PP, se ha reconciliado con mucha audiencia, con muchos de sus contribuyentes, desplegándose por donde hubiera sido inimaginable tiempo atrás. Siguiendo en la conga a Cristina Cifuentes, la cadena de los madrileños se apuntó otro tanto consigo misma. La señal, con los comentarios de Boris Izaguirre o Emilio Pineda, se vio en el resto del país a través de DKiss, una de esas cadenas menores que a fuerza de repetitivos factuals va abriendo su fisura por nuestra TDT tediosa y asténica.