Unicaja | asefa estudiantes · la crónica

Abrines y el abismo (67-74)

  • El Unicaja se entrega a su joven perla, que despacha un partido supremo (31 puntos), pero no le vale para ganar a un Estudiantes que profundiza en una tremenda crisis que le lleva al séptimo lugar.

El Unicaja vive una desconcertante realidad. Instalado en el caos, en una espiral de derrotas insostenible, asiste al nacimiento de un mesías esperado durante años, de una estrella de una dimensión incalculable. No se ha visto una cosa igual, ni en Málaga ni en España. Nunca un chaval de 18 años ha metido 31 puntos en un partido. Pero lo que asombra Álex Abrines, en un crecimiento exponencial en cada partido que pasa, se oscurece por la deriva insospechada de un equipo irreconocible. El colista Estudiantes, más de un año sin ganar a domicilio, venció en el Carpena (67-74).

Y ya esto no se sostiene. O se ficha o se cambia de entrenador, la solución no está solo en casa. La paciencia que ha existido, quizá por las apreturas económicas, ha sido notable y hasta destacable para fortalecer un proyecto, pero lo que hay ahora no vale para asegurar nada. Si acaso, la salvación, que con 13 victorias se suele conseguir. Está en riesgo, como el año pasado, la presencia en play off y la licencia A de la Euroliga. Y esta vez hay menos margen para rectificar, sólo 10 partidos. El equipo ya es séptimo y el undécimo está a un triunfo. Este Unicaja, pese a esta bendita irrupción de Abrines, no le gana a nadie. El balón quema, los rebotes se escapan. Freeland naufraga ante el, probablemente, juego interior más propicio de la competición. Allí estaba, colosal, Germán Gabriel para firmar un doble doble (14 puntos y 11 rebotes). Y Driesen y Clark, ningún dechado de intensidad. Pues bien, el inglés se vio superado. Si no fuera porque durante dos años y medio se le ha visto jugar y progresar de manera fabulosa en Málaga se pensaría que es un jugador mediocre. Y no, no lo es el de Farnham, lo que no obsta para que esté horrible. Sólo los problemas físicos no valen como coartada.

Lo mismo aplicable para los bases. No hay dirección de equipo, Rowland y Valters son incapaces de generar una ventaja con la que dar de comer a los pivots. Zoric se faja, no está súper, pero pone la actitud que en otros falta. Como Peric, los croatas se ganan minutos por actitud, no tanto por acierto. Mateo volvió a recurrir a Fitch, pero apenas duró cuatro minutos y se fue al banquillo con los pitos de su afición. Está sentenciado en Málaga. Una pena, el año pasado fue salvador, en éste no sirve.

Así se puede seguir con cada uno de los jugadores. Del compromiso de Berni no se duda, ayer reactivó un poco al equipo cuando salió. Pero hace falta más, mucho más de él. Y de todos, lo decía Chus Mateo en una rueda de prensa dura en la que por primera vez dejó ver su descontento explícito con los jugadores.

El Asefa Estudiantes cambió de entrenador y fichó dos jugadores y en un partido cambió el aire. El Unicaja hace bueno a cualquier rival. Transmite su ansiedad, el contrario la percibe. Y hasta un histórico que nunca ha bajado de categoría y que vive en una situación de desgobierno tiene la autoestima y la seguridad más alta que el equipo de Chus Mateo. 14 de 15 derrotas deben valer para que se tomen decisiones.

El Unicaja comenzó ganando (11-7), pero después vivió de la sangre que le fue transfiriendo Abrines. Casi exclusivamente él. Resultaba sorprendente cómo la patata caliente en forma de bola acababa en manos de la joven perla balear. Tiró 20 veces, metió seis triples y seis tiros de dos. Se ganó los galones por dimisión de sus compañeros, por ello jugó 35 minutos. Porque metió 31 puntos y no rehuyó. Un primer fogonazo en el segundo cuarto, con 11 puntos y una descarga de tres triples, permitió al Unicaja llegar con vida al descanso (32-40). Castigó a Lofton. Poch colocó en el tercer cuarto a Granger sobre él y sufrió ahí, apenas pudo lanzar. Y el equipo de Chus Mateo, tristemente en manos de un chaval de 18 años, lo notó. Ahí se distanció hasta por 15 puntos el Estudiantes (44-59). Pero en el cuarto final, con Lofton otra vez sobre Abrines, casi se obra el milagro. Otra secuencia de tres triples del mallorquín acercó a tres puntos (67-70) y balón, con el Carpena reverenciándole y gritando su nombre. Se salió el semigancho de Freeland y ahí el Unicaja encogió, entregó la cuchara. El público descargó su ira con gritos de "Consejo dimisión". Una imagen que evidencia la delicada situación de la entidad. Quizá el club ha perdido la credibilidad entre su gente. Se puede trabajar bien, como en varios aspectos lo ha hecho esta cúpula. Pero si la pelota no entra y no se gana, todo el mundo es malo. Menos Abrines.

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