Toros

Julio Aparicio y Pansequito, dos artistas con sello propio

  • El matador de toros y el cantaor deleitaron anoche en un nuevo 'Mano a mano' de Cajasol

Pansequito, José Enrique Moreno y Julio Aparicio, antes del encuentro.

Pansequito, José Enrique Moreno y Julio Aparicio, antes del encuentro. / antonio pizarro

La sede de la Fundación Cajasol acogió ayer su edición 43 de sus Mano a mano, en los que intervienen protagonistas del mundo del toro con otros personajes importantes de distintos sectores de la sociedad. Anoche, el matador de toros sevillano Julio Aparicio y el cantaor linense José Cortés Pansequito trataron El toro y el cante.

El diestro Julio Aparicio fue desgranando el recorrido de su carrera, marcada por aquel día en que hizo temblar los cimientos de Las Ventas en su confirmación, el 18 de mayo de 1994, cuando cuajó un alcurrucén en una de las mejores obras creadas en la monumental madrileña, cortando las dos orejas. Aparicio, que inició el diálogo remarcando al moderador, José Enrique Moreno, que aunque había vivido en Madrid, "mi alma es sevillana", había sido doctorado precisamente en la Maestranza cuatro años antes por Curro Romero, uno de sus grandes referentes, y se cortó la coleta en 2012, aunque reapareció en 2014. Recuerdos de todo ello y de tardes en la plaza sevillana que le vinieron a la cabeza a muchos partidarios del torero que se dieron cita en este encuentro.

Con el cante se torea. Y el torero canta. Hasta en un tentadero te dan ganas de cantar"Mis genes toreros los heredé de mi madre -la bailaora sevillana Maleni Loreto-"

Pansequito, uno de los mejores cantaores del momento y renovador del flamenco, también descubrió muchos aspectos de su carrera.

Ambos protagonistas se adentraron en la hermandad entre El toro y el cante, contando vivencias y anécdotas y quedando patente, desde el comienzo de la charla, la unión especial, casi familiar, entre ambos. El cantaor conoció al torero cuando éste era prácticamente un niño.

Pansequito explicó que "la vinculación es muy grande. El toro me ha gustado desde niño. He seguido a Julio desde cuando venía a Valdelagrana. Con el cante se torea -el cantaor se metió una mano en un bolsillo y con la otra dio un muletazo-. Y el torero canta. Hasta en un tentadero te dan ganas de cantar. Y evocó aquella primera corrida flamenca en Badajoz (29 de octubre de 1988) en la que torearon Romero, Paula, Pepe Luis Vázquez, Curro Caro, Sandín y el novillero Emilio Rey y en la que cantaron Camarón, Mercé y Pansequito.

Aparicio señaló que "el toreo y el cante están unidos porque son dos artes en los que se pone el sentimiento. El torero y el cantaor se desgarran. El torero se expresa con verdad y con pureza". Y fue tajante diciendo que sus genes toreros, aunque es hijo del maestro del mismo nombre, figura en la década de los cincuenta, los heredó de su madre -la bailaora Maleni Loreto-. "Veía en mi casa bailar, escuchar a Camarón... Lo que más veía en mi casa era el baile y el cante. Ojalá hubiera tenido algo de ritmo y compás para cantar", confesó el torero.

Pansequito entró al quite y añadió: "Pero tienes compás para torear". El cantaor dijo que en ambos casos, "el arte no puede salir siempre. Julio tiene la suerte de que canta toreando y yo toreo cantando. El cantaor habló de sus comienzos cuando llegó a Madrid y comenzó a cantar en el Tablao Torres Bermejas, donde actuaba lo más granado de cantaores, bailaores y guitarristas. Explicó al público que allí cantaba a Maleni Loreto, una belleza que le imponía y que la madre de Aparicio, una figura del baile, le enseñó a cantar para bailar. El cantaor también señaló los aspectos especiales que tienen los gitanos como artistas.

Julio Aparicio, hablando de sus comienzos, relató que le decían que fuera a tierras charras a entrenar. Pero que su corazón le ponía siempre camino de Sevilla, El Puerto o Jerez porque, seguramente, lo llevaba en la sangre que había heredado de su madre.

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