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La Euroliga no espera

  • El Unicaja no cristaliza su mejoría competitiva en Vitoria y encadena su quinta derrota para quedarse colista

  • Soberbio Waczynski (25 puntos) para sostener al equipo en el partido

Shermadini entra a canasta ante Voigtmann.

Shermadini entra a canasta ante Voigtmann. / efe

La mejora competitiva del Unicaja le ha permitido combatir los últimos partidos, ante CSKA, Panathinaikos y Baskonia. Es un progreso respecto a los escarnios de Madrid y Valencia. Contra los rusos, en el OAKA y en el Buesa se entró con serias opciones de partido en el cuarto final, pero no se acertó. La quinta derrota consecutiva pesa como un quintal y el Unicaja se queda pegado en el suelo de la tabla. 88-82 perdió en Vitoria en el mejor partido de Waczynski con la camiseta verde. Enorme el polaco, que metió 25 puntos y que tiró del equipo como líder ofensivo, no sólo con sus siete triples. También creó juego en una veta de progreso que no se le adivinaba hasta hace poco, cuando parecía más bidimensional, tiro y rebote de ataque.

El Unicaja pagó su mal arranque. Ha perdido por 10 o más puntos el primer cuarto de la mitad de sus partidos a domicilio. No es buen camino salir dormido en pistas complicadas. Probablemente esos 15 puntos de diferencia de regalo en los 10 minutos iniciales, por más que llegara a ganar por cuatro en el tercer cuarto (45-49), costaron el partido. Se repiten esquemas. El equipo no hace llegar el balón a los pivots en situación ventajosa, ni siquiera en dificultad. Plaza recalca tras los partidos que es una orden que no se cumple. El caso es que si se intercambiara a Shermadini por el mejor jugador de poste bajo del planeta tampoco se notaría demasiado. El georgiano se desespera mientras pasan los ataques sin que huela el balón. Tampoco salió con la agresividad adecuada el equipo. El tridente Díaz-Suárez-Augustine suele garantizarla, pero Plaza debe adecuar la rotación a 40 minutos y con ellos también hay carencias ofensivas. El caso es que el Unicaja llegó tarde al partido.

3-8Balance. El equipo sigue en el último puesto de la clasificación de la Euroliga

Con 27-12 tras el primer cuarto, el fantasma de Valencia y Madrid sobrevolaba. Pero ahí se enchufó. Alguna circulación mejor, pero la mejora emanó de la defensa. El santo grial de este equipo debe partir de ahí. Pero no hay la consistencia, aún, para hacerlo durante 40 minutos. El Baskonia castigaba esa falta de agresividad con tiros desde las esquinas. 27 asistencias dio en todo el partido el cuadro vasco. No obstante, la primera llamarada de Waczynski, paradójicamente tras un fallo solo debajo del aro, metió al Unicaja en el duelo (36-34). Una canasta de Nedovic dejaba el partido en un margen de cinco puntos al descanso (41-36).

Siguió la buena línea del Unicaja tras el descanso, mejorando si cabe el nivel defensivo. Los tiros cómodos del Baskonia iban menguando y un dos más uno de Suárez más un triple de un Waczynski estelar dieron cuatro puntos (45-49) de renta, la máxima del partido cajista. Ese quinteto de seguridad con Alberto-Suárez-Augustine como pilares defensivos permitió la sobriedad para colapsar al Baskonia. Pedro Martínez recurrió a un renqueante Granger para que diera nervio a un equipo que parecía perdido. No tuvo una actuación estelar el charrúa, pero sí le dio el temple que necesitaba al equipo. McCallum (metió dos triples, hacía partidos que no los metía) anotaba una estética bandeja para dar la que sería última ventaja visitante del partido (54-56). Timma y Beaubois permitían entrar al Baskonia mandando en el último periodo (59-56).

Emergió ahí un gran Brooks, corajudo y capaz de competir mermado, para empatar por tres veces el marcador, a 60, 62 y 64. Era la hora de los buenos, de los que tienen que ganar los partidos. El Baskonia subió su defensa y el Unicaja no tuvo ahí cuidado del balón. Especialmente Nedovic, que fue un cara o cruz. La cara era una asistencia para triple, la cruz una pérdida que costaba una canasta fácil rival. Tres veces cara y tres veces cruz es un mal negocio. Debe gestionar el serbio mejor los últimos cuartos. Es parte de su juego, el riesgo. También en algún momento se quedó sin opción de pase clara de sus compañeros. Pero el Unicaja está en sus manos en los cuartos finales. Y pocos partidos apretados ha ganado esta temporada.

La exhibición de Waczynski, que metió cuatro triples en el cuarto final, fue una bombona de oxígeno para mantener con vida al Unicaja, que veía cómo el rival se escapaba (79-70). El último triple del polaco acercó a cinco puntos a dos minutos (84-79) y los de Plaza tuvieron una bola para recortar. Fue imposible. El Unicaja desprende mejores sensaciones, pero las derrotas siguen cayendo. Y la Euroliga no espera a nadie. O se gana rápido o hasta luego.

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