la maestranza | vigésimo festejo del abono

Alfonso Cadaval, único trofeo

  • El sevillano, que contó con un gran lote de una notable novillada de Talavante, da una vuelta al ruedo y corta una oreja

  • Gardel y David Salvador se marchan de vacío

Alfonso Cadaval, con el premio que recibió del cuarto novillo.

Alfonso Cadaval, con el premio que recibió del cuarto novillo. / víctor rodríguez

El bullicio en la Maestranza se apagó de súbito tras el desfile de los novilleros Alfonso Cadaval, Alejandro Gardel y David Salvador. Minuto de silencio y un nudo en la garganta de miles de personas, que eran una, por Iván Fandiño, El Peñón de Orduña, ese torero rocoso, valiente, auténtico, al que un toro mató el pasado sábado en Francia.

Abajo, en el ruedo, tres chavales en la flor de la vida. Quietos, inmóviles, con las monteras en la mano. Nos hubiera gustado radiografiar sus pensamientos en ese momento. Es probable, muy probable, que cada novillero sintiera que en unos minutos la muerte danzaría en el ruedo a escasos centímetros suyos, algo que se olvida con demasiada frecuencia. Y los tres apostaron ante una novillada de Talavante, en conjunto interesante, de desiguales hechuras y juego dispar en la que a Alfonso Cadaval le tocó la lotería, cayendo en sus manos un lote extraordinario, con el que consiguió el único trofeo de la noche.

Sucedió en el cuarto acto con un novillo negro, mulato, bien presentado, que cumplió en varas y embistió con transmisión; siendo ovacionado en el arrastre. El sevillano jugó bien los brazos en un ramillete de verónicas, que abrochó con una media a pies juntos. En la faena, que la Banda de Tejera acompañó con un pasodoble, consiguió algunos pasajes notables, descollando especialmente en una serie diestra de mano baja y ligazón en el ecuador de la misma. Mató de estocada y fue premiado con una oreja.

Ante su primero, el que abrió plaza, nobilísimo y de gran calidad, hubo fundamentalmente disposición. Cadaval lo recibió con una larga cambiada de rodillas y comenzó, de manera explosiva, en los medios y de rodillas, con una serie diestra marcada por el temple. También acompañado por la música, continuó con un trasteo entonado, que cerró con adornos muy toreros para matar de pinchazo y entera desprendida y dar una vuelta al ruedo tras leve petición.

Alejandro Gardel apuntó buenas maneras ante un lote imposible para el lucimiento. Fue ovacionado en su lote. Ante su primero, noble, pero muy apagado, su labor fue correcta, pero careció de emoción tras dejar un par de verónicas suaves. El banderillero Raúl Cervantes prendió un par notable.

Con el quinto bis, un jabonero del mismo hierro, que sustituyó a un precioso novillo de pelo melocotón que fue devuelto por problemas de visión, no tuvo opción porque el animal, tras cumplir en varas se paró más que el caballo de un retratista y se defendió. Mató de media.

David Salvador, algo verde, anduvo muy voluntarioso y no estuvo acertado con los aceros. Al colorao tercero, un dije, noble, lo recibió con dos lances de rodillas y pasó apuros al levantarse, recibiendo una fuerte voltereta. Continuó toreando con el capote. Con la muleta realizó un trasteo desigual en el que le faltó mando ante un novillo que salía en algunas ocasiones con la cara alta. Fue silenciado.

Al sexto, bien presentado, le zurraron muy fuerte la badana y se quedó corto tras la franela. David Salvador concretó una labor voluntariosa y fue ovacionado.

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