Unicaja

Rosa: en el nombre del padre

  • El baloncestista gaditano se estrenó el pasado domingo en ACB con el Unicaja, tres décadas después de que su progenitor, Juan, levantase su primera Copa con el Joventut

El barreño Nacho Rosa estaba genéticamente predestinado a jugar al baloncesto. Su padre, Juan Rosa, disputó 228 partidos en la ACB con las camisolas de Ron Negrita Joventut, Valvi Girona y CB Murcia. En 1987 Juan participó del primer gran éxito del equipo badalonés, la Copa del Príncipe [equiparable a la actual Copa del Rey] tras derrotar en la final al Manresa. Bajo el mandato de Alfred Julbe (al que Nacho se enfrentó en el pasado Campeonato de España junior) compartía vestuario con jugadores de la talla de Rafa Jofresa, Jordi Villacampa, José María Margall o Andrés Jiménez, con los que después fue subcampeón de la Copa Korac. Tres décadas después de aquella victoria copera el ala-pívot jerezano pudo disfrutar del debut de su hijo Nacho en ACB, el pasado domingo y también de verde, sólo que de un verde Unicaja. Contaba entonces 17 años, 10 meses y 13 días. "Es mucho mejor que yo a su edad", comenta su padre, con lógico orgullo.

Nacho Rosa es, sin duda, una de las perlas más valiosas del baloncesto no ya andaluz, sino nacional. Captado hace seis temporadas por los técnicos del Unicaja cuando jugaba en el Montera barreño, ha vestido las camisolas de las selecciones nacionales sub 16 y sub 18 en sendos europeos y tiene todas las papeletas para participar en el inminente Mundial sub 19.

El debut me dio la oportunidad de disfrutar de algo que esperaba desde pequeño"Mi padre me llamó y me dijo que era el primero de muchos y que de ahí había que seguir para arriba"

El pasado mes de enero muchos de los que no siguen el deporte de la canasta con frecuencia ya repararon en su potencial. Fue el día que firmó 43 de valoración en la Liga EBA en un partido en el que el filial del Unicaja se enfrentó al Enrique Soler de Melilla. Anotó 35 puntos (con 6/11 en triples), capturó 13 rebotes, dio una asistencia y recibió cuatro faltas. Hace unas semanas fue el mejor anotador en el Nacional junior.

Era cuestión de tiempo que Nacho Rosa se convirtiese en jugador de ACB. Y ese momento llegó el pasado domingo, ante el Real Betis. La fría estadística refleja que apenas fueron dos minutos largos, pero el protagonista lo vivió de una forma muy diferente.

"Es la oportunidad de disfrutar de algo que llevas esperando desde pequeño, algo que siempre has querido que suceda", recalca el baloncestista gaditano: "Las sensaciones son muy buenas y lo primero que piensas es que todo el tiempo que has invertido, todo el trabajo que has hecho, da sus frutos".

El ala-pívot recibió la felicitación más significativa por teléfono, la de su padre y mentor, que vio el partido desde su casa en Los Barrios. "Lo primero que me dijo fue que era el primero de muchos y que de ahí, para arriba", relata.

Nacho Rosa, que con los seniors juega de tres-cuatro y que goza de una muñeca prodigiosa, tiene claro que a él le gustaría continuar la próxima andadura en el Martín Carpena, pero admite que su futuro "está por hablar" y eso que a corto plazo ni siquiera descarta poder disfrutar de una nueva oportunidad en la eliminatoria con el Tenerife que comienza mañana. En cualquier caso el verano que se avecina será duro. Nacho Rosa tiene una asignatura pendiente, ganar en musculatura, y le esperan muchas horas de gimnasio. "Toca trabajar el físico" asume.

El jugador sigue teniendo relaciones con sus amigos de Los Barrios, el lugar donde una lesión de rodilla obligó a retirarse a su padre, al que él no recuerda haber visto jugar porque era demasiado pequeño cuando su madre le llevaba de la mano al pabellón Samuel Aguilar. Allí empezó todo.

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