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Chocar con un muro

  • El Unicaja no puede competir ante un CSKA inspirado al que apenas se plantó cara

  • El 'Top 8' comienza a verse ya como una misión prácticamente imposible

Nedovic intenta marcharse de Sergio Rodríguez y Hines.

Nedovic intenta marcharse de Sergio Rodríguez y Hines. / fotos: efe

En Moscú espera normalmente un tormento de 40 minutos. Sólo ganó allí esta temporada el Fenerbahce y tras una prórroga. No es que haya un ambiente hostil, no le hace falta a la gran orquesta del CSKA. Dirige Itoudis e interpretan a cuatro manos Sergio Rodríguez y De Colo, terciopelo y seda al cuadrado. El Unicaja llegó allí como pidiendo perdón, sin que se le hubiera perdido nada por el MegaSport Arena. Como si hubiera desconectado mentalmente ya de la Euroliga aunque queden cinco partidos. Es humano privilegiar objetivos más alcanzables, por más que no sea lo indicado. En Belgrado fenecieron las últimas opciones reales de Top 8. Quedan cinco partidos y el corte está a tres triunfos. Y por medio, el Baskonia, a distancia de dos.

El Unicaja está ya en otra película, volver a la Euroliga. Ha estado vivo (lo está aún) durante más de tres cuartos de competición. Sólo su mal pulso a la hora de ejecutar partidos le ha impedido estar en otra disposición cuando se otea el final de la temporada regular. En Moscú sufrió una tunda (101-76) y realmente no estuvo en partido nunca. Encajó puntos en la primera mitad en una proyección de casi 120. Si el CSKA, con un ritmo alto de ataque, mete más del 60% en tiros de campo no hay partido en solfa, tiene el color rojo del equipo ruso. Por quedarse con detalles positivos, Augustine, cuya importancia, ya alta, se multiplica sin Shermadini. Jugó bien, tuvo minutos y no se le percibió mermado por sus problemas en el sóleo que le habían hecho ser duda a principios de semana. Plaza le tuvo 17 minutos en pista, buena señal. 12 puntos y siete rebotes firmó. Viny salió como titular e intentó fajarse. Colocó un soberbio tapón a Hines, pero no era el partido para medirle. Sí mañana ante el Gipuzkoa. Está en una coyuntura propicia para ganar minutos de juego.

Era un partido de alguna manera incómodo, por la entidad del rival y porque la mente seguramente estaba en otro lugar. El CSKA, un rodillo, salió con las calderas a tope y endosó 30 puntos en el primer cuarto. Metía Kurbanov (siete puntos de arranque), el Chacho hacía magia, Hunter y Hines aparecían por la zona... 30-20 era el resultado tras el primer cuarto. Una proyección de 120 puntos encajados que se mantenía en el segundo cuarto. Ahora De Colo y Clyburn, el arsenal moscovita es infinito, se sumaban. Y Westermann, un base que no anduvo lejos de recalar en Málaga en verano, metía dos triples. 50-27, 23 puntos, marcaba la renta local mediado el periodo.

La tormenta era gorda, pero amainaba antes del descanso. Con el regreso de Nedovic y Milosavljevic mejoró el panorama. 17 puntos entre los dos al descanso más 10 de Augustine aumentaban el caudal ofensivo, pero el CSKA continuaba en su habitual ritmo alto de anotación, por encima del 60% en tiros de campo. Insostenible aunque se bajaba el hueco (57-43). Quizá era buen partido para que Milosavljevic cogiera protagonismo, exhibía buenas maneras. Pero Plaza no le soltó las riendas al serbio y sólo jugó 12 minutos. Técnicos, el primero el barcelonés, y compañeros hablan maravillas de las posibilidades del serbio, que tiene más vínculo con el club. Seguramente su mejor versión se pueda ver la próxima temporada.

Intentaba el Unicaja engancharse tras el descanso, pero resultaba imposible con la facilidad que anotaba el CSKA. Sergio Rodríguez, en su espléndida madurez, proveía y metía. Nedovic daba algo de réplica, pero cometió una técnica por protestar una falta no pitada delante y otra señalada atrás. Lo sentó Plaza, poco después hizo lo propio con Augustine y sonó a aquello que dijo en la previa de que tenía que dosificar a sus jugadores si el partido en el último cuarto estaba decantado. Lo estaba antes, ciertamente.

El cuarto final fue un festival de De Colo, al que Itoudis dosificó. Pero el galo dio un concierto (6/7 en triples). Minutos para Soluade, para Dani Díez como cuatro, para que Alberto siga haciendo kilómetros en una superélite del baloncesto europeo en la que debe asentarse en los próximos años si el club continúa en la Euroliga.

No se le había extraviado nada al Unicaja en Moscú. Se perdió un partido con el que nunca se cuenta en las victorias que se imaginan a principio de temporada. 22-5 es el balance para los moscovitas en partidos oficiales, así que la derrota era evidente. Por un margen demasiado grande, pero la mente estaba en otro lado. Mañana ante el Gipuzkoa no se puede fallar.

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