Unicaja

Aire combativo

  • El Unicaja abre la Copa ante el vigente tetracampeón del torneo, el poderoso Real Madrid

  • Consciente de la dificultad, se apoya en su crecimiento para creer en la sorpresa

Brooks y Suárez, antes de partir a Canarias.

Brooks y Suárez, antes de partir a Canarias. / Albiñana

La semana más bonita del año, algo así como la víspera de Reyes para el aficionado al baloncesto de un club presente en ella. Es la Copa, una rifa fugaz de gloria comprimida en cuatro días, el atajo más corto a un título. Siempre se dijo que era imprevisible, costaba ver un campeón repetido en ediciones sucesivas. El Real Madrid lo ha desmentido en los últimos cuatro años, campea con 12 victorias consecutivas en el vida o muerte constante, no pierde un partido desde 2013, ha hecho de la Copa su jardín, normalmente con el público en contra pero cómodo sobre el parqué, con un entrenador y un equipo que han cambiado la historia del baloncesto español. 20 años errantes de reinado azulgrana, algún asterico positivo con Scariolo, Maljkovic o Plaza, han dejado paso al dominio blanco, el equipo ante el que el Unicaja abre, y no quiere cerrar, la competición. Tarea hercúlea para el equipo de Joan Plaza, que ganó en el último enfrentamiento directo al Madrid en la Euroliga en el Carpena. Antes, perdió dos partidos de paliza en el WiZink Center. Algunas enseñanzas y prioridades quedan de aquellos duelos, pero todo es distinto.

La Copa es diferente a lo anterior y posterior, es el aquí y ahora. Hasta hace frío en Gran Canaria, otro mito que se cae. No se viene a hacer turismo a Las Palmas, siempre acogedora. Es la semana grande del Carnaval, hay ambiente y llegan 4.000 personas desde la Península (200 malagueños) a ver baloncesto, el mejor que se puede ver en el continente a decir de los protagonistas. Hay un peso canario en el evento, dos equipos de las islas y con pujanza. Dos madrileños, un andaluz, un vasco, un catalán y un valenciano, en un mapa colorido del poder del baloncesto nacional. La Final Four es más, pero más condensada y dispersa a la vez.

Aquí está el Unicaja, en su sitio. No puede faltar el equipo malagueño, que ha registrado demasiadas ausencias en la última década. Pone las fichas verdes del parchís en el Gran Canaria Arena. Desde que fue finalista en 2009 sólo ganó un partido copero y fue aquí, al Bilbao. Antes y después, decepciones o baja competitividad. Tiene una espinita Joan Plaza en la competición, que no ganó nunca, ni en Lituania. El día en que alcanza a Sergio Scariolo, palabras mayores, como técnico con más partidos en la historia de Unicaja es un buen momento para coger el centro del tablero. También hay una cuota de reinvindicación personal para el técnico catalán, que por primera vez en su quinquenio en Málaga no tiene contrato para la siguiente temporada. No ocupa ahora eso, pero ya se sabe que la Copa da el pistoletazo de salida para el mercado de la temporada siguiente. Y hay banquillos golosos, como el del propio Unicaja, sin inquilino desde junio.

Ha progresado el Unicaja con el paso de la temporada, se mantiene vivo en la Euroliga y ha ido creciendo en la ACB. Su juego se ha hecho más sólido, con el estilo que propone Plaza. Cuando se cuestiona a técnicos rivales, se señala el rebote ofensivo y la agresividad defensiva como principales armas cajistas. Esta última característica suele chirriarle al técnico, que con frecuencia recuerda que el Unicaja es uno de los equipos al que menos faltas se señalan. Cala la idea de que el Unicaja tiene la mejor defensa de la Liga Endesa, de que es un equipo desagradable para el rival. ¿Basta para contener al mejor ataque? La Copa tiene sus coordenadas y códigos. La continuidad es clave, pero también se necesita jugadores en estado de gracia. Los focos apuntan al más talentoso, a Nedovic. Aún no ha ganado un partido en la Copa y le gustan estos eventos. Será tan importante como esa línea de flotación defensiva que componen Alberto Díaz, Carlos Suárez y James Augustine, de máxima calidad en la protección de su aro, tanto por actitud como por lectura. Se sueña con que McCallum rompa con que Salin y Waczynski tengan la muñeca fina. Con que Milosavljevic cuaje en lo que parece, un soldado universal. Con que Brooks sea el ángel de la guarda de Valencia, con que Shermadini sea la misma pesadilla para el Madrid que un año atrás en Vitoria. Si hace falta, que hasta Viny dé un relevo. Se sueña, en suma, con que el Unicaja sea capaz de derribar al tirano blanco, una máquina que florece en febrero en los últimos años con un genio precoz al mando y una profundidad de plantilla que es un pozo sin fondo pese a lesiones importantes. Tiene tomadas las medidas de la Copa el Madrid, pero soplan aires combativos en este Unicaja, con ganas de hacer algo grande.

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