feria de san isidro | decimosegunda en la plaza de toros de las ventas

La fe de Joselito Adame en una mansada de Alcurrucén

  • El diestro mexicano es premiado con una oreja, protestada, por su empeño ante un toro que tardó mucho en romper

  • Curro Díaz y Juan del Álamo se marchan de vacío

La corrida de Alcurrucén -ganadería que ha ofrecido tantos y tantos éxitos en Las Ventas-, desigualmente presentada, cinqueña, fue una mansada en toda regla. Únicamente Joselito Adame, ante el quinto, el único ejemplar que rompió en la muleta, consiguió un trofeo.

El toro colorao, astifino, mansísimo, llegó a la muleta huyendo e incluso se volvió al revés tras una tanda. Todo presiagaba que, tras el empacho de la mansada que se había vivido, este quinto acto iba hacia el sumidero. De hecho, el público observaba la lidia sin frío ni calor hasta que tras un tramo de tanteo, Joselito Adame, con una fe inquebrantable, metió en la muleta al toro cuando lo llevó junto a los chiqueros. Entonces le robó dos tandas vibrantes con la diestra, la segunda con ligazón, y en las que en los muletazos llevó prendido al toro con temple. Cerró con unos ayudados genuflexos y mató de estocada baja para recibir una oreja como premio, que parte del público protestó.

Adame se las vio en primer lugar con un astado largo y complicado ante el que se manejó con oficio. Trasteo meritorio que comenzó con estatuarios y pases del desprecio y cerró con unas manoletinas. Una labor que contó como mejor cota con una serie diestra. El mexicano mató de estocada y fue ovacionado.

Curro Díaz dio la talla ante el que abrió plaza, cornidelantero y largo, que no se entregó en ningún momento de su lidia. El linarense, tras dos series notables con la diestra, fue cogido cuando citaba con la izquierda de manera espeluznante. Tras tropezarle, el toro le lanzó por los aires a gran altura y salió ileso de una cornada casi cantada. Continuó su esfuerzo por ambos pitones ante un toro ya complicado y mató de estocada para ser ovacionado.

El colorao y voluminoso cuarto dio peor juego. Sin recorrido, no tragaba más de dos muletazos. Curro Díaz lo castigó en la apertura. A partir de ahí porfió con entrega para intentar armar faena ante un animal que acabó buscando el bulto. Estocada, descabello y silencio.

Juan del Álamo se las vio en primer lugar con un astado colorao, alto y largo, mansísimo, que se frenaba tras las telas. El salmantino se enfrentó a él con valor y pese a su pundonor le resultó imposible el lucimiento. Mató de estocada y fue silenciado.

Con el sexto, hondo, deslucido, que salía con la cara alta de los muletazos, el trasteo de Juan del Álamo no llegó a cobrar vuelo. Falló con los aceros y fue silenciado.

En tarde grisácea, sólo brilló la luz en forma de fe de Joselito Adame ante el único toro que rompió de una mansada de Alcurrucén.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios