Toros

Tres grandes toros de Ortega, tres

  • Tres excelentes astados, de cuatro lidiados, sirvieron para el triunfo de El Fandi y Francisco Rivera, quienes al final del festejo salieron a hombros, mientras que José Luís Cañaveral cortó una oreja de su segundo

Ganadería: Se lidiaron cuatro toros con el hierro de Gerardo Ortega, de excelente juego. Bravos y nobles con la excepción del que cerró festejo, algo más pagado en su juego. Encastados los tres restantes, siendo arrastrados con la vuelta al ruedo segundo y quinto. Para rejones se lidiaron dos toros de Guillermo Acosta, cumplidores para los caballos. TOREROS: José Luís Cañaveral. Silencio; en su segundo, oreja. Francisco Rivera 'Paquirri'. Saludos; en el quinto, dos orejas. David Fandila 'El Fandi'. Dos orejas y rabo; en el que cerró plaza, dos orejas y rabo. Incidencias. Lleno. Tarde con temperatura veraniega. Al final del festejo salieron a hombros Rivera y El Fandi. José Luís Cañaveral sustituyó al anunciado Antonio Domecq, quien presentó parte facultativo.

Gerardo Ortega jugaba ayer en casa. Lo digo por lo difícil que es que a uno le reconozcan en su propio terreno las cosas buenas. Lo digo y lo cuento como un añadido más al legítimo triunfo de una corrida que derrochó por los cuatro costados bravura, casta y nobleza.

En sí, lo que conforma un auténtico toro bravo. La piedra filosofal de un ganadero y el producto buscado. Me entusiasmó el juego de esos tres primeros toros. Toros a más, y a más, y a más..., siempre con el ansia de embestir por delante, con largura, con carácter de bravura. ¡Enhorabuena ganadero!

Cumplieron con holgura -más el primero-, los dos toros de rejones que Guillermo Acosta mandó al festejo. Uno para que Cañaveral jugara sucio con él. El otro para que el sustituto de Antonio Domecq, quien se había resentido de su lesión en Aracena, cumplimentara algún mérito más en una faena donde todo tuvo que ponerlo el montado porque el toro se vino muy abajo.

Al romperse el paseíllo se escuchó lo de ¡¡guapo!! ...para mí que no fue a El Fandi.

Así que con el viento a favor de su humana lindeza no es de extrañar que después de cinco pinchazos, Rivera Ordóñez paseara las dos orejas de un extraordinario toro con que, al menos, estuvo el torero algo más entonado que en su primera faena, donde fue más filigrana y superficialidad que otra cosa. Rivera encontró a mediados de faena en ese quinto de la tarde la llave de un toro templado, bravo y muy noble con el que alcanzó a brillar más en los redondos que a última hora llegaron a calentar algo más un tendido, entusiasmado, eso sí, por su guapura. Afortunado el hombre...

No vamos a descubrir ahora que El Fandi es todo pundonor y entrega. En realidad, uno de los mejores seguros que hay hoy por hoy para llevar arriba una tarde. Quizás en esa naturalidad y secuencia con la que El Fandi encadena sus triunfos se pueda acostumbrar uno a contar sólo los tópicos del torero. Sin embargo, ayer El Fandi, además de serio y honrado, estuvo muy torero en esa labor frente al primero de su lote, un toro al que cuajó en banderillas, como después cuajaría también al sexto, con cuatro pares muy de verdad.

Honrada y meritoria faena frente a un animal muy encastado que encontró a un torero muy firme. Pueden sonar a excesivos los trofeos, pero en modo alguno deben sonar huecos los méritos de un torero que francamente a mí me gustó su labor durante toda la tarde.

Y otro gesto para cerrar esta crónica cuando ya es noche cerrada en Santa Olalla. Mis respetos por quienes como aficionados tuvieron el criterio de afear y no consentir la innoble actitud de Cañaveral con su primero. Me descubro ante ustedes, señores.

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