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Sufren mal de altura

  • Tras remar contra viento y marea para paliar un dantesco inicio, al Unicaja se le apagan las luces en el tramo decisivo

  • Green, 18 puntos, fue un constante dolor de cabeza para los verdes

Anda el Unicaja en busca de su punto de equilibrio. No debería preocupar demasiado porque es pretemporada, pero el proceso ha dejado la Supercopa en el camino. Suficiente como para ponerse las pilas a una semana de que la ACB alce el telón. Pagaron los de Plaza la salida en falso y cuando habían remado contra viento y marea padecieron mal de altura. Malas conductas que pusieron a Valencia en una nueva final, cuarta del año, y que obligan a tomar nota porque lo que viene no espera a nadie. No pagaron la novatada Green y Pleiss, que sacaron la cara cuando los rigores veraniegos afectaban a los de Vidorreta.

Las derrotas dejan mal cuerpo. Suelen prevalecer las notas negativas, pero también las hay muy positivas. McCallum recibió un aviso serio. Oliver hizo de maestro de ceremonias y Vives y Diot le enseñaron que no le esperan con la alfombra roja. Consabidas eran las debilidades de Shermadini atrás, pero también se evidenciaron que es terrenal cuando el equipo no lo mira. En el libro de Plaza está su despegue, un talento así no debe malgastarse. También que el puesto de tres puede estar algo cojo. Sastre y San Emeterio camparon a sus anchas y se espera ya la garra de Milosavljevic.

Al otro lado de la línea queda Augustine. Andaba tranquilo el técnico con él y ayer explicó en el parqué el porqué. La última jugada no debe empañar su defensa a Dubljevic, sus virtudes asociativas y su fiabilidad bajo aro. No asustó un escenario así a Soluade y eso da fondo de armario. Brooks quiere galones y Salin puede ser buen dinamitador.

Traqueteó el Unicaja y Valencia pisó el acelerador a fondo. Regaló minutos atrás el equipo verde y Green martilleaba sin cesar y sin fallo (24-14). En el sistema verde había fugas y Sastre se colaba por ellas para seguir poniendo tierra de por medio (29-13). Plaza intentaba poner vendas, pero la sangría era mayúscula.

De Salin se apreciaron muchas virtudes en verano. Una de ellas, su desparpajo en ataque. No le importó la mala corriente para anotar dos triples y así permitir que amainara algo (35-24). Se quedó en dos fogonazos. Dos tiros libres errados por Nedovic eran la viva imagen del equipo. No había llegado. No era cómplice Valencia, que percutía con Pleiss en la pintura. Tras la depresión post NBA, aún está a tiempo de relanzar su carrera. Bien utilizado al poste, como ayer, resulta imparable. Una canasta de Dubljevic daba amplitud a los valencianos a la media parte (50-36).

Sorprendía la cara mostrada por McCallum. Brillante hasta ayer, comenzaba a pagar su despegue. Buscaba y buscaba una acción positiva para enchufarse y la encontró. Inició un parcial de 4-16 que enganchó al equipo (54-52). Puede llegar a ser peligroso que por momentos sea el termómetro y ayer no pudo esconder el mal trabajo atrás. Un tiempo muerto de Vidorreta enfrió una defensa verde que había subido varios listones su intensidad ahora. Buscó Valencia a Pleiss y consiguió aire, aunque Nedovic recortó sobre la bocina (66-63).

La película era distinta, pero parecía que se seguía punto por punto el guión del tercer partido de la Eurocup. Los taronjas aprovechaban la inercia de la era Pedro Martínez, pero también heredaban los miedos. Ahí le faltó colmillo al Unicaja. Empató un corajudo Brooks a 75 y fue el principio del despropósito. Los de Plaza perdieron la brújula y la victoria comenzó a tornarse en utopía. Faltaron puntos en un perímetro con Nedovic, McCallum y Salin, lo cual parece una broma de muy mal gusto. En esas, el destino fue cruel con Augustine, quien cometió un pecado de novato. Él puso la pala y Doornekamp cavó el hoyo desde la esquina (83-78).

El frenazo en seco trae receta: el mejor camino para conseguir el flow en ataque es bajar el culo en defensa. Cuando el Unicaja lo hizo, el partido estuvo ganable. La Supercopa tendrá que esperar.

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