Novena corrida de la Feria del Pilar

Los 'doloresaguirre', mansedumbre a granel

  • Fernando Robleño, Paúl Abadía 'Serranito' y José Miguel Pérez 'Joselillo' se estrellan con un encierro descastado en un espectáculo que se salda sin trofeos

GANADERÍA: Toros de Dolores Aguirre, voluminosos y astifinos. En cuanto al juego, el  denominador común fue la mansedumbre . TOREROS: Fernando Robleño, de tabaco y oro. Cuatro pinchazos y metisaca (silencio tras aviso). En el  cuarto, tres pinchazos (silencio). Paúl Abadía 'Serranito', de azul y oro. Media que escupe el  toro y un descabello (silencio). En el  quinto, cuatro pinchazos y dos descabellos (silencio). José Miguel Pérez 'Joselillo', de azul y oro. Pinchazo y estocada (saludos tras aviso). En el  sexto, dos pinchazos y estocada (saludos tras aviso). Incidencias: Plaza de toros de la  Misericordia. Novena corrida de la  Feria del Pilar de Zaragoza. Viernes 16 de octubre de 2009. Media entrada.

Parecía un concurso de toros mansos. Animales con fachada, pero sin contenido alguno; inútiles para hacer del toreo una obra de arte. La  aguerrida terna compuesta por Fernando Robleño, Serranito y Joselillo lucharon contra viento y marea en un espectáculo que no rompió. No era día para la  lírica, sino para prosa seca y recia, sin adornos. Había que ponerse el  mono de trabajo y eso es lo  que hicieron los  tres toreros. Desde toreo sobre las  piernas, para evitar tarascadas en muchos casos, a  cites fuera de cacho. Como puntilla, los  tres matadores estuvieron en plan pinchaúvas.

Fernando Robleño se mostró porfión con el  astado que abrió plaza, al que le  costaba embestir. Ante el  manso cuarto consiguió tres tandas de derechazos estimables; lo  más destacado del insulso festejo. Sonó la  música. La  labor fue a  menos y para colmo el  torero falló con la  espada.

Serranito tuvo que bregar lo  suyo ante su primero, un animal descastado, que buscó el  bulto con peligro. Al quinto, que no tenía mal aire en sus embestidas, le  dieron excesiva cera y acabó aplomadísimo.

Joselillo, con un toreo despegado, no llegó a  confiarse del todo con el  tercero, un animal con movilidad, pero también es cierto que sin clase alguna. El  que cerró plaza fue tan manso en varas que llegó a  tirar una coz al caballo y huir al sentir el  hierro. En la  muleta, con movilidad, no descolgaba y topaba. El  vallisoletano realizó una labor tan extensa, como desigual.

Lo  dicho: los doloresaguirre concursaron entre ellos en mansecumbre. El  festejo fue "de los  que no hacen afición", como se dice en el  argot. Lo  cierto es que para quien fuera su primera corrida, dudo mucho que retorne a  una plaza; salvo que busque una plaza de... mansos.

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